Nuestro invitado de hoy es pobre, gordo y, sobre todo, maricón. "He aprendido a apropiarme de los insultos y hacerlos mi bandera. Uno, como medida de supervivencia, y otro, porque no hay nada malo en ser maricón, sobre todo si nos lo decimos nosotros mismos".
Alberto Velasco es mucho más que eso. También ha escrito piezas de teatro, cortos que él mismo ha dirigido, es actor y bailarín. Pero nadie se gira por la calle para gritarle con desprecio "¡director!" o "¡bailarín!". "Si no demuestras diariamente que estás intentado dejar de ser gorda. haciendo dietas y yendo al gimnasio, es como que no eres válida para la sociedad. Validarme como persona gorda es lo que más me cuesta".
Hablando de lo gordo, qué difícil que se serlo en general y más siendo maricón. "Sobre todo sin irte a la fetichización, que es el otro lado que tenemos en el colectivo", cuenta Velasco
Lo que nos lleva a ese común en muchos gays cuyo despertar sexual se produjo en plena pandemia del SIDA allá en los 90. "Yo he tenido muy pocas relaciones sexuales que no estuvieran acompañadas por el medio constante, por la vergüenza y por una xenofobia absoluta por el riesgo al VIH y a todo tipo de enfermedades venéreas".
Y con esto, llegamos a lo pobre. A la vida de un niño criado por una familia trabajadora en un Valladolid en el que, a pesar del paso del tiempo, persiste la huella del pasado. "Nos ha hecho creer el sistema que somos de clase media alta y que tenemos derecho a trabajar. Nos dicen que el trabajo dignifica. Y mira, no, esto no es así, Yo soy un ser digno por el hecho de existir", zanja Alberto Velasco
Ahora presenta el libro 'Pobre, gordo y maricón', con el que tampoco pretende salir de pobre, en el que recoge impresiones, vivencias, pensamientos que le han asaltado a lo largo de su vida. Una especie de diario que esta vez no nos tendremos que esconder para cotillear.