Autora: Ángeles Caballero
Año de publicación original: 2023
Editorial: Arpa
La periodista Ángeles Caballero aborda en su primer libro, Los parques de atracciones también cierran, el retrato de esa población mayor que nos es tan cercana, nuestros padres y madres. Es un relato duro y a la vez entrañable sobre cómo vivió el envejecimiento de sus progenitores, la enfermedad y la muerte.
Un relato duro y a la vez entrañable sobre cómo vivió el envejecimiento de sus padres
La primera parte del libro es un tributo a la memoria familiar en la que muchas personas nos veremos reflejadas. Ese costumbrismo de parientes cercanos y lejanos, ese día a día que a veces nos ruboriza pero que nos representa tanto. Un fiel retrato de esa familia tipo de los 80.
Cuidar a los que te cuidaron
Pero la enfermedad va apoderándose poco a poco del relato, y también todas las emociones con las que la periodista afronta el ocaso de sus padres.
Hay un punto de inflexión. Ese en el que "se firma el cambio de roles" que la autora recuerda con esta crudeza, cuando tuvo que cambiar el pañal a su padre por primera vez: "Acabábamos de ser testigos de un momento único y privilegiado en el que perdimos los pudores y los escrúpulos. Solo me faltó la toallita para dejar esa parte del cuerpo oliendo a Nenuco". Así, los padres pasan a ser los hijos y los hijos pasan a ser los padres.
Otra de las partes más desgarradoras del relato es cuando vemos aflorar su síndrome de burnout. Su testimonio en primera persona demuestra que entregarse es gastarse. Quiere, pero no llega a todo. Y sobre ella recae el peso de decisiones importantes, como la de seguir adelante con un agresivo tratamiento que podría ser la única opción para el cáncer terminal de su padre. Nos da una perspectiva tan íntima que somos cómplices incluso de su sentimiento de culpabilidad posterior.
Su testimonio en primera persona demuestra que entregarse es gastarse. Quiere, pero no llega a todo
Ángeles Caballero consigue que nos mimeticemos con el duro proceso que vivió. Asegura que tuvo "las emociones anestesiadas", y nos confiesa su lado más vulnerable. Uno de los momentos más tristes lo verbalizó su hija: "Mamá, yo quiero que el abuelo se vaya ya al cielo, porque así no le va a doler nada". Un drama que se elevó con el diagnóstico de su madre, "algo malo en el hígado" en lugar de cáncer. El festival del eufemismo.
A través del empeoramiento de su madre destapa también esas grandes verdades ocultas a las que duele mirar. Ángeles Caballero desempolva esa gran alfombra sobre la que se ha ido metiendo capas y capas de polvo, que acaban desencadenando un verdadero tsunami.
Tributo a toda una generación de mujeres
Su madre sirve también para levantar un necesario monumento a toda una generación de mujeres "entregadas hasta el límite a la casa, al marido y a los hijos".
Pero como la doble cara de una moneda, ahora son las hijas de esa generación abnegada las que tienen que vivir en sus propias carnes la crítica ajena por no heredar ese rol de cuidadora. Tienen que, como Ángeles Caballero, soportar los comentarios y juicios de quienes no entienden que ella haya optado por llevar a su madre a una residencia.
Esa residencia se convertirá en la crónica de un episodio terrible de nuestra historia reciente. La de miles de familias que tuvieron que despedir a sus seres queridos, precisamente, sin poder despedirse por la pandemia de Coronavirus. "Se nos conoce por eso, por enlazar sainetes. Y así lo demostramos un 25 de marzo de 2020 cuando escapé del confinamiento porque tenía que enterrar a mi madre", recuerda la autora.
Ángeles Caballero se rasga las vestiduras y nos muestra hasta el pespunte más profundo
El sainete podría definir bien la esencia de este libro. A caballo entre el drama, el amor y el humor; y el difícil equilibrio que exige semejante triada. Cabalgando a veces sin control esa hidra de tres cabezas surge el símil que da nombre al libro: "He tapado más de lo debido (…). He pensado que mi parque de atracciones tenía el deber de seguir abierto, que podía con todo. (...) Pero escribo esto y digo que no, que es compatible todo esto con mostrar las costuras".
Porque sí, Ángeles Caballero se rasga las vestiduras y nos muestra hasta el pespunte más profundo. Casi es un ejercicio de autoperdón, compasión y evaluación de esa tiranía que lleva a un constante intento de contrapesar el drama, de descafeinarlo, de tener siempre presta una sonrisa que quite hierro a un asunto de altos hornos.