El lugar donde se encontraron los fósiles más antiguos del Homo Sapiens
El valle del Omo y el lago Turkana, el lugar donde todo comenzó
Los misterios siempre atraen y existen pocos más intrigantes que el de la creación del hombre. El valle del Omo situado en Etiopía y el delta de este río te acercarán un poco más a la verdad de tu pasado. ¡Descúbrelo!
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“Las mañanas pálidas del valle del Omo desvelan paisajes de marjales y sabanas entreverados por altiplanicies. (…) Sobre sus pieles de bronce con reflejos rojos, habían dibujado sus pinturas de poder. Los mursis consiguen por instinto lo que algunos grandes pintores pasan la vida buscando. Con la punta de los dedos o de una caña afilada, utilizan el ocre rojo, el verde, el amarillo, el gris de la ceniza o cualquier otro pigmento que las tierras volcánicas les ofrezcan para engalanarse con colores. (…) Si verdaderamente la humanidad tuviera una cuna, el pueblo del Omo parecía vivir aún en ella”.
Así comienza Marc Levy uno de los capítulos de ‘El primer día’, el libro que personalmente me descubrió la maravilla que es el valle del Omo. Situado en Etiopía, este conjunto de yacimientos paleontológicos es uno de los más importantes de África y el lugar en el que muchos sitúan el nacimiento del ser humano tal y como lo conocemos hoy. De hecho, allí se encuentran los fósiles más antiguos que se han conocido hasta el momento de Homo sapiens, de unos 195.000 años de antigüedad.
Viajar al valle bajo del Omo y al lago Turkana, en el que desemboca el río, es viajar en el tiempo y acercarse un poco más a la solución del misterio más intrigante de todos los tiempos. ¿De dónde venimos? ¿Quiénes son nuestros antepasados? ¿Qué ocurrió para que en un momento concreto la especie evolucionara en un camino determinado? El valle del Omo no sólo puede ofrecerte en cierta manera las respuestas a estas preguntas, sino que te atrapará por completo y te convertirá en uno más.
Allí el tiempo parece haberse parado, aunque las manecillas del reloj de la no siempre bien llamada evolución intenten avanzar con fuerza. Las tribus que habitan la ribera de este mágico río siguen manteniendo sus tradiciones y lo mejor de todo es que no dudarán ni un segundo en hacerte partícipe de ellas y mostrarte su modo de vida. Quizá la más conocida sea la de los Mursis, cuyas fotos luciendo sus típicos platos labiales han dado la vuelta al mundo, pero en el valle del Omo encontrarás tanta diversidad que te quedarás sin palabras.
Como sin palabras te dejarán sus historias, sus leyendas, su sabiduría, la cual han ido adquiriendo a través de años de lucha por la supervivencia y de mimetización con la naturaleza. Porque si hay algo sagrado para los habitantes del valle del Omo, además de sus respectivas deidades y de sus mayores, es su entorno. Respetan la tierra como pocos, la cuidan, la miman, la consideran una más, haciendo uso de ella sin herirla. No busques destrucción, lo único que encontrarás en este bello y desconocido lugar es creación.
Pocos amaneceres impresionan tanto como los que se pueden contemplar en el valle del Omo. Respirando paz, sintiéndote parte de otro mundo, en el que no existen las prisas ni los problemas que consideramos cotidianos y que, en esos momentos, comprendemos son absurdos. El sol, la naturaleza y tú. El nacimiento de un nuevo día, de una nueva oportunidad de vivir. Otro momento de creación en el lugar en el que todo comenzó.
El lago Turkana es otra maravilla que, si bien está sufriendo las consecuencias del calentamiento global, provocará en ti mil y un sentimientos, además de un pensamiento que ya compartió con nosotros Marc Levy: ahí mismo, en ese maravilloso lugar, nacimos. En medio de un ambiente desértico, este lago sigue manteniendo la magia de un sitio que un día dio vida, la pureza de aquello que no ha sido alterado por el hombre, al menos no de forma brutal.
Allí se halló el conocido como ‘niño de Turkana’, un fósil de un pequeño Homo ergaster de más de 1,5 millones de años de antigüedad. Una prueba más de que el Omo emana vida y de que allí se encuentra el misterio que tantos quebraderos de cabeza le ha dado a nuestra especie y que tanto sigue interesando. Escuchando a los líderes de las tribus, a las personas más mayores, contemplando el paisaje, tocando la tierra, sintiendo la magia del lugar te sentirás parte de la solución de este enigma, te sentirás más cerca de tu origen.
Un viaje diferente, prácticamente en el tiempo, del que volverás convertido en una persona diferente, mucho más rica -siempre en el buen sentido de la palabra- y con muchas más ganas de vivir, de querer y de cuidar al planeta. Siempre y cuando el valle no te atrape y tu único deseo sea no volver a salir de allí jamás. Y es que la vida que allí se respira queda para siempre dentro de aquellos que se atreven a vivirla.
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