SORIA
Monasterio de Santa María de Huerta, una de las joyas de la Orden Cisterciense
Viajamos hasta Castilla y León para conocer la sorprendente historia que esconde el Monasterio de Santa María de Huerta, en Soria.
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Es el momento más que perfecto para viajar hasta la provincia de Soria, concretamente a la localidad de Santa María de Huerta. En ese lugar encontramos una de las construcciones más sorprendentes de Castilla y León. Se trata, como no podía ser de otra manera, del Monasterio de Santa María la Real de Huerta.
Debemos tener en cuenta que este impresionante monasterio cisterciense, considerado como el más grande de Europa, fue construido entre los siglos XII y XVI en una zona estratégica en la Edad Media. Estamos hablando de nada más y nada menos que la antigua frontera castellana entre el Reino de Castilla y el Reino de Aragón.
El Monasterio de Santa María la Real de Huerta, a través de su historia
Para comenzar, debemos destacar que su fundación se debe al Rey Alfonso VII, por el cumplimiento de una promesa que hizo en el cerco de Coria. Para este proyecto, en 1142, el monarca trajo desde la Abadía de Berdoues en Gascuña, Francia, una comunidad de monjes cistercienses. Se alojaron en un primitivo edificio construido en el paraje Cántabos, en el municipio de Fuentelmonge.
A pesar de los esfuerzos, lo cierto es que el lugar escogido destacaba por su escasez de agua. Así pues, en 1162, se optó por hacer un traslado a tierras más cercanas al río Jalón. Un nombre a destacar en la historia de este Monasterio es San Martín de Hinojosa, que fue el cuarto abad del cenobio. Fue nombrado obispo de Sigüenza pero renunció a ese puesto para regresar al monasterio, donde hizo un gran número de obras y transformaciones.
Gracias a él, el edificio inicial pasó a la historia al convertirse en uno con unas dimensiones aún mayores y que cuenta con imponentes rasgos cistercienses. El Rey Alfonso VIII de Castilla fue el encargado de poner la primera piedra de esta construcción, y lo hizo el 20 de marzo de 1179. Bajo protección real y al contar con grandes donaciones, las obras avanzaron a toda velocidad.
Una de las personas que aportó más cantidad de dinero para esta construcción fue Rodrigo Ximénez de Rada, arzobispo de Toledo y sobrino de Martín de Hinojosa. Cabe destacar que en su testamento, que fue firmado en París en abril de 1201, dispuso que le enterrasen en este monasterio.
Quien también ordenó algo similar fueron los señores de Molina, que escogieron este lugar para su sepultura, incluyendo el primer titular del señorío, que no fue otro que el conde Manrique Pérez de Lara y su hijo Pedro. Cabe destacar que el Panteón de los Condes de Molina está ubicado en el claustro gótico. Los Reyes Alfonso II y Pedro II de Aragón también fueron bienhechores de este monasterio. En el siglo XVI, los Reyes Carlos I y Felipe II también otorgaron ayudas y beneficios.
En 1833, como consecuencia de la Desamortización de Mendizábal, los monjes fueron expulsados y solamente quedó la iglesia como parroquia. No podemos dejar de mencionar que Enrique de Aguilera y Gamboa, Marqués de Cerralbo, se encargó de realizar un estudio exhaustivo del monumento para poder dar a conocer toda su historia. Además, también hizo un inventario de todas las obras de arte que había en su interior. En 1882 fue declarado Monumento Nacional. Es importante destacar que, desde 1930, en este lugar reside una comunidad de monjes de la Orden Cisterciense de la Estrecha Observancia.
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