Zuhaitz Gurrutxaga y Ander Izagirre
Editorial: Libros del K.O.
Año de publicación original: 2023
"Subcampeón es mucho más que campeón", ya lo dijeron Faemino y Cansado. En realidad, es una posición ante la vida. Significa ser una persona brillante, llegar a la final y quedarte a medias en el instante definitivo. Es lo que le pasó a Zuhaitz Gurrutxaga, jugador profesional, internacional en categorías inferiores, a quién el éxito sonrió a los diecinueve años, cuando debutó en el primer equipo de la Real Sociedad.
Subcampeón significa ser una persona brillante, llegar a la final y quedarte a medias en el instante definitivo
En el deporte de élite está prohibido tener depresión, porque depresión tiene un parado que no llega a fin de mes, no un tío que cobra un dineral por currar dos horas al día. Paradojas de un fútbol, en España al menos, lleno de sandeces. Horarios chinos, estadios árabes, repartos feudales, entrevistas idiotas. Los ricos ahora son más ricos. Masculino y femenino. En lo único que ha mejorado es en que se persigue el insulto, algunos ultras van a un bosque a pegarse y hay psicólogos. Mi propuesta: que se juegue de resaca, una jornada al menos. Veríamos el verdadero potencial de cada uno.
Una carrera disimulando trastornos obsesivos
Zuhaitz es un mentiroso, porque tiene varios récords. Es el primero en partidos jugados sin pisar ninguna línea del campo o en número de veces en lavarse las manos al día. Toda una carrera disimulando trastornos obsesivos compulsivos. Ríete tú de esos que necesitan santiguarse o saltar al campo con un pie concreto. Porque algunos marcan goles el día de su debut. Zuhaitz, en cambio, fue expulsado en el entonces Calderón, hoy Civitas Metropolitano.
Zuhaitz se pasó su carrera como futbolista disimulando trastornos obsesivos compulsivos
Pero Subcampeón es algo más, supone una crónica social de una época marciana muy reciente en la que muchos chavales vascos nos hemos sentido traumatizados ante cualquier prenda que combine el rojo y el amarillo, obligados a elegir entre dos bandos cuando nuestra principal pretensión era sujetar un kalimotxo pegados a la barra. Sin bailar, eso sí. Por eso resulta sublime el momento en el que describe cómo vivía el himno nacional en la selección española cada vez que un partido se televisaba. Con Iker Casillas de compañero, por cierto.
Cumplir el sueño de tu vida, el primer paso para destrozártela
El currículum de Ander Izagirre, el coautor de este libro, asusta. Con solo cuarenta y siete años es colaborador de CNN, National Geographic o El País, premio Europeo de la Prensa 2015, premio Euskadi de literatura 2017, ha publicado catorce libros en castellano, cinco en euskera y cuatro guías.
Pero esta no es una obra para lucir potencial literario. Su trabajo ha consistido en reconducir una historia increíble, incendiarla y atemperarla en su justa medida. Está la depresión, la ansiedad, la muerte; está ETA, está el amor y el sexo; pequeñas minas que te explotan, te emocionan y asustan lo justo, porque enseguida llega un arma de destrucción masiva insuperable: el humor.
El trabajo de Ander Izagirre ha consistido en reconducir una historia increíble, incendiarla y atemperarla en su justa medida
Zuhaitz significa "árbol", pero es adicto a la palabra "perdón". Le preocupa la opinión de todos ante su historia, en especial la de los aficionados realistas. No es fácil reconocer un deseo opuesto al de tus cercanos, el de que el equipo en el que juegas pierda la liga, esa liga que la Real estuvo a punto de llevarse. Esto es, desear que el culmen de tu sueño acabe en el mayor de los fracasos. Perder en el fútbol... para ganar en la vida.