Vanessa Schneider
Traductora: Isabel González-Gallarza
Editorial: Circe
Fecha de publicación original: 2018
Cualquiera que me oía decir estos últimos días que estaba leyendo la biografía de Maria Schneider no tardaba en soltar algo parecido a "ah, sí, la de El último tango en París". Y seguro estoy de que muchos ni la han visto. Que haya pasado medio siglo del estreno de esa película y todavía siga copando titulares la sitúa en uno de esos lugares privilegiados de la historia del cine. En este caso, para mal. O debería.
Aquella famosa escena de la mantequilla fue un abuso: ni estaba en el guion ni Maria Schneider sabía qué iba a pasar
Todos hemos oído hablar de esa escena, del escándalo que supuso su estreno, de la censura y de aquellos españoles que la sorteaban viajando a Francia. En los últimos años, porque supimos que aquella famosa escena de la mantequilla fue un abuso: ni estaba en el guion ni la joven actriz protagonista sabía qué iba a pasar.
Aquella escena marcó la relación de los tres principales implicados. Marlon Brando tardaría años en perdonar a Bernardo Bertolucci, a quien culpó de haberle engatusado para rodar algo que le daría vergüenza toda su vida. Maria sufriría un escarnio público. Maria, abusada delante de una cámara y revictimizada después.
Maria reducida a una sola escena de una sola película. Hasta hoy.
Pero quién es Maria Schneider
A esa pregunta nos responde la periodista y escritora francesa Vanessa Schneider, firmante de Mi prima Maria Schneider, una especie de biografía de la actriz que es a la vez unas memorias propias y la historia de una familia que, como los Buendía de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, parece condenada a no tener una segunda oportunidad sobre la tierra.
Schneider, la escritora, nos invita a ser los ojos de esa niña que creció fascinada con la figura de su prima, una mujer con una vida apasionante que de noche transcurría entre tabaco, alcohol y música y de día entre platós, focos y los actores que salían en las revistas de moda. Repasaremos su vida a retazos, como la niña que fue Vanessa, que guardaba en una carpeta roja todo lo que se publicaba de su prima en las revistas.
Vanessa Schneider nos invita a ser los ojos de esa niña que creció fascinada con la figura de su prima
Gracias a ella descubriremos a una Maria Schneider apasionante, lúcida, inteligente, carismática, con un hambre voraz por una vida que la arrolló sin remedio y sin mirarla siquiera. Como el camionero que aplasta un conejo en la autopista y apenas nota el bache ni el ruido, porque lleva la música demasiado alta.
Maria atrevida, Maria deslenguada, Maria víctima de una sociedad que cargó sobre ella la vergüenza que no se atrevieron a cargar sobre dos hombres, estrellas, como Brando y Bertolucci. Maria la que se rebeló contra todo eso y trató de no ser esa mujer que esperaban que fuera, la que luchó como pudo contra la adicción a la heroína, que se llevó una generación por delante aquí y allí también. Maria enamorada de una mujer que le hizo bien. Se fue asegurando que había tenido una vida bonita.
Pero quién es Vanessa Schneider
Cuenta la periodista en estas memorias de su prima, que son las suyas propias, que su historia común comienza antes de que ella naciera, cuando Maria fue echada de casa por su madre para ser acogida por sus tíos. Su madre no le quiso nunca y su padre no le pudo dar su apellido porque las leyes francesas impedían que hombres casados dieran sus apellidos a hijos bastardos. Se reencontraron, pero aquella escena de aquella película los separó de nuevo.
Leyendo Mi prima Maria Schneider descubriremos una familia marcada por las drogas -su hermana también fue drogodependiente-, por el suicidio de su hermano y uno de sus tíos, y por la falta de querer que canta Mon Laferte.
Sorprende el tono en segunda persona de esta biografía, la forma de dirigirse a la protagonista e involucrar al lector en la historia, obligándole a asistir a una especie de conversación privada que no debiera estar escuchando y que le hace a uno sentirse increíblemente incómodo en algunos pasajes, con algunas confesiones. Una biografía escrita a pecho descubierto como solo una historia así merece la pena ser contada.
Su madre no la quiso nunca y su padre no le pudo dar su apellido, porque las leyes francesas lo impedían con los hijos bastardos
Servirá, al menos eso espera su prima y eso espero yo que me puede la empatía, para cambiar la imagen que tenemos de la actriz. Algunas historias no sabremos nunca si son ciertas, tampoco importa, es lo que Maria contaba, como orgullosa aseguraba que hicieron falta dos actrices para sustituirla a ella cuando Buñuel la despidió.
Por lo visto el aragonés se arrepintió pronto de haberle dado el protagonista de Ese oscuro objeto de deseo y ante su incapacidad de trabajar de puro drogada que estaba, acabó contratando a Carole Bouquet y a Angela Molina para el papel de Conchita. Esto se lo contó Maria a Vanessa una noche mientras veían la película sentadas en el sillón de su salón y ella a nosotros ahora sentados en ese mismo sillón.
Firman Elvira Lindo y Miguel Albaladejo el guion de El cielo abierto, y una línea de guion dice: "La vida de las personas normales es muy fuerte". Y qué razón tienen.
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