Más de tres millones de personas visitaron el Museo del Prado en 2024. Quizás usted fue una de ellas. Aunque, paseando por las salas repletas de obras de arte, puede que se le escaparan algunos mensajes o rastros ocultos que sus autores dejaron en cuadros como 'Las Meninas' de Velázquez o 'El Jardín de las delicias', de El Bosco.

Por eso nos hemos ido de paseo por las salas de la mejor pinacoteca de España con el escritor Javier Sierra. El autor de El maestro del Prado (Planeta, 2013) ha vuelto sobre esa misma historia en su última novela, El plan maestro, en la que analiza algunos símbolos ocultos en pinturas archiconocidas.

El ojo de El Bosco y los pulmones de Botticelli

"En realidad, El Bosco pintó disfrazado en esa geometría un súper ojo, un ojo de Dios, un ojo que todo lo ve", cuenta Sierra. "Y cuando alguien pasa de refilón por delante de 'El jardín de las delicias', necesariamente se siente observado. No sabe por qué, pero es un truco que empleo el maestro en el año 1500".

"En 'La Primavera', Botticelli escondió en la foresta dos pulmones humanos perfectamente representados"

Hoy, más de 500 años después, El Bosco nos sigue mirando desde la parte alta de una tabla admirada por miles de personas cada día en el Museo del Prado. Pero no es el único secreto a la vista de todos en estas transitadas salas. Botticelli nos muestra en uno de sus lienzos cómo, con talento e ingenio, es fácil sortear la censura.

"En época de Sandro Botticelli estaba prohibido hacer autopsias. Ver lo que tenía en el interior un cuerpo humano era necromancia y se perseguía", explica Javier Sierra. "Y, sin embargo, en esta pintura llamada 'La primavera', disfrazado en la foresta, hay dos pulmones humanos perfectamente representados".

'El plan maestro' de Javier Sierra

En El plan maestro, una ambiciosa novela que mezcla el misterio con la ciencia ficción, el arte se vuelve a poner en el primer plano. "Los cuadros no son pinturas, en realidad yo los veo como libros". Por eso, Javier Sierra nos propone cambiar nuestra mirada cuando paseamos por un museo.

Para él, las redes sociales y la sociedad actual que sufre un grave problema de atención, han afectado a la manera que tenemos de apreciar el arte. "Hay algo que yo llamo el síndrome de Instagram cuando visitamos un Museo. Nos dedicamos a hacer scroll por todas las imágenes de un museo y cuando salimos tenemos la sensación de no habernos quedado con ninguna".

Solo así seremos capaces de dejar de mirar sin más, para empezar a descubrir.

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