Edmundo Paz Soldán
Editorial: Almadía
Año de publicación original: 2024
El Profe deja el instituto donde trabaja y decide huir de la civilización. Predica con voz baja y la boca pequeña el fin de la humanidad a corto plazo, pero no porque sea un agorero o un loco, sino porque lo tiene muy claro. Lo ha visto en sueños. Sus sueños marcan su destino. Ellos y su tía Silvia. La mujer que lo crio después de que sus padres fallecieran en un accidente antes incluso de que él llegara a la vida.
Su tía Silvia desapareció hace años mientras acampaban juntos. Salió una noche a perseguir unas luces verdes que la alumbraban desde el cielo y no se la ha vuelto a ver. Ella le enseñó al Profe a hacer ungüentos que alivian dolores musculares, a crear pociones que reducen los gases y cosas parecidas.
La Comunidad tiene los mismos problemas que cualquier sociedad: desigualdades, luchas por el poder, represiones
El Profe vaga por el borde de la selva amazónica, entrando y saliendo de la civilización, hasta que se asienta en los restos abandonados de un parque de atracciones adoptado por la naturaleza. Junto a un área protegida donde el gobierno trabaja, en secreto, para recuperar especies al borde de la extinción. Allí recibe a cada vez más personas con las que crea una Comunidad. Se preparan juntos para el final de los días y la venida de los seres de otros mundos que les guíen.
Pero esa Comunidad, compuesta por humanos, tiene los mismos problemas que cualquier sociedad: desigualdades, luchas por el poder, represiones... El Profe la dirige y trata de hacerla avanzar. Vende o intercambia los elixires que produce por comida o tecnología. Y en ese paisaje tan peculiar, a su alrededor, varias personas tratan de salir adelante con mayor o menor convicción en lo que predican.
Paz Soldán: un autor con estilo propio
Edmundo Paz Soldán es uno de los escritores bolivianos más importantes del momento, representante de honor de la generación de los 90 de las letras latinoamericanas. Trabaja como profesor de Literatura en la Universidad de Cornell, en Estados Unidos. Su prestigio, labrado a base de premios y de traducciones de sus obras a más de diez idiomas, es más que merecido.
Su manera de contar, atropellada, ingeniosa, cargada de imágenes poderosas, de metáforas inesperadas, te hace avanzar a trompicones
Su manera de contar, atropellada, ingeniosa, cargada de imágenes poderosas, de metáforas inesperadas ("los labios tan finos que no parecen muy de acuerdo en existir") te hace avanzar a trompicones. A veces deslizándote por las páginas como una montaña rusa de agua. A veces con frenazos y golpes, como una atracción que no funciona bien. Pero al final, sales del Área protegida como de un parque temático: cansado, feliz, algo eufórico y con la sensación de que no eres la misma persona que entró allí horas antes.
Porque el texto de Edmundo Paz Soldán rezuma estilo: es agobiante y dulce. Es incómodo y elegante. Cautiva y libera al tiempo. Y ofrece tantos matices que correr por sus páginas es sinónimo de perderse algo. De no ser consciente de tus propias pisadas, de avanzar sin huellas.
Una trama en construcción
La historia, resumida a grandes rasgos al principio de esta reseña, no es una fotografía fácil de ver. Ni siquiera un vídeo. La trama se muestra fragmentada, con capítulos cortos que cambian de protagonista constantemente, sin línea cronológica clara. Retazos de una Comunidad enclavada en mitad de la selva. Observada de lejos, entre el follaje, como ventanas incomunicadas de una misma casa.
La historia se va formando con el avanzar de las páginas en la cabeza del lector
Es más, la historia, como tal, se va formando con el avanzar de las páginas en la cabeza del lector, que va haciendo las conexiones necesarias, que va uniendo los puntos, que va entendiendo las motivaciones y las causas de cada uno de los personajes. Y cada capítulo va modificando el global, añadiendo o quitando ideas, puliendo conceptos de un libro que se modifica con cada palabra.
El resultado es una inteligente reflexión sobre los problemas contemporáneos de nuestra sociedad: cambio climático, exceso de información y falta de conocimiento, la tecnología como causa y solución de problemas similares y el profundo vacío de sentirse humano.