Janet Frame
Fecha de publicación original: 1961
Editorial: Trotalibros
Janet Frame descubrió pronto el lado más cruel de la vida, en el que se instalaría, sin quererlo, casi hasta el fin de sus días. Su infancia estuvo marcada por la pobreza y la tragedia familiar: su hermano mayor sufría ataques epilépticos y dos de sus hermanas murieron ahogadas.
Tenía 21 años cuando intentó suicidarse. Entonces llegó un diagnóstico erróneo de esquizofrenia, años de internamiento en distintos manicomios, más de doscientas terapias de electroshock y una lobotomía... que nunca se produjo gracias a la literatura: los médicos cambiaron de opinión cuando Frame ganó un concurso de relatos que posteriormente serían publicados.
Tenía una lobotomía programada, pero Janet Frame se salvó al ganar un concurso de relatos
Aquellos años marcarían su vida y su obra. Alejada por fin de aquel infierno, la escritora publicó su primera novela, Cuando canta el búho, hasta ahora inédita en español. Una historia centrada en la familia Whiters, en la que resulta inevitable ver el reflejo de la familia Frame.
Historia de una tragedia familiar
Las primeras 40 páginas resultan tan desconcertantes como deslumbrantes. En ellas se amontonan personajes, versos, frases en cursiva, voces inquietantes e historias turbadoras, como la de una enfermera que se lleva a los niños sucios para susurrarles cosas a través de un tubo de cartón y comprobar que oyen bien.
Y así, con un estilo torrencial e imágenes potentísimas, la autora nos presenta a los Whiters: por un lado están los hermanos Francie, Chicks y Toby, a los que les encanta ir al vertedero en busca de tesoros, siempre que este último esté en disposición de hacerlo. Porque a Toby (como al hermano de Frame) le dan ataques epilépticos "y yace de vez en cuando en el hospital con los labios flácidos como la goma y cubiertos de saliva y el rostro retorcido y los ojos saltones".
Daphne Whiters, con un tono desgarrador y extremadamente lírico, reconstruye la historia familiar y la suya propia
En torno a ellos, la escritora despliega un universo repleto de ternura e imaginación (y algo de oscuridad) que colisiona con el mundo de los adultos, encarnado en unos padres absorbidos por las dificultades económicas. Ambos universos acabarán arrasados por una tragedia familiar cuyas consecuencias descubriremos en una segunda parte de la novela que se desarrolla veinte años después.
Pero por encima de todos hay una figura, la de una cuarta hermana: Daphne Whiters. Es ella, con un tono desgarrador y extremadamente lírico, la que reconstruye la historia familiar y la suya propia: la de una mujer encerrada, no sabemos por qué, en la habitación de un manicomio. Es el alter ego de Janet Frame. Sus palabras, presentadas en cursiva, abrazan de alguna manera la que sería su siguiente novela, la también impresionante Rostros en el agua, en la que la autora neozelandesa relató con crudeza el día a día en los pabellones de un centro psiquiátrico.
Una voz magnética
Resulta asombrosa la capacidad de Janet Frame para sumergirse en lo más profundo de tu mente y grabar en ella escenas tan evocadoras: "El mar se cuela en los sueños de la gente y fluye en círculos en su cabeza, excavando cavernas en la que reverbera y crece hasta que las polillas verdes socavan a la gente y todos gritan dentro de sí mismos: socorro, socorro".
En medio de la oscuridad, Frame es capaz de hallar la belleza
Se mueve entre lo inquietante y lo melancólico. Y en ese terreno sombrío encuentra su voz, tan especial, tan magnética, para hablar de salud mental, de marginalidad, de soledad, de incomprensión, de la locura, de la crueldad humana. Y, a pesar de todo, en medio de la oscuridad, Frame es capaz de hallar la belleza.
Cuando se cumplen 100 años de su nacimiento, la editorial Trotalibros sigue rescatando la obra de una escritora incomprensiblemente olvidada. Y es para celebrar: Cuando canta el búho es una novela fascinante.