Real Monasterio de Santo Tomás de Ávila: ¿sabías que en este lugar está enterrado el hijo de los Reyes Católicos?

Ávila es una de las ciudades de Castilla y León que más sorprende a todo aquel que decide visitarla. Recorrer las calles de su casco antiguo es una auténtica delicia, ya que sientes que se ha parado el tiempo. ¡Es sencillamente espectacular! Una de las construcciones que más llama la atención es el Real Monasterio de Santo Tomás.

Debemos tener en cuenta que su fundación se debió a Hernán Núñez de Arnalte, tesorero de los Reyes Católicos. Éste no tardó en dar poder no solamente a María Dávila, su esposa, sino también a Fray Tomás de Torquemada. Y todo para que actuasen en su nombre para poder crear un convento en Ávila que estuviera dedicado a Santo Tomás de Aquino.

El Real Monasterio de Santo Tomás, a través de su historia

Para conocer el origen de esta edificación, viajamos al año 1482. Por aquel entonces comenzaron las obras, bajo las órdenes de Martín de Solórzano con donativos de don Hernán Núñez de Arnalte pero, a su vez, por otros otorgados por los Reyes Católicos, que eligieron que este convento se convirtiera en la residencia de verano de la monarquía.

Y no solamente eso, sino que fue el lugar escogido para enterrar al que iba a ser el heredero de la corona, el príncipe don Juan, en 1497. El sepulcro se realizó varios años después de su muerte, por Domenico Fancelli. Y todo bajo las órdenes de Fernando el Católico, Rey de Aragón.

El Real Monasterio de Santo Tomás, con el paso del tiempo, llegó a ser utilizado como tribunal de la Inquisición. Además, allí pasó fray Tomás de Torquemada sus últimos años de vida. El paso del tiempo hizo que el Real Monasterio se convirtiese en casa de estudio e, incluso, universidad.

Lo cierto es que el Real Monasterio de Santo Tomás se ha convertido en una de las grandes joyas de Ávila. Y siendo honestos, no es para menos. Debido a su impresionante tamaño, debemos saber que cuenta con tres claustros: el del Noviciado, el del Silencio y el de los Reyes.

El Claustro del Noviciado es el más antiguo de todos y, además el más sobrio. Cuenta con un par de pisos desiguales. Si hay algo por lo que llama poderosamente la atención es el pozo que, en lugar de estar en el centro del patio como suele ser lo habitual, se encuentra en el lateral.

El Claustro del Silencio, también conocido como Claustro de los Difuntos, era el lugar escogido para enterrar a los frailes. Tiene dos plantas y dos puertas de acceso a la zona interior. Destaca la bóveda de crucería de la parte baja y, en la de arriba, los diversos lienzos en los que se utilizan los símbolos de los Reyes Católicos: el yugo y las flechas.

El Claustro de los Reyes era la parte del Real Monasterio de Santo Tomás en la que los Reyes Católicos descansaban. A pesar de todo, las últimas investigaciones señalan que este tercer claustro no habría sido construido por Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, sino por su nieto Carlos I de España.

Debemos tener en cuenta que Don Juan era el único hijo varón de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Lo cierto es que murió de manera prematura, antes de que pudiera acceder al trono. Fue la propia Reina de Castilla la que, tras el fallecimiento de su hijo, dejó en su testamento que su hijo tuviera un sarcófago de mármol.

Este sepulcro se esculpió en Génova entre los años 1511 y 1512 y trasladado al Real Monasterio. Fancelli se inspiró en el sepulcro de los Reyes Católicos situado en la Capilla Real de la Catedral de Granada. En él, podemos ver al príncipe esculpido, vestido de guerrero y con una actitud serena.