VISITA IMPRESCINDIBLE EN SICILIA
Entra en el Valle de los Templos, el 'bosque de las columnas romanas'
Una gran explanada repleta de templos espera al viajero que acude a Sicilia. Le llaman 'valle', pero es el mayor testigo de lo que fue el esplendor de la antigua ciudad de Akragas.
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Agrigento no es un lugar más en Sicilia. Se trata, sin duda, del rincón más imprescindible para todo aquel que pueda escaparse hasta la isla del sur de Italia. Y todo porque allí se encuentra el Valle de los Templos, la antigua ciudad de Akragas, declarado Patrimonio de la Humanidad y descrito en su día por Píndaro como “la más hermosa de las ciudades mortales”.
Akragas fue fundada en el año 580 a.C. y durante casi dos siglos fue una ciudad próspera y esplendorosa. Concretamente hasta que el ejército cartaginés la saqueó en el 406 a.C. Luego volvió a recuperarse, pero con el Cristianismo, arrasaron sus templos paganos y la abandonaron.
Visitar el Valle de los Templos permite disfrutar de un museo arqueológico muy rico. El paisaje de almendros mezclado con los crepúsculos solares convierte a este rincón de Sicilia en un lugar idílico. Tanto como observar sus templos de estilo dórico, algunos mejor conservados que otros.
Destaca el templo de Juno Lacinia, que domina el valle y que está precedido por un gran altar de sacrificios. Es del 450 a.C. y conserva toda una fila de columnas de un lado, y parcialmente la de los otros tres. El color de su piedra se debe a un incendio.
Cerca se encuentra el templo de la Concordia, el mejor conservado y del siglo V a.C. Cuenta con 34 columnas, que antiguamente estaban recubiertas de estuco blanco; y también conserva las arcadas entre las columnas gracias a que posteriormente fue empleado como basílica cristiana.
Otro templos de la zona es el de Júpiter Olímpico, con una planta de más de 110 metros de largo y que nunca fue finalizado (solo el de Artemisa en Éfeso era más grande en proyección). Claro que ver sus columnas de 17 metros de altura y 4,2 m- de diámetro ya nos da una idea de cómo debió ser la idea. Se adornó con estatuas de atlantes, una reproducción de las cuales está en el museo del Valle.
Tras este se encuentra el templo de Castor y Pólux, reconstruido en el siglo XIX con elementos de otros templos menores. Es un edificio de 34 columnas y da acceso a unos bonitos jardines de frutales y olivos, así como a otros templos. No se llama el valle de ese modo porque sí, y es que podemos ir de columna en columna, de templo en templo, toda la jornada.
De hecho, una visita puede durar todo un día, especialmente si tenemos la suerte de ir con un guía que nos vaya explicando la historia de cada uno de ellos, a cuál más interesante. Sin duda, toda una atracción para los amantes de la Historia Antigua.
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