Iglesia San Vicente de Paúl de Marsella: ¿por qué es conocida como “Iglesia de los Reformados”?

No es ningún secreto que Marsella es una de las ciudades de Francia más sorprendentes y con más encanto que podemos encontrar en Europa. Cada vez son más las personas que deciden viajar hasta este lugar para dejarse llevar por sus numerosos monumentos, construcciones y rincones llenos de historia.

Entre los tantos templos que encontramos en Marsella, hay uno que no logra dejar indiferente a nadie. Estamos hablando, cómo no, de la conocida como Iglesia de San Vicente de Paúl. Se trata de una iglesia católica de estilo neogótico erigida en el barrio Thiers, en el siglo XIX.

Popularmente, esta Iglesia de San Vicente de Paúl de Marsella es conocida como la “Iglesia de los Reformados”. Debe este curioso nombre al emplazamiento de una antigua capilla, que pertenecía a los Agustinos Reformados. Desde marzo de 2015, este templo es considerado como monumento histórico.

La Iglesia de San Vicente de Paúl de Marsella, a través de su historia

Para comenzar, debemos tener en cuenta que la primera piedra de esa antigua capilla se colocó el 20 de junio de 1611 por el Duque de Guisa. Lejos de que todo quede ahí, se decidió dedicarla a nada más y nada menos que a San Nicolás de Tolentino. Tras el Concordato que tuvo lugar en 1801, esta construcción quedó completamente destruida a finales de octubre de 1868, para dar paso a la Iglesia que conocemos en la actualidad.

Esta edificación se construyó siguiendo los planos que fueron elaborados por François Reybaud, uno de los arquitectos más reconocidos de la época. Por lo tanto, se tomó la decisión de que esta Iglesia adoptase ese estilo gótico que fue tan sumamente característico en el siglo XIII.

En esta ocasión, la primera piedra de la iglesia fue colocada por monseñor Eugène de Mazenod en abril de 1855. Pero si hablamos de estas obras, debemos tener en cuenta que estuvo repleta de problemas. Un claro ejemplo lo encontramos en 1862, cuando el arquitecto decidió dejar este proyecto, siendo Joseph Pougnet, abate, quien se encargó de rehacer los planos.

Con posterioridad, se necesitó la ayuda de diversos parroquianos de San Vicente de Paúl. Fueron ellos los que, en 1885, consiguieron reunir nada más y nada menos que 3 millones de francos. Esto hizo posible que, en septiembre del año siguiente, pudieran cumplir el sueño de inaugurar esta Iglesia.

A nivel técnico, debemos saber que las dos flechas de este templo cuentan con 70 metros de altura. Las puertas de madera están perfectamente adornadas con curiosos paneles de bronce elaborados por Caras-Latour. No podemos dejar de mencionar los vitrales, creados por Edouard Didron. Como curiosidad, a las puertas de la Iglesia, se encuentra la estatua de Juana de Arco.