Leonardo Padura
Editorial: Tusquets
Año de publicación original: 2024
Cuando Leonardo Padura tenía cinco años sus padres le dijeron un día: "Hoy vamos a La Habana". Para él, un pequeño y espabilado muchacho de Mantilla, un barrio del sur de la capital cubana, aquella fue una expresión extraña. ¿Acaso no vivían ya en La Habana? ¿Qué significaba aquella afirmación? ¿Qué quería decir aquel desplazamiento?
Todo lo que hace de La Habana su esencia está recogido en este libro
El tiempo le explicó que ir a aquella ciudad que se perdía en callejuelas estrechas y que bullía como una olla que nunca se quema cerca del Malecón, aquella urbe que rebosaba alma en La Habana Vieja, era sinónimo de vivir experiencias, de disfrutar de la fiesta, de una belleza que desde niño le ha subyugado y ha marcado su vida tanto personal como literaria.
La decadencia que trajo la Revolución, la importancia del béisbol como deporte identitario que forja amistades y genera dinámicas de grupo, los rescoldos de aquella especie de Las Vegas con playas de arena blanca que quisieron crear los gringos, el pasado colonial, la luz, el mar, la división social previa a la Revolución y el abismo que se abrió después... Todo lo que hace de La Habana su esencia está recogido en este libro.
La Habana, escenario literario
Porque esta no es una guía al uso de una ciudad. Ni siquiera es un repaso histórico sin más a una de las ciudades clave de la política internacional del siglo XX. No. Ir a La Habana es una mezcla entre libro de memorias y carta de amor de Leonardo Padura. Una reconstrucción de su vida anclada, para bien o para mal, a una ciudad única en el mundo.
La Habana, cuenta Padura, disfruta de "un privilegio que no tienen todas las ciudades: el de ser una ciudad con alma". Y el escritor se ha propuesto en este volumen el loable objetivo de ir recorriendo su vida y la de las calles que le han acogido. Dos historias en paralelo que se influyen la una a la otra, que sobrescribe con letra personal la historia registrada en los libros.
"La Habana cuenta con un privilegio que no tienen todas las ciudades: el de ser una ciudad con alma"
Además, cada pasaje va acompañado de textos del propio Padura, extractos de alguna de las catorce novelas que ha ambientado en la ciudad, que sirven para añadir capas a un paisaje pintado con los colores de la realidad, la vivencia y la ficción.
La Habana como plató de cine, La Habana gastronómica, La Habana rebelde y la revolucionaria, la peligrosa, la que baila, la que muerde. Todas están en este libro y todas trazan su relación directa con el escritor, que reflexiona sobre ellas y presenta lo ya escrito por él en ocasiones anteriores.
Así, Padura repasa la evolución de la ciudad, desde su origen en el siglo XVI, saqueada por franceses, hasta La Habana pospandémica, sin saltarse ningún evento ni girarle la cara a lo que no le gusta, sin ser condescendiente ni excesivamente crítico con nadie.
Leonardo Padura, periodista
La segunda parte del libro, Padura muestra su otra cara, la de periodista. La de cronista de una ciudad que ha perdido grandes símbolos en los últimos 60 años, ya sean edificios, comercios o personajes clásicos. Su labor como reportero, buscando historias interesantes que contar, es previa a la de escritor y esta se alimenta literariamente de aquella.
Desde la década de los 80, cuando Leonardo Padura salió de la facultad de filología en la que se licenció, comenzó a escribir para diferentes publicaciones en la isla. Su mirada, siempre inquieta, retrató los problemas y los giros de una ciudad a la que vivía pegado. Destino y dolor de quien no supo ni quiso vivir en otra parte.
'Ir a La Habana' resume al Leonardo Padura periodista en once reportajes que abarcan desde 1984 a 2015
Ir a La Habana resume esta etapa de su vida en once reportajes que abarcan desde 1984 a 2015, 30 años en los que la ciudad nunca ha dejado de cambiar y Padura nunca ha dejado de observarla. Y en esa relación de objeto y mirada se ha escrito una de las historias de amor más profundas y únicas entre un escritor y su ciudad natal.
El libro se abre y se cierra, además, con un par de docenas de imágenes de La Habana tomadas por Carlos T. Cairo, fotógrafo nacido también en la ciudad, que recogen la luz, los colores y la esencia de unas calles que cuentan más con lo que muestran que con lo que dicen unos y otros de ellas.