La ciudad del amor en Navidad
¿Por qué debes visitar París en Navidad al menos una vez en la vida?
París, la ciudad de la luz, la del amor, la del arte, la de la bohemia… Una de las capitales más especiales no sólo de Europa, sino del mundo. Y que todo el mundo debería conocer en Navidad.
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París es el rey del amor, es la ciudad de la luz, es esa capital en la que el arte y la bohemia se respiran en cada esquina. Lo dicen canciones, películas y, por supuesto, todos aquellos que la viven y la visitan. La capital de Francia tiene algo mágico, algo que está en sus calles y en sus barrios, en las orillas del Sena, en los Campos Elíseos, en las galerías y en los museos y, por supuesto, en su gente. Una magia que aumenta considerablemente en Navidad. Y es que, al contrario de lo que ocurre en otras capitales y ciudades, en París sí se viven estas fiestas de una manera especial.
Por eso se dice que todo el mundo debe visitarla al menos una vez en su vida durante esta época. Son muchas las razones por las que esta afirmación está en lo cierto. La primera de ellas, sin duda, es la belleza de París durante las Navidades. Las calles de la capital francesa se adornan con luces de diferentes colores, manteniendo la elegancia que siempre la caracteriza, pero dándole un toque diferente. Lo propio ocurre con las edificaciones más representativas de la ciudad, como puede ser la Torre Eiffel, y con los escaparates de algunos de sus grandes almacenes, que cada año crean verdaderos espectáculos que sorprenden a los visitantes.
Si el alumbrado y la decoración de París ya atrapa, sus mercados navideños nos trasladan directamente a otras épocas y a otros lugares. Como si hubieran sido sacados directamente de la Alsacia francesa, estos mercados de los que hablamos invaden prácticamente la ciudad, aunque algunos, como el de Trocadero, tienen más fama que otros. Todos comparten una misma estética: casetas de madera, adornadas con luces, nieve artificial y otros elementos típicos de la Navidad. Generalmente, en ellos podremos encontrar dulces clásicos, vino caliente, otras delicatessen y, por supuesto, adornos y regalos artesanales.
Además, si te gusta la aventura y quieres practicar algo de deporte, París se llena de pistas de hielo al aire libre desde noviembre hasta enero. Algunas de ellas situadas en lugares privilegiados, como la de Trocadero, y todas repletas de una vitalidad que se contagia a todos aquellos que las visitan. Junto a los carruseles y tiovivos que suelen acompañar a algunos mercados y el Desfile de Año Nuevo, con música, carrozas y acróbatas, suponen una de las mejores ofertas para los más pequeños.
Si dispusieras de bastante tiempo en la capital y tu escapada fuera algo más larga que un fin de semana, también tendrías la oportunidad de visitar Disney, que se viste de gala durante la época y desarrolla una serie de espectáculos de Navidad, así como otros de los muchos eventos que tienen lugar en la capital francesa, incluido un espectáculo en el mismísimo Moulin Rouge.
Como ves, la vida de París, que siempre suele ser frenética, aumenta su ritmo y su intensidad durante las navidades, algo que no puedes perderte.
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