Ismael Martínez Biurrun
Editorial: Aristas Martínez
Fecha de publicación original: 2024
No sabía que una sola escena pudiera eclipsar toda una novela.
Sí pensaba que, de ocurrir, sería con una historia de Ismael Martínez Biurrun. Todavía navegan en algún lugar de mi mala memoria imágenes de su anterior libro, Solo los vivos perdonan.
Pero aquí es distinto. En esta ocasión hablamos de algo más bestia. Más impactante. El mundo onírico de aquella última obra se vuelve tangible en Duración de un fantasma, donde las pesadillas tienen forma de criaturas terroríficas que podrían haber surgido del lugar más oscuro del imaginario del estudio Ghibli.
La escena más perturbadora funciona casi como un cuento, un relato que hace estallar la novela
Así, caminando entre la penumbra y las incógnitas que flotan en las primeras páginas, nos encontramos con uno de los pasajes más perturbadores que he leído en mucho tiempo (y del que poco se puede desvelar). Una brillante escena de terror que funciona casi como un cuento, como un relato breve que hace estallar la novela, abriendo un agujero oscuro por el que se cuelan todos nuestros miedos.
Y todo por culpa de un juego de niños.
Un 'road trip' fantasmagórico
Pero de aquel juego siniestro ya no queda nada. Tan solo el recuerdo. Y de los niños, solo los hermanos Romana y Amador, ya adultos. Ambos, poseedores de un don extraño, casi milagroso, son los últimos de la inquietante familia Olano.
Él lleva tiempo desaparecido, huyó dejando tras de sí todo tipo de leyendas horribles. Ella necesita verle de nuevo. Su padre acaba de fallecer y tiene que resolver con Amador unos asuntos de herencia.
Ramona y Said emprendrán un viaje, una especie de 'road trip' fantasmagórico
Para ello, le buscará en cada una de las casas familiares que todavía tienen. Y no lo hará sola: Romana estará acompañada por Said, un veinteañero del que poco se sabe más allá de su obsesión por las historias que rodean a la familia Olano. Juntos emprenderán un viaje en una especie de road trip fantasmagórico, sin saber que el oscuro pasado nos les va a abandonar por muy lejos que vayan.
Terror patrio
Este año se cumplen cinco de la publicación de Nuestra parte de noche, de Mariana Enriquez. Una novela de terror que rompió todas las barreras y prejuicios, consiguiendo que hasta la crítica literaria se fijara en ella.
Desde entonces (y veremos hasta cuándo), el género vive un gran momento, por eso no está de más reivindicar a los autores y autoras que llevan años en nuestro país alimentando, por suerte, nuestras pesadillas. Nombres como el de Pilar Pedraza (para la que la propia Enriquez ha pedido el premio Cervantes), Emilio Bueso, que acaba de fichar por Ediciones B tras años labrándose un nombre en el panorama literario, o el propio Ismael Martínez Biurrun, galardonado con algunos de los premios más importantes del género (Celsius, Kelvin y Nocte) y que, poco a poco, sigue construyendo una obra sólida e interesantísima.
En su nueva novela, el autor pamplonés vuelve a tratar temas como la muerte, la familia, la culpa, el remordimiento o la soledad. Y todo a través de la fantasía y del terror. De nuestros miedos. Duración de un fantasma es novela dura, en ocasiones incómoda y desagradable, pero siempre vibrante. Una historia repleta de imágenes que se quedan a vivir en lo más profundo de nuestra memoria.