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Monasterio de Santa María de Valbuena: su origen y quién ordenó su construcción
Viajamos a la provincia de Valladolid para conocer la historia que esconde el impresionante Monasterio de Santa María de Valbuena.

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Es el momento más que perfecto para poner rumbo a la provincia de Valladolid, concretamente hasta el municipio de Valbuena de Duero. Allí encontramos un gran número de construcciones y monumentos verdaderamente impresionantes, como es el caso del Monasterio de Santa María de Valbuena.
Fue fundado en el siglo XII por Estefanía Armengol, hija de Armengol V y nieta de Pedro Ansúrez. Sus primeros monjes llegaron de la francesa Abadía de Berdona. Inevitablemente, esta construcción ha pasado por muchas fases. Además cabe destacar que, tras la histórica desamortización de Mendizábal, solo se mantuvo activa la iglesia. En 1967, el Arzobispado de Valladolid compró los edificios monacales a sus propietarios. En la actualidad, es un hotel balneario de 5 estrellas.
El Monasterio de Santa María de Valbuena, a través de su historia
Para conocer su origen, debemos viajar a mediados de febrero de 1143, cuando Estefanía Armengol tomó la decisión de fundar un monasterio a orillas del río Duero, no muy lejos de la ciudad de Valladolid. Y todo con la intención de que fuese gobernado por los monjes benedictinos.
Este Monasterio fue consagrado a Santa María, algo que era costumbre en los monasterios del Císter. Cabe destacar que, como segundos titulares, se encontraban San Martín de Tours, San Silvestre y Todos los Santos. No fue hasta 1151 cuando los monjes benedictinos cistercienses llegaron procedentes de la Abadía de Berdona, situada en Francia. Lo hicieron para hacerse cargo del monasterio, pero también para repoblar la zona.

Su primer abad fue Martín y, en 1151, le sucedió Ebrardo. En 1163, coincidiendo con el reinado de Alfonso VIII, el abad era Guillermo. Es importante mencionar que, prácticamente desde su fundación, este Monasterio de Santa María de Valbuena dependió de la Abadía francesa de Berdona. Concretamente hasta 1430, cuando se llevó a cabo la Congregación de Castilla y pasó a depender del Monasterio de Poblet.
Santa María de Valbuena fue una de las primeras fundaciones cistercienses que tuvieron lugar en Castilla y León y, de ella, saldrían varios monjes que regentarían otras tantas fundaciones. Entre ellas, el Monasterio de Santa María de Matallana, el de Santa María de Bonaval (Guadalajara), el de Santa María de Rioseco (Burgos) el de Santa María de Aguiar (Portugal) y el de Santa María de Palazuelos (Corcos de Aguilarejo).
No podemos dejar de mencionar que el de Santa María de Valbuena, desde su fundación y durante el siglo XII, contó con un gran número de privilegios por parte del Papa, de los Reyes y de diversos nobles. Sus generosas donaciones hicieron posible que su prosperidad fuese cada vez más notable. En el siglo XIII siguieron esas donaciones, aunque no con tanta frecuencia. Fue entonces cuando comenzó una decadencia que fue superada en el siglo XV, cuando Martín de Vargas fue nombrado abad del monasterio por Juan II. Fue él quien aplicó la reforma de la Congregación de Castilla, por lo que Valbuena dejó de ser controlado por el Monasterio de Berdona y se hizo filial del de Poblet. Desde ese momento pasó a ser conocido como Monasterio de San Bernardo de Valbuena.

Siglos después tuvo lugar la Desamortización de Mendizábal, por lo que las dependencias fueron puestas en venta. Menos la Iglesia, que continuó funcionando como parroquia. El Monasterio fue comprado por el barón Kessel quien, a su vez, se lo vendió a Juan Pardo. Lo mantuvo en su poder hasta 1950, cuando el Instituto Nacional de Colonización lo compró con la intención de instalar un poblado con 84 colonos que provenían de Santa María de Poyos, pueblo inundado por el embalse de Buendía.
A principios de junio de 1931, el Monasterio fue declarado Bien de Interés Cultural. A mediados del siglo XX, la Iglesia pasó de depender de la diócesis de Palencia a la de Valladolid. En 1967, el arzobispado de la capital de Castilla y León adquirió los edificios monacales en propiedad. En la década de los noventa, el arzobispado cedió esas construcciones para que se convirtieran en sede de la Fundación de Las Edades del Hombre. En la actualidad, es un hotel balneario de 5 estrellas.
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