La isla pitiusa
Descubriendo Ibiza de cala en cala
¿Quieres conocer las calas de Ibiza para poder escoger en cuáles de ellas pasas tus mañanas y tardes?
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Ibiza es una isla pequeñita e ir de un extremo a otro en coche te lleva más o menos una hora. Pero aunque en dimensiones no sea demasiado grande, calas tiene bastantes. Bonitas, especiales, de aguas cristalinas. Así son las calas de Ibiza. Cada una de ellas, a su manera, tiene un encanto único. Por eso creemos que debes conocerlas. Solo así podrás elegir a conciencia cuáles quieres visitar en tu viaje.
Para empezar, vamos a hablar de Cala Salada y Cala Saladeta. Son dos de las calas más visitadas de la isla y por tanto, suele haber bastante gente. Pero su entorno natural, repleto de vegetación, las convierten en un pequeño paraíso que merece mucho la pena ver. La arena es dorada y el agua color turquesa.
Bordeando la isla hacia la derecha, podemos destacar la Cala Gració. Hablamos de una isla en forma de U y aguas de tonos verdes que se ha convertido en una de las favoritas de los residentes de Ibiza. Y tiene una bonita versión en pequeño llamada Cala Gracioneta. Pero todavía más destacable es la Cala Benirràs: allí puedes disfrutar de atardeceres de película mientras escuchas tocar tambores.
Continuamos con nuestro recorrido en el sentido de las agujas del reloj y hacemos mención a la Cala Llenya. En este caso no hablamos de una de las playas más bellas de la isla, pero es un tanto particular. Está rodeada por un espeso pinar que permite refugiarse del Sol. Además, tiene bastante más oleaje que otras de las calas de Ibiza.
Podemos seguir por Cala Llonga, que aunque su belleza no es descomunal, invita a pasar un día tranquilo en familia o con amigos. Tiene una gran extensión de arena y no hay apenas oleaje. Aunque la que sí es realmente bella es Cala d’Hort, o al menos sí lo son sus vistas. La cala no tiene arena sino pequeñas piedrecitas y cobijarse del sol es posible en sus restaurantes. En el horizonte, los protagonistas son los islotes de Es Vedrà y Es Vedranell, que sirvieron de refugio a los piratas en el pasado.
Casi hemos terminado de bordear la isla, pero antes de terminar tenemos que parar en alguna que otra cala más. Por ejemplo en Cala Vedella, una preciosa cala situada en un entrante de mar que posee aguas cristalinas y turquesas y paredes rocosas que la esconden del viento y de las olas. O en Cala Tarida, una cala llena de hoteles y restaurantes que han empobrecido su belleza natural.
Por último, mención a dos calas más: Cala Codolar y Cala Conta. La primera es una cala tranquila y familiar, a la que no va demasiada gente. La segunda es una de las más recomendables de Ibiza, así como también una de las más bonitas. Su paisaje es idílico, su arena es fina y blanca y su agua turquesa y cristalina. En frente, varios islotes que le dan un toque más caribeño si es posible. Te encantará.
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