Lizzy Stewart
Traductora: Regina López Muñoz
Editorial: Errata Naturae
Año de publicación original: 2022
Alison es una chica de veinte años que vive en un pueblecito del sur de Inglaterra en plena década de los 80. No aspira a mucho en su vida. Se enamora y se casa con el primer chico que se cruza en su camino. Cree ser feliz, tenerlo todo. Pero al poco tiempo su vida en pareja le parece insuficiente.
Se aburre enormemente. Entonces aparece Patrick Kerr, un artista famoso de mediana edad que la subyuga. Lo deja todo y se marcha con él a Londres. Allí, movida por el mundo bohemio de la escena artística londinense en el que le introduce su nueva pareja, empieza a coquetear con el arte.
Son dos mujeres en un mundo artístico eminentemente patriarcal donde les va a costar labrarse un nombre
A partir de aquí una pulsión interior la lleva a querer ser mucho más de lo que Patrick la deja. Él infravalora su talento, la considera únicamente como su musa . Le sirve para hacer explotar su arte pero no quiere que sea nada más. Le pone palos en el camino para impedirle volar sola. Solo su amiga Tessa la entiende y comparte su deseo.
Son dos mujeres en un mundo artístico eminentemente patriarcal donde les va a costar labrarse un nombre. Pero van a darlo todo por conseguirlo. El resto de la vida de Alison que vemos en este híbrido entre novela y cómic es un viaje de autodescubrimiento y de aceptación.
Un viaje a través del Londres de los 80, un territorio tan acotado como el de los artistas en el que el esnobismo y también la lacra del sida hicieron mucha mella. Al final el mensaje con el que nos quedamos es que la vida es lo que tú quieres que sea. Y solo tú tienes las herramientas para tratar de llevarla hacia donde tú quieres.
Una mezcla que funciona
No estamos ante una novela. Tampoco ante un cómic. Alison es la mezcla de lo mejor de estos dos mundos. Lizzy Stewart utiliza una amalgama de estilos que funciona. En una página puedes encontrarte un texto clásico, novelizado, en el que se plasman los pensamientos de Alison, pero en la página siguiente puede haber una sucesión de viñetas sin una sola palabra donde se nos muestra el día a día de Alison o, por ejemplo, se representa una elipsis temporal.
Hay de todo: una página clásica de cómic, otra simulando una carta escrita, otra más que enumera sucesos que pasan en diferentes años...
Son solo dos ejemplos pero hay mucho más: una página clásica de cómic con sus dibujos y sus bocadillos rellenos de texto, otra página simulando una carta escrita a una persona, otra más que enumera sucesos que pasan en diferentes años. Hay de todo. Y todo funciona para que avance la historia.
Pero si hay algo que trabaja a favor del cómo se nos cuenta esta historia es la sencillez. Sencillez en los trazos del dibujo de Stewart y sencillez en la trama. Y no lo decimos como algo peyorativo porque es una deliciosa sencillez.
Ojalá fuera real
Por más que hemos buscado no hemos encontrado nada, ni una sola pista que nos confirme que la historia de Alison es real. Y maldita sea que lo parece. A cada página que iba cayendo durante nuestra lectura, si había una idea recurrente que se nos venía a la cabeza pensábamos: "Esto es ha ocurrido. Alison existe". Pero no.
Por más que hemos buscado no hemos encontrado ni una sola pista que nos confirme que la historia de Alison es real
Más allá de unas pequeñísimas pinceladas autobiográficas de la autora, Alison es un personaje de ficción. Y es una pena porque nos ha quedado un regusto amargo al saber que no tiene tres dimensiones. El mismo regusto amargo que al terminar la historia.
Hay una brizna de melancolía que arrastra todo el libro y que explota al final porque esta obra se te mete dentro. Es una vida como pudiera serlo la de cualquiera y aquí radica su magia. Alison no es real, pero lo es porque vivirá en cada uno de nosotros.