Quino
Editorial: Lumen
Año de publicación original: 2024
2024 es el año Quino, o el año Mafalda, como se prefiera. Tanto personaje como autor comparten efeméride, separada solo por 24 horas y algunas décadas. El 29 de septiembre se cumplen 60 años de la primera historieta de la 'genia del lazo', y tan solo un día después, el 30 de septiembre, el cuarto aniversario de la muerte de su autor.
Con 'La vida según Mafalda' Lumen homenajea a la tira cómica más importante jamás escrita en nuestro idioma
Quino es hoy un referente fundamental para entender la historia del cómic y de la contracultura latinoamericana. Desde su primera aparición arengaba por un mundo más justo desde la perspectiva de quien no levantaba más de metro cincuenta del suelo (lazo no incluido). Una niña pequeña, aunque crecida de ideas, conviviendo con un plantel de personaje que todavía hoy podrían servir como copias al natural de la vida misma.
En La vida según Mafalda, la editorial Lumen aprovecha la efeméride para homenajear a la tira cómica más importante jamás escrita en nuestro idioma.
La voz de Mafalda
Como muchos otros, leer a Mafalda significaba heredar un gusto añejo, uno anterior que venía de padres, hermanos mayores o, incluso, ya abuelos que nos legaban a los más jóvenes sus historietas. A pesar de que el mundo es otro, los transistores son cosa del pasado, casi como lo es ya la televisión y muchas de las referencias en sus tiras han desaparecido, o amenazan con hacerlo; aún así su mirada sigue cargada de actualidad.
Mafalda nació con el impulso de ser una de los primeros cómics modernos en Latinoamérica. Publicada originalmente en 1964, en el semanario Primera Plana, Mafalda formaba parte de la sección Vida Moderna, un epígrafe idóneo para un personaje que empezaba a mirar hacia una Argentina que despertaba de la dictadura, y que todavía habría de pasar por algunos de los episodios más violentos de su historia.
Mafalda nació en 1964, con el impulso de ser una de los primeros cómics modernos en Latinoamérica
Aquel mundo se nos sigue presentando como un calco del nuestro, con la misma precisión con la que a mediados de los sesenta Joaquín Salvador Lavado Tejón empezó a dibujarla. Nacía en aquellos años en Argentina una clase media hasta hasta entonces inexistente. El consumismo, la política y demás enfermedades de adultos se ven representados en sus versiones infantiles: los amigos y familiares de Mafalda.
Desde Susana, eternamente preocupada por la maternidad y mantener unos roles tradicionales; el aspirante a empresario, zafio y bruto de Manolito o las aspiraciones cándidas de Felipe. Un nuevo proyecto de país que se extendía a los hijos que empezaban a poblarlo.
Sesenta años contra la sopa
Mafalda es una mera observadora, en perpetuo asombro infantil, aunque sosteniendo una (mal llamada) conciencia adulta que le provocaba una mirada tildada por muchos como filosófica. Quizás de la misma escuela de la que luego se descolgaría la Latinoamérica de venas abiertas de Galeano, o la inspiración de mucho del rock nacional argentino que bien podría haber sido compañero de escuela de aquella niña por su retranca, ironía y aspiraciones contestatarias.
En Lisa Simpson o Greta Thumberg reconocemos la voz de Mafalda: una conciencia más humana que nuestras acciones
A estas alturas explicar quién es ella resulta casi tedioso, más aún cuando el arquetipo mafaldista sigue existiendo en nuestros días. Desde Lisa Simpson a Greta Thunberg, seguimos reconociendo en la ficción o la realidad la voz de una conciencia más humana que nuestras acciones.
Tan solo dos años después de empezar a ser, se convirtió en un símbolo contra la dictadura tras el Golpe de Estado de 1966. La sopa, eterna enemiga de su protagonista, pasó a evocar los nombres de la dictadura y el rechazo diametral de su autor a formar parte de los tiempos políticos de su país.
La vida según Mafalda
Esta nueva colección que se lanza ahora confirma el esfuerzo que Lumen ha dedicado históricamente a publicar la obra de Quino en nuestro país. Un recopilatorio que reúne varias historias en torno al sentido de la vida y sus consecuencias.
Escenas que nos dejan aforismos geniales, mafalderías, quinerías quizás (siguiendo la línea de las greguerías de Gómez de la Serna), en las que admitir el error propio es "el harakiri del orgullo"; o la felicidad por la llegada de la Navidad se justifica porque "por fin llega algo que no es solo para ejecutivos".
Mafalda se enfrenta a su primer año de escuela con la noción de que la historia debería enseñarse hacia adelante, y que entre sus nuevas obligaciones solo queda tiempo para juegos breves, tan breves como el de "la guerra nuclear", que termina de un solo plumazo. También el gesto de apagar la radio para proferir: "Hoy quiero vivir sin darme cuenta". O quejarse de que "anden cosiendo y descosiendo mi porvenir" en los dobladillos de la ropa que habrá de servirle en los años siguientes.
"Solo para lectores adultos"
En esa mirada seguimos encontrando los ecos de un mundo que suena con el mismo estruendo que el nuestro. Hubo que esperar hasta 1972 para que Esther Tusquets publicase en la editorial Lumen las historietas de Quino. Cuando lo hicieron estas llegaron desde la censura patria con una banda que alertaba a los lectores sobre la madurez de aquella joven: "Solo apto para lectores adultos".
Cuando se publicó en España, en 1972, lo hicieron con una banda que alertaba: "Solo apto para lectores adultos"
Aquella amenaza hoy resultaría irrisoria teniendo en cuenta su alcance y popularidad. Netflix ya ha anunciado una serie animada, dirigida por el oscarizado Juan José Campanella. Desde hace años, los usuarios comparten sus propias historietas, actualizadas, reconstruidas o inventadas en forma de 'memes'. El 'Sopaposting' (una vuelta de tuerca al 'shitposting' con el que se denomina a este tipo de contenido) tiene miles de seguidores en la red, donde el espíritu mafaldista sigue teniendo la capacidad de revitalizarse, de ser eternamente niña, eternamente joven y eternamente sabia.