David Uclés no oculta el agotamiento y la ansiedad que arrastra en el momento más feliz de su vida. Hace justo un año se convirtió en el escritor revelación gracias a La península de las casas vacías, su particular historia de la guerra civil española en clave de realismo mágico.
"Llevamos quince ediciones, se va a traducir a varios idiomas y te puedo confirmar que se va a convertir en serie. Dicen que va a ser la más cara en la historia de España", anuncia, orgulloso, el también autor de El llanto del león (Ediciones Complutense, 2019) y Emilio y Octubre (Dos Bigotes, 2020).
Nos recibe con una sonrisa –y su característica boina– en la librería Ocho y Medio, en Madrid, a pocas horas de una de las múltiples firmas que la editorial Siruela le ha programado por toda España para celebrar el aniversario de la novela.
PREGUNTA. He querido saber más sobre el David Uclés previo a La península..., y en Instagram, en diciembre de 2023, subiste un post diciendo que aquel fue "el año más largo y agotador" y que esperabas un 2024 menos intenso. No te funcionó...
RESPUESTA. (ríe) Es cierto que 2023 fue muy intenso porque fue cuando investigué para hacer la novela y recorrí 25.000 kilómetros para empaparme bien de la Guerra Civil. Pero nada de lo que está ocurriendo estaba previsto. Yo le decía a un amigo: si no llego a una segunda edición, dejo de escribir. O sea, ese era mi sueño, llegar a una segunda edición. Entonces, sí, el 2024 ha sido verdaderamente el año más estresante. Y este le está ganando al anterior (ríe).
"Yo le decía a un amigo: si no llego a una segunda edición, dejo de escribir. Y llevamos quince"
P. La primera vez que hablamos contigo, que fue precisamente por la publicación de la novela, nos contaste que tus veranos consistían en irte a Santiago de Compostela a tocar frente a la Catedral y que con eso te pagabas tu estancia en Madrid.
R. Sí. Ese ha sido mi modus operandi para sobrevivir en los últimos años. Cantar en la calle es un trabajo muy duro. El año pasado lo hice, pero este me voy a permitir el lujo de no hacerlo. Quiero tener unas vacaciones reales.
P. ¿Un éxito de este calibre da para vivir?
R. Sí, sí, da para vivir. Yo, además, siempre he sobrevivido con muy poco. Nunca he tenido más de 500 euros al mes y con eso me he pagado mi vida en Francia, en Alemania, en Madrid, en Barcelona...
Estoy acostumbrado a vivir con muy poco. Salvo libros, no compro nada más. Gasto todo mi dinero en comida. Por lo tanto, sí, lo que voy a ganar ahora me va a dar para vivir bastante tiempo.
P. Manuel Vilas escribe en su último libro que vive con "miedo a que la literatura le abandone". ¿Sientes tú también esa presión?
R. No me gusta cuando un escritor dice esto de 'solo sé escribir, no puedo hacer nada más'. Yo he trabajado toda la vida en la aceituna, entonces no voy a decir eso, sería muy arrogante.
Si no me va bien en la escritura, pues me voy a trabajar a una cafetería o a un cine o de jornalero, o me voy a Dinamarca y me hago pastelero. O sea que no tengo ese vértigo. Ojalá que pueda dedicarme a escribir, porque tengo muchas ideas, pero si no es el caso, pues me reinvento como todo español.
P. Decías al principio que está siendo tu año más estresante, y el otro día, en una columna, comentabas que estás yendo al psiquiatra. ¿Es a raíz de La península...?
R. Voy al psiquiatra a raíz de La península..., sí, porque nunca he tenido un jefe ni responsabilidad. Ahora tengo muchos jefes, muchas responsabilidades y no duermo. Me acuesto y me pongo a pensar en cosas muy bonitas, positivas, pero no apago la mente.
También voy porque cuando hay mucha gente en las presentaciones, a veces me mareo. El psiquiatra me está ayudando mucho, y no tengo ningún prejuicio, fui de propia voluntad y estoy supercontento. Y además es muy majo.
P. Todo es consecuencia del éxito, supongo.
R. Supongo que sí, porque he hablado con otros compañeros y están también con tratamientos psiquiátricos. Así que supongo que es algo normal, gajes del oficio (ríe). ¡Cuando iba a la aceituna no me pasaba! Tenía otro cansancio, el físico, pero no el mental.
"Voy al psiquiatra a raíz de 'La península...' Me acuesto y me pongo a pensar en cosas muy bonitas, pero no apago la mente"
P. ¿Qué otros aspectos negativos conllevan el éxito?
R. La falta de tiempo. No tengo vida ahora. No voy al cine. Yo siempre me veo todas las películas de Cannes y de los Oscar, y este año solo he vista una. El cine es mi gran pasión, casi más que la literatura.
P. También has denunciado insultos homófobos en redes sociales.
R. Y cada vez van a más. Cuanto más famoso me hago, más insultos hay. En Twitter se reproducen como los gremlins, aparece uno y aparecen veinte (ríe). No les hago mucho caso, pero algunos sí que lo he guardado, por si pasara cualquier cosa, porque son amenazas. Me insultan porque hablo de Franco.
P. Algo así nos pasa en laSexta.
R. Bueno, pero si no se habla de Franco este año [se cumplen 50 años de su muerte], ¿cuándo lo vamos a hacer? Es necesario, es necesario.
P. ¿Por qué?
R. Mira, el otro día fui a un instituto y pregunté sobre su figura para un podcast que hago. Los alumnos, lo primero que hicieron fue defender la labor de Franco. Dijeron que trajo estabilidad al país en un momento débil. Luego les hablé de las cosas negativas que hizo y cambiaron un poco la opinión.
P. ¿A qué achacas que gente tan joven tenga una opinión positiva de un dictador?
R. Hay quien dice que se debe a que los adolescentes quieren mostrar rebeldía respecto a los profesores y a los padres. Yo creo que es que se ha banalizado el tema porque no se ha enseñado bien. Entonces lo recuperan y se ríen de ello, frivolizan y lo trivializan.
Es un peligro, y creo que ocurre en aquellos lugares donde no se ha hecho una memoria histórica, una memoria democrática fuerte y común.
P. ¿Qué podemos seguir aprendiendo de la Guerra Civil?
R. Todo. La Guerra Civil es nuestra última herida reciente. Todavía no está cerrada. Pero soy pesimista. Será el tiempo el que haga que nos olvidemos de la Guerra Civil, no creo que nosotros lleguemos a ningún acuerdo respecto al conflicto.
P. Y a pesar, como dices, de lo necesario que es hablar de nuestra historia, nadie se atrevía a publicar tu novela
R. No querían publicarme la novela por muchos motivos: porque era muy joven, porque el realismo mágico ya no se vendía, y sobre todo porque no querían publicar otra novela sobre la Guerra Civil. ¡Pero yo les decía que no era otra, que era la primera vez que se contaba toda la guerra en una ficción! Se había hecho en el ensayo, pero no en una novela. Pero ni con esas querían publicarme. Me costó muchísimo, de ahí que tardara 15 años en escribir el libro.
P. ¿Cuántos noes recibiste?
R. Dicen que Gabriel García Márquez recibió 14 noes. Yo creo que 140, le sumaría otro cero (ríe). Le envié la novela a todas las editoriales medianas y grandes de este país, y a casi todos los premios literarios. Siempre me decían que no. Pero no pasa nada. Yo lo entiendo. Se publican 90.000 títulos al año solo en España. Es normal que si te viene un chico joven con 900 páginas sobre toda la Guerra Civil en clave de realismo mágico no quieras ni siquiera darle una oportunidad.
P. ¿Cómo se vive durante 15 años con la misma historia en la cabeza?
R. Muy frustrado. Y con un peso muy grande sobre los hombros. Mi padre casi no me hablaba, mis amigos empezaban a juzgarme, a decirme que qué estaba haciendo con mi vida. Yo también me lo preguntaba, ha sido muy duro.
La última vez que retomé la novela para reescribirla me prometí que era la ultimísima vez, porque no podía más. Era algo agotador.
"Fue muy difícil estar 15 años con esta historia en la cabeza. Mi padre casi no me hablaba y llegué a preguntarme qué estaba haciendo con mi vida"
P. Ahora que mencionas a tu padre, he leído que te regañaba cuando llevabas libros a casa.
R. Sí. En mi casa nunca se ha leído, nunca ha entrado un vinilo, ni un disco, ni una película. Tenemos otro tipo de cultura, la relacionada con el campo, con los silencios, con el diálogo... Mi padre me regañaba si metía un libro en casa, entonces yo le robaba dinero y con ese dinero compraba libros y los metía a escondidas.
P. ¿Por qué tenía ese pensamiento?
R. Porque en Jaén tenemos un pensamiento muy austero, casi todos nos dedicamos al campo. El jienense no hace gala de lo que tiene, no presume de ello, son muy humildes e intentan siempre ahorrar. Mi padre decía que ahorrara el dinero, que para qué gastarlo en un libro, que una vez que se lee no se usa nunca más. ¡Y todavía tiene esa mentalidad, eh!
P. ¿Eres consciente de lo que estás viviendo?
R. Sí, soy consciente. Quizás no del todo porque no me doy cuenta de la magnitud del asunto al estar haciendo cosas todo el día. Pero soy consciente y por eso estoy muy agradecido a todos los lectores.
Para mí es un milagro que una novela que trata sobre la Guerra Civil no haya sido vilipendiada por una parte de la prensa de este país, independientemente de la ideología. Eso para mí dice mucho de la buena salud democrática de los medios.
P. ¿En qué momento te das cuenta realmente de que esto iba en serio?
R. Cuando nombran la novela como la primera ficción en la lista [de mejores libros del año] de Babelia. No me lo esperaba, y ahí dije: esto ha explotado. Y, efectivamente, a raíz de la lista desapareció el libro de las librerías y nadie lo encontró en Navidad.
Que un grupo tan grande de críticos eligiera mi novela, siendo yo un desconocido, reforzó un poco mi identidad como escritor, me ayudó muchísimo.
P. ¿Y qué crees que es lo que ha terminado de conectar con tanta gente? Porque, por lo que te habían dicho durante tantos años, La península... parecía abocada al fracaso.
R. El día anterior a que se publicara, en mi editorial teníamos mucho miedo. Decíamos que iba a pasar una de las dos F: o fama o fracaso. No había un término medio y lo más probable era el fracaso.
Pero bueno, estoy muy contento y feliz. Estas cosas solo ocurren una vez en la vida. Yo creo que ha funcionado porque quizás había un hartazgo de autoficción, de leer la guerra siempre desde un mismo lugar.
P. ¿Te preocupa que esta novela te persiga toda la vida y acabar cansado de ella?
R. No me preocupa. Es más, sería un honor que eso ocurriera. Como le pasó, por ejemplo, a Carmen Laforet, que siempre le recordaban Nada porque fue una novela brillante.
Tengo vocación de escritor y ahora la mitad del año me quiero retirar a escribir, pero no me importaría estar toda la vida moviendo La península... por mar y tierra. Ojalá que no se deje de hablar de la novela.
"Ya he empezado a maquinar la segunda parte, quiero contar la posguerra desde el realismo mágico"
P. He leído que habrá segunda parte.
R. Ah, sí, pero de aquí a unos 5 o 10 años (ríe). Las cosas necesitan su tiempo. Ya he empezado a maquinarla. Me gustaría contar la posguerra desde el realismo mágico. Sería una sátira hacia dictador, en ese caso.
P. Esta te la publicarán sin rechistar, supongo.
R. Si algo he conseguido es poder publicar más o menos lo que considere (ríe). Por lo menos la siguiente novela, que ya la tengo bastante esbozada. Luego ya veré. ¡A lo mejor también me hacen alguna censura! El país, de aquí a unos cinco años, no sabemos cómo va a estar. A Trump le quedan tres años y medio de mandato y tiene mucha imaginación. O sea que yo no soy muy optimista. Lo mismo no puedo ni publicarla o tengo que hacerlo desde el exilio, yo que sé.
P. Hombre, esperemos que no.
R. Esperemos que no, pero insisto: decía Saramago que él no era un pesimista, sino un optimista bien informado. Y yo veo un futuro negro, la verdad.
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