El Monasterio de Santa María del Parral: historia y dónde podemos encontrarlo

El Monasterio de Santa María del Parral es, sin lugar a dudas, uno de los más espectaculares que podemos encontrar en la orden jerónima. Situado cerca de Segovia, se fundó en el año 1447 por el príncipe Enrique (que terminaría siendo Enrique IV de Castilla) y Juan Pacheco (Marqués de Villena).

La participación de los dos en la fundación de este Monasterio siempre ha sido motivo de polémica. Hay quienes defienden que la iniciativa fue de Juan Pacheco mientras que otros se posicionan del lado del príncipe. A pesar de todo, parece que fue el Marqués de Villena quien se encargó de adquirir el terreno para realizar la construcción, aunque el príncipe siempre estuvo al tanto de cada movimiento.

A su vez, se cree que el rey Enrique IV quería ser enterrado en este Monasterio pero, finalmente, sus restos descansan en el de Guadalupe. Lo cierto es que el cuerpo de Juan Pacheco y de su mujer sí que descansan en el presbiterio del Monasterio del Parral. Esta edificación se erigió muy cerca de la ciudad de Segovia, en un lugar en el que desde antiguo estaba ocupado por la ermita de Nuestra Señora de El Parral.

Cabe destacar que los primeros tiempos de este monasterio fueron realmente complicados. La construcción del mismo no avanzaba, por lo que los jerónimos no tenían más remedio que malvivir en una serie de alojamientos meramente provisionales. Los fundadores terminaron desentendiéndose de esta tarea. Todo ello hasta que Enrique, en el año 1454, fue proclamado Rey. Momento en el que se realizó el impulso definitivo para realizar esta construcción.

Durante el siglo XV y parte del siguiente se realizó el grueso de esta construcción, así como su decoración, en especial el retablo mayor y los sepulcros de los fundadores que estaban situados en la capilla mayor. Cabe destacar que en 1659, el Monasterio sufrió un gravísimo incendio por el que se tuvieron que reconstruir algunas zonas.

Pasaron los años y en 1808, la ciudad fue ocupada por los franceses. Como consecuencia, el Monasterio fue saqueado. Los jerónimos no pudieron regresar a este lugar hasta el año 1813. La situación de precariedad era más que evidente, hecho que se culminó en 1835 con la desamortización. En ese momento, el Monasterio se abandonó por completo. No solamente se perdió parte del mobiliario sino que, también, la construcción se fue deteriorando con el paso del tiempo.

Es importante saber que en 1925 se comenzó la recuperación de la orden de San Jerónimo, hecho que provocó la formación de esa nueva comunidad que ocuparía este Monasterio. Algo que se mantiene en la actualidad. A pesar de que con la desamortización perdieron una gran parte del mobiliario, todavía conservan una gran cantidad de obras de todo tipo. Por si fuera poco, es importante saber que los jerónimos de este Monasterio tenían una granja cerca de la sierra de Guadarrama que, en el siglo XVIII, pasó a ser La Granja de San Ildefonso.