Katerina Silvanova y Elena Malisova
Traducción: Víctor Ruiz Aldana
Editorial: Besties Books
Año de publicación original: 2021
Yura y Volodia son dos jóvenes que un día coinciden en un campamento de verano, se conocen, se gustan, se enamoran y se separan en cuerpo, que no en espíritu, cuando acaba la temporada. La misma historia que hemos leído unas cuantas veces antes, salvo que la historia de Yura, un joven ucraniano, y Volodia, ruso, está ambientada en la homófoba Rusia de 1986 y publicada en la nada gayfriendly de 2021.
Tan poco gayfriendly que el éxito de Un verano en el campamento desató una ola reaccionaria en el gobierno ruso, que acabó prohibiendo este y tantos otros libros de temática LGTB.
Jóvenes que se explican a sí mismos
Todo comenzó unos años antes en una plataforma de internet en la que escritores amateurs publican sus historias de forma libre. Katerina Silvanova, ucraniana, y Elena Malisova, rusa, eran dos jóvenes aficionadas no solo a escribir aquí, también a leer lo que otros publicaban. De hecho, cuando se conocieron descubrieron que ambas eran lectoras la una de la otra sin saberlo.
Fue entonces cuando decidieron dar forma al alimón a una historia que acabaría siendo Un verano en el campamento, una obra LGTB que acabaría siendo un éxito indiscutible.
En los últimos años estéán proliferando los relatos LGTB escritos y protagonizados por adolescentes
Puesto que la literatura, y el arte en general, sirve para entender y explicar el mundo que nos rodea y abrir debates sobre él, es normal que en los últimos años estén proliferando los relatos LGTB escritos y protagonizados por adolescentes y que estos los estén abrazando.
Lo queerestá saliendo de las sombras de lo indie para colarse en el mainstream y ahí tenemos productos como la película de 2018 Con amor, Simon, que se vendió como la primera comedia romántica abiertamente gay para adolescentes que producía un gran estudio de Hollywood. O la saga Heartstopper, cuyo éxito, primero en formato cómic y después en serie de Netflix, confirma que muchos jóvenes, no solo queer, ansían consumir este tipo de historias.
'Un verano en el campamento' vendió más de 500.000 ejemplares en Rusia antes de ser prohibida
Hija de estos productos es Un verano en el campamento. Su éxito en la plataforma animó a una editorial rusa a publicarlo en papel, convirtiendo la historia de Yura y Volodia en todo un bestseller entre la juventud del país, como así lo confirman los más de 500.000 ejemplares vendidos allá.
"Nunca pensamos que fuera a ocurrir esto porque, para empezar, no imaginamos que nuestro libro fuera a ser publicado. Cuando Elena y yo empezamos a escribirlo no éramos famosas, lo escribimos para una plataforma de acceso libre en internet. Era una historia que queríamos explicarnos a nosotras mismas y a un círculo muy reducido de lectores. En aquel entonces aún no estaba prohibida la literatura LGTBI, como ahora. Podían aparecer algunos detalles en los libros, pero aún así era impensable que alguien publicara una novela dedicada a una historia de amor homosexual", cuenta a EFE Katerina Silvanova.
Demasiado para Putin
En la asfixiante Rusia de Putin, que lleva años dejando caer su aversión a todo lo que suene a no heterosexual, el éxito entre jóvenes de una novela como esta parece que no sentó del todo bien. Ya en 2013 se aprobó una ley que prohibía lo que ellos consideraban propaganda de relaciones no heterosexuales dirigida a menores de edad. Aprovechando la guerra con Ucrania, la persecución se incrementó y este libro fue tomado como cabeza turco.
En 2022 la prohibición de difundir mensajes LGTB se amplió a cualquier edad y no solo este libro, que había suscitado críticas enfurecidas, acabó prohibido. También sus autoras fueron víctimas de una campaña en su contra desde internet y medios de comunicación tras las que vinieron las amenazas y el posterior abandono del país.
En Rusia, las personas del colectivo son consideradas unos monstruos
En palabras de Katerina Silvanova, "los propagandistas de la radio, los canales centrales y federales de la televisión empezaron a publicar fotos nuestras y las caras al descubierto de nuestros lectores que hacían vídeos sobre el libro en sus redes sociales. El Gobierno decidió que la temática LGTBI no se podía permitir en la literatura porque Rusia es un país de valores tradicionales y las personas del colectivo son consideradas unos monstruos".
"Besándonos no le hacemos daño a nadie", le dice uno de los jóvenes al otro en un momento de la novela. "Menos a notros mismos", le espeta el otro.
Sobre la novela
Centrándonos estrictamente en la novela, qué decir. Resulta tremendamente interesante el marco en el que está ambientada, un campamento en 1985, y emocionante en la parte en la que los jóvenes dudan de si lo que están sintiendo está bien o no.
Yura, ucraniano de 16 años, llega al campamento Golondrina sin imaginar que allí conocerá a Volodia, un ruso mayor que él, estudiante de primer año de universidad. Juntos pasearán, nadarán e incluso organizarán una obra de teatro. Pero al pasar de los días ambos se darán cuenta de que lo que sienten va más allá de la amistad.
Obligados a vivir su amor a escondidas, con el final del verano sus vidas se alejarán. Sin embargo, años después, incapaz de olvidar su primer amor, Yura emprenderá un viaje para tratar de encontrar a aquel chico que le enseñó que lo que él sentía no era malo, ni raro. Era simplemente amor.
La novela de Malisova y Silvanova resulta entrañable, emocionante y gustará a los adolescentes de verdad
Igual que Brokeback Mountain, primero en formato relato escrito por Annie Proulx en 1997 y después en película dirigida por Ang Lee en 2005, servía como disección de una época y un país, la américa profunda de los años 60, Un verano en el campamento funciona para comprender la Rusia actual desde los ojos adolescentes pertenecientes a una generación mejor y más libre que sus dirigentes.
La obra de Malisova y Silvanova resulta entrañable, emocionante, gustará a los adolescentes de verdad, a los que les corresponde por edad, y al adolescente que todavía vive dentro de quienes crecimos sin la posibilidad de leer historias como estas mientras sí leíamos y nos emocionamos con romances heterosexuales.
Una experiencia, por cierto, que nos permitió desarrollar una imaginación y una empatía de la que carecen aquellos que hoy ven un besito tímido al fondo de una escena de una película y lloran rabiosos porque les han jodido la experiencia. E, incapaces de asumir su abyecta homofobia, lo visten de protección a unos niños que, en realidad, les importan un carajo.