Juan Gabriel Vásquez
Editorial: Alfaguara
Año de publicación original: 2025
"La escultora colombiana Feliza Bursztyn, exiliada en Francia, se murió de tristeza a las 10:15 de la noche del pasado viernes 8 de enero, en un restaurante de París". Así comenzaba Gabriel García Márquez la columna que publicó el 20 de aquel mismo mes del año 1982 en un periódico colombiano. Aquel texto, eminentemente periodístico, excepto por una única palabra, "tristeza", llamó, años después, poderosamente la atención del también escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez.
Tras una investigación periodística para averiguar quién fue esta mujer y por qué pudo morir de tristeza, Vásquez se obsesionó por completo con Feliza. Viajó a París, visitó la calle donde vivía, el estudio en el que trabajaba y el restaurante en el que murió antes cuatro amigos (uno de ellos era el propio García Márquez) y su pareja, Pablo Leyva.
Juan Gabriel Vásquez se obsesionó por completo con Feliza. Viajó a París y se entrevistó con su pareja, Pablo Leyva
Se entrevistó con Pablo por carta, por teléfono y en persona, en París y en Colombia. Reconstruyó paso a paso qué ocurrió aquel 8 de enero de 1982, desde que comenzó el día hasta las 10:15 de la noche. Pero como no era suficiente, fue más allá. Analizó aquella primera semana de enero y todavía desanduvo unos pasos más.
Descubrió la vida pasada de Feliza y de Pablo, cómo se habían conocido, cómo habían llegado a París y por qué. Descubrió por qué Feliza se había tenido que ir de Colombia e incluso le alcanzó a ver la sombra de sus padres, llegando a América en 1933, escapando de la Europa que empezaban a devorar los nazis y su odio hacia los judíos.
De investigación, realidad y ficción
Pero no era suficiente. Por eso, un escritor de la talla de Juan Gabriel Vásquez hizo lo que tenía que hacer. Amasar toda aquella información, todos aquellos datos y convertirlo en una novela. Los nombres de Felizaañade a toda esta verdad la ficción necesaria para completar los espacios: diálogos, emociones, sensaciones, pensamientos...
Pero todo lo demás, forma parte de la novela. Incluido el propio autor y su obsesión por una mujer a la que nunca conoció en persona pero de la que llegó a saberlo absolutamente todo. Su propia investigación es parte de la historia y, como tal, se narra en la novela.
Hay que tener mucho talento para saber resbalarse por la rampa del tiempo con la agilidad con la que lo hace Juan Gabriel Vásquez
Y hay que tener mucho talento para saber resbalarse por la rampa del tiempo con la agilidad con la que lo hace Juan Gabriel Vásquez. Que comienza un párrafo en un café del París actual, charlando con Pablo Leyva sobre aquellos días casi olvidados y lo acaba saliendo por la frustración que sentía Feliza cuarenta años antes al ver que gente a la que consideraba amiga le fallaba y le negaba la ayuda y el saludo.
Un ir y venir en el tiempo que no hace sonar las costuras de la narración, sino que se amolda como un guante a la misma. Que fluye constantemente, que te hace partícipe de los descubrimientos como en una novela de detectives y te hunde en los motivos por los que aquella tristeza de la que hablaba Gabo había terminado por ganar la batalla que se libraba en el cuerpo de aquella escultora desconocida.
Feliza Bursztyn, una mujer diferente
Feliza Bursztyn fue una mujer que se enfrentó durante sus 48 años de vida a todas las normas que la coartaban. Se escapó de su poderosa familia y de su casa acomodada llena de prohibiciones casándose con un estadounidense, superviviente de la Segunda Guerra Mundial. De ese matrimonio, que le impedía trabajar como artista, escapó como la amante de un hombre casado y no judío. Y del arte acomodado colombiano huyó utilizando elementos poco utilizados en aquel momento, como la chatarra.
En 'Los nombres de Feliza' la pincelada es tan delicada que se puede apreciar la llama de la tristeza alumbrando el alma de esta mujer poderosa y libre
Un personaje tan llamativo, tan elocuente, es la semilla de esta novela inolvidable. Alrededor de ella, de la reconstrucción de su vida, sus anhelos, sus obsesiones y sus emociones, Juan Gabriel Vásquez levanta esta poderosa historia que recorre, además, los años de las grandes tensiones internacionales.
Y en el amplio y ambicioso retablo, la pincelada es tan delicada, que se puede apreciar nítidamente la llama de la tristeza alumbrando el alma de una mujer poderosa, de espíritu libre, que fue capaz de enfrentarse a su destino una y otra vez. Y es un retrato que enternece y angustia.
Sigue el canal de Ahora Qué Leo en WhatsApp para estar al tanto de todas nuestras reseñas, reportajes y entrevistas.