Sabina Urraca
Editorial: Alfaguara
Año de publicación original: 2024
Hay algo de hipnótico en la prosa de Sabina Urraca que te va atrapando sin remedio. Abres El celo, su última novela, te internas en ella e inmediatamente estás atrapado. Desasosegado. Siguiendo a la Humana. Siguiendo a la Perra. Intentando no caer en esa espiral de nostalgia, dudas, miedo y vacío. Quieres salir porque es incómodo pero no vas a poder. Ni de broma. Hay un obsceno deseo de descubrimiento que no te deja.
La Humana estaba perdida. Dolorida. Su cuerpo le era ajeno y había decidido dejar de sentir. De hecho, la noche que encontró a la Perra, estaba drogada. No lo pretendía pero ella y el animal acabaron uniendo sus caminos. Ahora conviven juntas y una de ellas (el animal) es la que va dando toda la energía que le falta a la otra (el ser humano).
Existencia vacía
Hasta aquí parece que esté todo el rato escribiendo a golpes. Como si fueran latigazos que tratan de captar vuestra atención. Creedme cuando os digo que este es un vano y fútil intento de plasmar la forma de narrar de Sabina en esta novela. Un torpe y burdo (si se me permite) homenaje a un texto que me ha dejado temblando. Por su acidez, por su contundencia, por la forma en la que te remueve por dentro.
Ya os habréis imaginado que la Humana es la protagonista de esta obra. Tiene 32 años y desde el primer minuto se nos deja claro que es incapaz de desear, de sentir.
Es un texto que me ha dejado temblando. Por su acidez, por su contundencia y por la forma que te remueve por dentro
Que está de vuelta de todo sin apenas haber comenzado la ida. Ha regresado a una ciudad de la que se fue hace tiempo por amor. Un amor que la ha roto de mil formas distintas. Tanto físicas como anímicas.
La Humana no siente, no ejerce, no disfruta y no es. De hecho, ha llegado un punto en el que cree que algo va mal dentro de ella. Tan mal que lo único que puede hacer es agarrarse a unos ansiolíticos como chaleco salvavidas. Pero para que su psiquiatra acceda a recetarle más tendrá que ir a una terapia de grupo. Es allí donde conocerá a Mecha, una persona casi mágica que, junto a la Perra, se convertirá en su faro para salir a flote.
Dando voz al silencio
Tras esta historia tan descarnada está la intención de hablar de matriarcado, de mujeres rotas, de enfermedades mentales y de la pérdida de la inocencia. El celo es una obra que se va contigo a todos lados porque no te suelta nunca. Sabina Urraca ha parido un texto intrincado y demoledor sobre una realidad que se silencia demasiadas veces y que no puede resumirse solo en titulares.
Tras esta historia está la intención de hablar de matriarcado, de mujeres rotas, de enfermedades mentales y de la pérdida de la inocencia
No todo es blanco o negro. Hay víctimas de maltrato que denuncian, que hacen todo lo posible por huir de su maltratador pero encuentran una fuerza irresistible que les sigue llevando hasta ellos. Porque se puede detestar a alguien pero a la vez sentir que no eres nada sin él. Todos estos grises están en El celo, una novela que también recurre al humor ácido para intentar que no mueras ahogado antes de llegar a la orilla. Nada más lejos.
Esta novela es un salvavidas que te mantiene a flote y que pone el foco en muchísimas cosas. De entre todas ellas, yo me quedaría con una: la resiliencia que tenemos los humanos para acabar pudiendo con lo que nos echen. Pero es algo muy mío. Seguramente vosotros os quedaréis con otra cosa. En El celo hay muchísimo donde elegir y, creedme, todo, merece la pena.