Marianne Wiggins

Traducción: Celia Filipetto

Editorial: Libros del asteroide

Año de publicación original: 2022

La "sed" que da título a este libro es mucho más que una necesidad física. Es también un símbolo. Son los deseos más profundos de sus personajes: la búsqueda de sentido, la necesidad de redención y la lucha por encontrar un lugar en un mundo cambiante. Son necesidades vitales que se dan cita dentro de una novela monumental.

Las propiedades de la sed se ambienta en los años de la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos. En aquel tiempo tan convulso, la familia Rhodes se ve inmersa en unos cambios tan profundos que les transformarán para siempre. Rocky Rhodes, el protagonista, es el heredero de una gran fortuna que se instala en un rancho en el valle de Owens, en California con su mujer y sus hijos gemelos Sunny y Stryker.

Desde el principio de su vida allí se las tienen que ver con el Departamento de Agua de Los Ángeles, que drena continuamente sus acuíferos. La mujer de Rocky muere de polio cuando sus hijos son pequeños. Para amortiguar un poco el golpe la hermana del protagonista (también gemela) acude en su ayuda con la esperanza de echar un cable ante la devastadora muerte de su esposa.

La "sed" que da título a este libro es mucho más que una necesidad física. Son los deseos más profundos de sus personajes

La vida de los cuatro se ve profundamente afectada por la irrupción de la Segunda Guerra Mundial en los Estados Unidos. Stryker se encuentra destinado en Pearl Harbor durante el ataque de los japoneses. Mientras, en el rancho, Rocky, Sunny y Cas (la hermana) asisten atónitos a uno de los episodios más vergonzosos en la historia de los Estados Unidos: los campos de internamiento para 10.000 japoneses-estadounidenses que se crearon en el desierto de California tras el ataque a Pearl Harbor.

Todo asiático o hijo de asiático fue encarcelado incluso aunque hubiese nacido en el país estadounidense. La sonrojante justificación para hacerlo fue esta: proteger a esos ciudadanos de posibles ataques de odio por parte del resto de la población. Sin palabras.

Y para rizar el rizo, un judío (que se interesará perdidamente por Sunny) es el encargado de la construcción de esos campos.

Marianne Wiggins logra entrelazar estos eventos históricos con la vida cotidiana de sus personajes, exponiendo las complejidades éticas y morales de la guerra y la política. La historia de la familia Rhodes se convierte en un microcosmos de las grandes tensiones de la época, donde las decisiones personales se ven impactadas por las circunstancias históricas y políticas.

Sed de lírica

El estilo narrativo de Wiggins es poético y evocador, lleno de descripciones ricas que capturan tanto la belleza como la dureza del desierto. Los personajes están cuidadosamente elaborados, y sus luchas internas resuenan como si fueran las nuestras.

Además, Las propiedades de la sed explora la idea de la "sed" en múltiples niveles: no solo la sed física que implica vivir en el desierto. Es una metáfora poderosa de las ansias humanas de amor, justicia y comprensión, en un mundo que parece estar siempre al borde del colapso. Lo hace dividiendo la novela en 11 partes de duración desigual. Cada una se vincula a una propiedad de la sed. Y en ellas vertebra la historia y la narrativa.

Estamos ante una novela que es deudora de los grandes clásicos de la literatura estadounidense

Estamos ante una novela que es deudora de los grandes clásicos estadounidenses (podríamos citar a Steinbeck, por ejemplo). Es una familia luchando contra la adversidad en medio de un mundo en el que se tocan buena parte de la mitología de la que tan orgullosos se sienten allí. A saber: la búsqueda de la tierra prometida (o el viaje al oeste), la lucha contra el racismo o la transformación de la naturaleza.

Como curiosidad, Hollywood también está presente porque en la zona en la que se desarrolla la trama también se ruedan películas. Así que no os extrañéis si con el paso de las páginas veis desfilar a personajes tan ilustres como Humphrey Bogart, Orson Welles o Katharine Hepburn.

Un duro revés

Ahora que sabéis más o menos lo que os vais a encontrar en Las propiedades de la sed, os vamos a contar la titánica tarea que ha supuesto escribir este libro para su autora. Cuando estaba enfrentándose a los últimos episodios, Marianne Wiggins sufrió un derrame cerebral que la incapacitó para leer y escribir. Su hija Lara Porzak y su editor se volcaron con ella desde 2016 para poder terminarlo.

Marianne Wiggins sufrió un derrame cerebral que la incapacitó para poder terminar el libro

El ictus que sufrió, además de impedirla escribir a mano que era como solía enfrentarse al desafío de sacar adelante una novela, le borró la memoria. Es decir, era incapaz de recordar nada de lo que había escrito sobre Las propiedades de la sed. Por eso este libro es una especie de milagro. La paciencia, dedicación (y determinación) de su hija fueron las que saciaron definitivamente una sed que primero fue metafórica y luego física.

Las dos consiguieron sacar adelante algo que parecía imposible. Por eso esta novela es tan especial. Y lo mejor de todo es que no hace falta conocer esta historia de superación para valorarla en sí misma. Aunque es cierto que le añade una capa más de épica. Acaba siendo, por todo, una de esas grandes historias que solo ocurren en el indómito oeste estadounidense.