Myriam M. Lejardi
Editorial: Crossbooks
Año de publicación original: 2025
Hay algo morboso en ver a una persona pasarlo mal. Como sociedad lo censuramos, claro. Intentamos aspirar a un valor moral más elevado. Pero como individuos fallamos estrepitosamente. Y picamos. Y caemos. Una y otra vez. Es la forma más fácil que tienen los realities de supervivencia para enganchar a la audiencia. Es su principal arma. La otra: que participen famosos.
Si los que se enfrentan a la adversidad con un palo y una piedra son de los que tienen dinero, de los que envidiamos, el morbo es doble. Pero... ¡ay amigos! La rueda de la tortura puede girar un poquito más. Sumémosle desesperación. El cóctel es explosivo.
Una isla y dos millones de dólares
Esta es la premisa de Misha Zhukov debe morir, una novela en la que unos jóvenes de buenas familias y más o menos fama, se juntan en una isla desierta rodeados de cámaras y teniendo que sobrevivir. ¿El premio? Dos millones de dólares que van menguando a medida que pasa el tiempo.
Para recoger este suculento tesoro tendrán que encontrar ocho llaves dispersas por la isla que están guardadas en otros tantos cofres que solo se abrirán al superar una difícil prueba que elige el público que ve el programa. Y tendrán que pensar siempre en sobrevivir con lo que tienen porque si no también verán como el botín se reduce.
Ocho jóvenes con posibles y más o menos fama, se juntan en una isla desierta rodeados de cámaras y teniendo que sobrevivir
La tentación está muy presente. En la isla hay un búnker al que tienen acceso y que está lleno de comodidades: cama, ducha, máquinas expendedoras de comida... pero para utilizar todo esto hay que pagar. ¿Con qué dinero? Con el del premio. Es otra forma más de avivar la tensión en un grupo que, ya sin influencias externas, es un polvorín a punto de estallar.
Hasta aquí es posible que esto os parezca Los juegos del hambre pero todavía no he acabado. Hay algo más que subyace en esta novela. Un tórrido romance. ¿Recordáis que cuando éramos pequeños solíamos decirles a esos que siempre andaban rondándose (y odiándose) "los que se pelean se desean"? Pues aquí ocurre lo mismo.
Misha Zhukov y Carrie Brennan se conocían antes de entrar en el reality. Ella es influencer y le utilizó para robarle un beso y así ganar miles de seguidores en sus redes. Él, un batería y fundador de una banda de rock al que traicionan, al que la vida le trata a empujones y que se dejó hacer.
Es el tío duro, el amargado de manual lleno de dramas que esconde dentro mucho más de lo que muestra. Ella, es interesada y hasta cierto punto, despiadada, pero se irá ablandando. Qué remedio. El amor tiene que triunfar. ¿O no? Porque cuando el dinero y la avaricia entran en juego incluso la muerte tiene algo que decir.
A vueltas con el 'new adult'
La responsable de todo este berenjenal es Myriam M. Lejardi, una autora que ya nos tiene acostumbrados a historias con romances tórridos y torrenciales como el de No confíes en Asher Hall (que lleva vendidos más de 12.000 ejemplares en España) o Prende fuego a la noche. En Misha Zhukov debe morir hay claros elementos que acercan esta historia al new adult(en el poderoso subgénero llamado Enemies to Lovers), historias de jóvenes que se resisten a madurar dando todavía varios coletazos de rebeldía antes de morir en la orilla de la edad adulta.
Aquí hay amor, hay humor, hay excitación, hay salseo y hay un ritmo que te absorbe como un remolino. La historia se narra desde dos puntos de vista: el de Misha y el de Carrie. Cada capítulo lo protagoniza uno de ellos y nos cuentan lo que pasa a través de su voz y de sus pensamientos, con lo cual, nosotros como lectores, tenemos toda la información. Nada de lo que piensan los protagonistas nos es ajeno. Los capítulos son cortísimos haciendo que la narración vaya como un tiro.
Aquí hay amor, hay humor, hay excitación, hay salseo y hay un ritmo que te absorbe como un remolino
Entre medias de los dos protagonistas siempre hay un episodio que muestra el punto de vista del público. Esto es un soplo de aire fresco porque nos saca de la isla, nos pone en la piel de un mero espectador y claro, sigue alimentando ese morbo que es pura gasolina para este tipo de historias. Vemos como todo se va complicando y no podemos dejar de mirar la pantalla, ¡perdón!. Quería decir que no podemos dejar de leer.
Misha Zhukov debe morir no le va a cambiar la vida a nadie. Tampoco lo pretende pero, al cerrar el libro una vez terminado puede que os deje en el subconsciente una pregunta. Más allá de las puñaladas traperas y los besos robados bajo las cámaras de un reality... ¿dónde está el límite? ¿Somos personas o títeres? ¿Todo vale en la búsqueda del cochino vil metal? Vale, son tres preguntas, no una. Una por cada punto de vista de esta historia. Las respuestas solo las tenéis vosotros.
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