"Mis hermanas y yo éramos los hijos del blandofranquismo, el último Cara al Sol y el penúltimo baile escolar de la banderita tú eres joven..." escribe Pedro Simón en 'Los ingratos'. Una suerte de autoficción en la que viajamos a bordo de un Simca 1200 al ritmo de Camilo Sesto.
Son los años 70. Unos niños preguntan si queda mucho. Viajan sin cinturón. Huele a Ducados, a gasolina y a Nenuco. "Para mí la felicidad tiene que ver con un pueblo en los años 70, en color sepia, con tu padre haciendo una foto con la cámara polaroid y con un niño en pantalones cortos con las rodillas desolladas. Yo creo que de ahí venimos muchísimos", recuerda Simón.
Retrato de una generación
Él retrata un momento en el que España empieza a despertar, viaja del campo a la ciudad, a una especie de tierra prometida con la familia a cuestas que tal vez, nunca supo valorar ese esfuerzo de migrar. "No sé si les hemos dado las gracias lo suficiente. Somos una generación de ingratos. Que es una historia que se repite por los siglos de los siglos. Las generaciones siguientes son ingratas con las previas", reflexiona el autor.
"Somos una generación de ingratos"
Y así nace este libro: 'Los ingratos'. Pedro Simón rebusca en su infancia y bebe también de su profesión de periodista. "A diferencia del periodismo, en el que estás con alguien que se ha comido una hostia o estás con alguien que ha perdido a un hijo y las cosas son como son, en la ficción lo bueno es que tú puedes salvar al niño. Eso te hace ser un pequeño dios de algún modo, en el periodismo eres un esclavo".
Uno que suma ahora un gran premio más a su lista: el Premio Primavera de Novela 2021, con una historia a caballo entre la ternura y la culpa.
Foto principal: Asís G. Ayerbe