Castillo de Belmonte: historia y todo lo que debes saber

El Castillo de Belmonte es uno de los más sorprendentes que podemos encontrar en Castilla-La Mancha, concretamente en la provincia de Cuenca. Situado en el municipio de Belmonte, esta fortaleza fue declarada Monumento Histórico-artístico en junio de 1931 y, en la actualidad, es considerado Bien de Interés Cultural.

Para conocer su historia, debemos saber de sus orígenes. El Castillo de Belmonte se construyó en la segunda mitad del siglo XV, siguiendo las órdenes de Juan Pacheco quien era considerado el primer Marqués de Villena. Debemos tener en cuenta que, por aquel entonces, la Corona de Castilla estaba salpicada por un gran número de enfrentamientos internos.

Por lo tanto, el objetivo del Marqués de Villena era claro: acumular territorios y construir fortalezas. De ahí que en el año 1456, en el cerro de San Cristóbal, se comenzara a erigir esta fortaleza. Las obras no finalizaron hasta 1468. Tan solo unos años después, concretamente en 1472, Juan Pacheco contrajo terceras nupcias con María Velasco.

Cabe destacar que, en noviembre de 1811, los franceses fusilaron al tío Camuñas en sus murallas. A ellos, además, se les atribuye el deterioro que sufrieron los pórticos. La heredera del marquesado, Eugenia de Montijo, fue la encargada de restaurar este castillo y llevarlo, de nuevo, a ese esplendor que siempre le caracterizó.

Por lo tanto, aproximadamente en el año 1857, comenzaron las obras. Eugenia no dudó en restaurar, además, las defensas siguiendo al pie de la letra el proyecto original. Eso sí, el interior no tardó en decorarlo a su gusto, siguiendo los patrones establecidos por aquella época.

Alejandro Sureda, uno de los arquitectos más reconocidos por aquel entonces, fue quien se encargó de cerrar las galerías que dan al patio. En 1870, coincidiendo con la caída del imperio francés, cesó la restauración de este Castillo de Belmonte. Durante unos años, concretamente entre 1881 y 1885, este edificio fue ocupado por dominicos franceses, por lo que lo adecuaron para que fuera utilizado como monasterio.

Una vez estos dominicos se marcharon, Hernando Fitz-James Stuart y Falcó, Duque de Peñaranda, prosiguió con las obras de restauración. Es más, llegó a vivir en este Castillo. Bien es cierto que, a lo largo de la historia, esta edificación ha tenido distintos usos.

De hecho, llegó a servir como cárcel del Partido Judicial de Belmonte. Los siglos XX y XXI fueron cruciales para que el castillo, poco a poco, se fuera deteriorando. En la actualidad, es propiedad de la Casa Ducal de Peñaranda. Afortunadamente, gracias a la colaboración de los propietarios, la administración local y el Ministerio de Fomento, se consiguió el objetivo de rehabilitar esta fortaleza. De hecho, en el verano del año 2010 volvió a abrir sus puertas.

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