Colegiata de Santa Cruz de Castañeda: ¿cuándo se erigió y quiénes fueron sus dueños a lo largo de la historia?

Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Cantabria, concretamente al municipio de Castañeda. Es allí donde encontramos una de las edificaciones religiosas más sorprendentes del norte de España. Estamos hablando, cómo no, de la Colegiata de Santa Cruz, que fue declarada Monumento Nacional a principios de noviembre de 1930.

Para conocer su origen, debemos viajar al siglo X. Por aquel entonces, Santa Cruz de Castañeda se erigió como nada más y nada menos que un monasterio benedictino cluniacense. Tiempo después, en el siglo XII, pasó a ser una colegiata a manos de varios canónigos que pertenecían a la orden de San Agustín.

Tras pasar por varias manos, llegó a pertenecer al señorío de los Lara. Todo ello hasta que, en 1131, Alfonso VII cogió las riendas tras la destitución del Conde Rodrigo González de Lara. Desde entonces y hasta el año 1369, fue el valle de realengo. Tiempo después, el Rey Enrique II de Castilla entregó a su hermano Don Tello, casado con Juana de Lara, los señoríos de Aguilar, Lara y Castañeda. Se incluía, por tanto, la Colegiata de Santa Cruz, siendo sucesor su hijo don Juan Téllez.

En 1397, el abad era Juan González de Polanco, mayordomo de don Juan Téllez y en 1420, esta Colegiata de Santa Cruz era propiedad de doña Aldonza Téllez de Castilla, condesa de Castañeda a partir del año 1430. Debemos tener en cuenta que, de ese primitivo monasterio, tan solo se conserva la iglesia. Ésta fue construida en estilo románico, en el siglo XII. Su aspecto se ha visto alterado con el paso de los años como consecuencia de numerosas reformas.

En cuanto al trazado original de esta Colegiata, debemos tener en cuenta que era de una sola nave, transepto sobresaliente de los dos lados, tres ábsides escalonados y una torre cuadrada adosada. Ya en la época barroca, se tomó la decisión de sustituir ese ábside sur por una capilla y una sacristía. A partir del siglo XIII, la planta sufrió numerosas modificaciones. En cuanto al exterior, destaca la torre por su espectacular altura, con una estructura de dos cuerpos superpuestos.

No podemos dejar de mencionar, y de destacar, el imponente ábside central. En él, encontramos una arquería de ocho arcos de medio punto, con sus correspondientes columnas rematadas por imponentes capiteles. En ellos están reflejadas diversas figuras de animales, pero también humanas. Es en esta capilla donde encontramos una de las imágenes más espectaculares de esta Colegiata. Estamos hablando, cómo no, de un Cristo del siglo XIV.