Xavier Irujo
Editorial: Crítica
Año de publicación original: 2025
"Más que máquinas necesitamos humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura", exigía Charles Chaplin en su discurso final en 'El gran dictador'. Aquellas palabras resonaban mientras la guerra arrasaba Europa, y ya contenían el germen del horror que el mundo descubriría tan solo cinco años más tarde en los campos de exterminio: el mal se había vuelto más frío y calculado que nunca.
Xabier Irujo investiga la industrialización de la muerte que desarrolló la terrible 'solución final'
Xabier Irujo investiga en La mecánica del exterminio la industrialización de la muerte que desarrolló la terrible 'solución final'. Una evolución medida y calculada hasta la extenuación, que evolucionó durante los años del conflicto sin parar hasta convertirse en la punta de lanza de una de las mayores tragedias de la historia de la humanidad.
Espacio vital y bebés
Los teóricos del Reich habían utilizado el abominable cruce del darwinismo y el racismo ario para justificar la legitimidad de Alemania a lo largo de un territorio que a principios de la década de los 40 reclamarían como suyo. Según los fanáticos nazis, su 'raza se debía extender por las regiones orientales y asegurar su descendencia junto a personas "racialmente aptas". Al mismo tiempo, se extendió la noción de 'espacio vital' para justificar los deseos expansionistas del Reich.
Irujo relaciona a las organizaciones juveniles de Hitler con los elevados números de embarazos que dejaban las reuniones del partido
Comenzó una campaña de expansión, en todos los sentidos, que fue asentando el germen del Holocausto desde la infancia y adolescencia de los hijos del Reich. Irujo relaciona a las organizaciones juveniles de Hitlercon los elevados números de embarazos que dejaban las multitudinarias reuniones del partido. Solo tras el mitin de Nuremberg en 1937, 900 mujeres de las juventudes hitlerianas regresaron a casa embarazadas, y menos de la mitad conocían al padre.
Estos esfuerzos por aumentar la natalidad entre arios cayó bajó la directiva de la Lebensborn, dependiente de las SS, y llegó a crear hogares dedicados a la "generación de nacimientos en cadena". Unos años más tarde, el departamento dedicado al alumbramiento de bebés "racialmente aptos" se encargaría de la organización de los campos de concentración y la persecución judía en toda Europa.
Las fosas gimientes
Con el comienzo de la Operación Barbarroja y el avance hacia Ucrania y Rusia, el ejercito alemán autorizó los primeros asesinatos en masa de judíos. Para poder aplicar estas medidas se creó un nuevo cuerpo, el Einsatzgruppen. El encargado de uno de sus grupos, el Einsatzgruppen D, era Otto Ohlendorf, encargado de uno de los brazos armados más terribles de la II Guerra Mundial, capaces de llegar a los mil asesinatos al día de adultos y niños. Pero todavía debían perfeccionar este método.
La logística nazi empezó a utilizar las armas como vía de ejecución rápida. Sin embargo, la baja mortalidad de los disparos empezó a preocupar a sus líderes. Muchos de los asesinados no resultaban mortalmente heridos y debían ser rematados, o quedaban en shock y despertaban horas más tarde. A este fenómeno los nazis lo apodaron como 'fosas gimientes', por los sonidos que emanaban de los reos que conseguían sobrevivir, muchas veces pidiendo que fuesen rematados para acabar con el horror.
La temible 'solución final' provocó hasta 5.000 muertes al día en los campos de exterminio
El problema se extendía, irónicamente, a la implicación emocional de los verdugos. Probaron calibres distintos, intentando reducir las salpicaduras de vísceras y huesos. Colocaron a los condenados a 25 metros, evitando que los soldados pudiesen distinguir sus rostros o reconocer su olor. Aún con las ingentes cantidades de alcohol que se les proporcionaba el problema no remitía y debían ser relevados cada diez grupos de asesinados. Necesitaban una vía más impersonal y fría para poder soportar tantas muertes.
Hacia finales de 1941, el Reich empezó a desplazar 'furgones de gas' hasta los lugares de las ejecuciones. Los primeros que se usaron fueron los del campo de exterminio de Chelmo. Allí se acinaba a cientos de personas que eran gaseadas y lanzadas a las fosas, evitando los problemas experimentados durante el año anterior en la oscura logística nazi. Acababa de nacer la temible 'solución final', que en su fase más álgida provocaría hasta 5.000 muertes al día en los campos de exterminio del Tercer Reich.
La mecánica del exterminio
Xabier Irujo hace un trabajo excepcional de investigación. Como profesor de Estudios Vascos en la universidad de Nevada, lleva especializándose a lo largo de toda su carrera en genocidios. Una vocación que le ha llevado a mirar de frente a la muerte en más de una ocasión. Muertes programadas, perfectamente ejecutadas y que se alejan de la casualidad para proponerse en tesis macabras que nos hablan sobre lo más oscuro del ser humano.
A lo largo de La mecánica del exterminio encontramos un estudio que trata de la misma forma aséptica las causas y motivaciones que llevaron al mayor horror posible. En sus últimas páginas recoge datos capaces de helarnos el alma y que apuntan al mismo origen macabro, el que nos apela como seres humanos: "La indiferencia forja el mal".
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