A punto de nieve
4 razones para largarse a los Pirineos Catalanes
Planes perfectos para una escapada a los Pirineos catalanes en otoño o en invierno (siempre que la situación nos lo permita).
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Pero existen otras opciones igual de nobles que deslizarse cuesta abajo: practicar el parapente, visitar alguna iglesia con encanto o subirse a un trineo.
1. Vivir un momento Románico
En la localidad de Salardú se levanta la iglesia de Sant Andrèu de Salardú, cuya construcción de prolongó del siglo XII al XV, por lo que se pueden vislumbrar pinceladas románicas, góticas y renacentistas. Su configuración en planta es de tipo basilical, con el encabezamiento de tres ábsides y portada exenta de tímpano. Su perímetro exterior ofrece, en la franja del friso superior, un rico trabajo escultórico en forma de modillones. Al entrar se abre una elegante estructura arquitectónica gótica sostenida sobre pilares de base cuadrada y bóvedas de crucería. Y si quiere insistir puede acercarse a Lleida y pasmarse con uno de los mejores campanarios de la Vall de Boí, el de la iglesia de Santa Eulàlia, una esbelta torre de planta cuadrada y seis pisos de altura con la decoración propia del románico lombardo.
2. ¿Snowboard o raquetas?
Las posibilidades de sacar el máximo jugo a la nieve no acaban en el esquí. Aparte de en Baqueira, los amantes del snowboard pueden practicarlo en total libertad en Boí Taüll, estación con certificación de Destino de Turismo Familiar y el centro invernal con la cota esquiable más alta de los Pirineos, a más de 2.750 metros de altitud; en Espot Esquí; o en Tavascan, donde se combinan las prácticas de esquí de fondo y alpino. Las mejores opciones para realizar excursiones con raquetas de nieve se encuentran en el Parque Nacional de Aigëstortes y Estany de Sant Maurici, en el Parque Natural de L’Alt Pirineu y en el Parque Natural del Cadí-Moixeró, en donde muchas empresas ofrecen esta manera de gozar de la nieve. Y no hay que olvidarse de La Molina, ya en Girona, otro de esas estaciones preferidas para los aventureros del snowboard.
3. Volar en parapente (fotos: Agencia Catalana de Turismo/Nano Canas)
Ver desde los cielos todos esos parajes montañosos nevados le deja a uno el corazón helado… de vértigo. Uno de los rincones especiales para disfrutar de la experiencia es Boí Taüll, en Lleida. Una razón de ser un emplazamiento idóneo es que posee las cotas más altas del Pirineo Catalán, 2.020 m en Pla de Vaques y 2.751 en Puig Falcó. Numerosas empresas ofrecen la posibilidad de subirse al parapente y observar desde el cielo el Pallars Jussà e incluso vislumbrar el Parque Nacional de Aigüestortes.
4. Esquiar en La Val d’Aran
En esta región catalana se encuentra la estación de Baqueira Beret (llegar hasta su cima en coche es un impresionante deporte de riesgo), el mayor dominio esquiable de los Pirineos catalanes, con más de ciento cincuenta kilómetros de pistas de todos los niveles. Gracias a su orientación atlántica, garantiza unas condiciones de nieve óptimas durante toda la temporada. Este año Baqueira Beret amplía hasta 104 pistas balizadas para la práctica de cualquier modalidad de esquí, así como su extensa área de freeride de más de dos mil hectáreas para los más extremos. Y, bueno, ya que anda por aquí, tras el deporte toca relajarse en los baños termales de Tradòs o en las termas de la Barona de Les. Qué también se lo merece…
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