Alberto Rojas

Editorial: Ediciones B

Año de publicación original: 2024

"Por la democracia, cualquier padre daría a su único hijo", es la respuesta lacónica que recibe de su propio padre el protagonista de Johnny cogió su fusil. Ante la sencilla pregunta de un niño, le llegan a fogonazos los recuerdos de juventud a un hombre que languidece sin brazos ni piernas, después de que un obús estallase sobre él en plena Primera Guerra Mundial.

La película llegó a los cines casi cuarenta años después de la publicación de la novela homónima de Dalton Trumbo. En aquel momento hablar de guerra significaba oponerse a ella. Hoy las razones que empujan al conflicto, a la muerte de los hijos de la democracia, es muy distinta, mientras andamos huérfanos de respuestas que nuestros propios padres puedan dar al porqué de los disparos.

La guerra en primera persona

Esas mismas preguntas son las que lanzaron a un Alberto Rojas, ávido de respuestas, a territorio ucraniano. También a fogonazos nos entrega un puñado de escenas de aquellos tres años cubriendo el conflicto bajo el titulo de Vivir la guerra. Rojas, reportero del diario El Mundo, recorrió miles de kilómetros entrevistando a sus protagonistas, intentando entender el día a día de los soldados ucranianos, de los habitantes de Chernóbil o del presidente Volodímir Zelenski.

Alberto Rojas nos entrega, a fogonazos, un puñado de escenas de sus tres años cubriendo la Guerra de Ucrania

"Al volver al hotel me he encontrado una y otra vez con personas que iban diciendo en las redes sociales que lo que yo acababa de ver era mentira. Pero no era mentira. Yo lo viví". Así resume Rojas un conflicto que ha trascendido más allá de los disparos. La desinformación y los crímenes de guerra han sido una constante desde el inicio de la invasión, el 24 de febrero de 2022.

El periodista recorre lugares clave. Desde Bucha, donde miles de civiles fueron asesinados en plena calle por el ejército ruso, hasta Mariúpol, donde sucedió la increíble historia de Oleksandr Ivantsov, el soldado que se inspiró en El conde de Montecristo para practicar una huida espectacular de la ciudad.

Historias de la guerra

Nos encontramos a sus protagonistas envueltos en el mismo halo de fascinación que el reportero proyecta sobre ellos, inspirado por su determinación y las circunstancias que están marcando su vida. Quien busque un libro de geopolítica, calmo y poco sesgado se irá con las manos vacías. Alberto Rojas escribe con la pasión de quien debía ajustar el foco sobre los pocos ejemplos de humanidad que encontraba a su paso.

Frente a las fosas comunes y los impactos de balas sobre coches de civiles, Rojas describe un día a día que a veces se deshiela, por el que vuelve a fluir la vida. Así le ocurrió a Olexander Chukhil, 'el dentista sin dientes'. Chukhil se encaminaba hacia una muerte lenta y agónica entre las ruinas de Járkov cuando conoció al corresponsal español. Unos meses después de su primer encuentro, esquivó su destino y empezó a recomponer su vida en otra ciudad ucraniana volviendo a ejercer como dentista.

Quien busque un libro de geopolítica, calmo y poco sesgado se irá con las manos vacías

Con la misma fuerza con la que se abren paso los bosques radiactivos de Prípiat, la ciudad fantasma cercana a Chernóbil, también lo hace la vida que queda en los recodos de la guerra. Tras el paso del ejército de la Z por aquella zona desolada, los pocos habitantes que resisten sobre la tierra enferma se enfrentaron a la invasión rusa.

Una babushka de ochenta y cinco años le contó a Rojas cómo colocó un cartel sobre su puerta que rezaba: "Los nazis me robaron la infancia, los soviéticos me echaron de casa por la explosión de Chernóbil y ahora no permitiré que vosotros, los rusos, me robéis mi vejez".

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