Jorge Matías
Editorial: Yonki Books
Año de publicación original: 2023
Bebemos para celebrar y para olvidar, ahogamos nuestras penas en alcohol. El imaginario popular nos recomienda que no nos fiemos de quien no bebe, tenemos casi tres bares por cada mil habitantes, nuestras fiestas patronales giran casi exclusivamente en torno al alcohol, nos disputamos con otros países el honor de fabricar los mejores vinos del mundo y ojo el que diga lo contrario.
Tenemos dos problemas con el alcohol: los problemas de salud y su aceptación en la sociedad
Un expresidente se jactó de que a él "nadie tenía los huevos"(esto último es cosecha propia, subtexto) de decirle cuántas copas de alcohol se podía tomar antes de conducir; una exministra de Sanidad celebró hace poco haber paralizado una normativa europea que pretendía etiquetar las botellas de vino con advertencias sobre su consumo y cuando un amigo se pide un refresco le preguntamos si le pasa algo.
Españoles, tenemos un problema con el alcohol. Bueno, dos: los problemas de salud derivados de su consumo y su aceptación en la sociedad.
Frente al espejo
El viaje al que nos invita Jorge Matías es duro de leer y de pensar. No hay palabras para agradecer a este hombre la honestidad con la que narra algunos momentos que la mayoría trataríamos de ocultarnos incluso a nosotros mismos y, precisamente por eso Vinagre remueve a quien lo lee. Cualquiera que tenga más de 30 años tomará aire más de una vez, sobrecogido por la crudeza de lo que tiene ante sus ojos y por los recuerdos que se despierten.
Cualquiera que tenga más de 30 años cogerá aire por los recuerdos que se despiertan al leer este libro
Aquella borrachera en las fiestas del pueblo que se nos fue de las manos, esa comida con amigos que acabó a las tantas y que necesitó de alguien que nos llevara a dormir, las veces que hemos vuelto a casa cuando el sol ya despertaba sintiéndonos juzgados por quienes, oliendo a colonia recién puesta, se encaminaban al trabajo o tantas otras que no recordamos. No hay anécdota que escriba Matías que no nos suene familiar, y es ahí cuando su relato se torna doloroso y terrorífico. ¿Y si hubiera sido yo? ¿Y si ya soy yo y no me he dado cuenta?
Por eso hay tanta gente enfadada con él y tanta otra que se enfada cuando abre la boca, porque nos pone frente a un espejo que nos devuelve un reflejo que no queremos aceptar como nuestro. Porque el borracho siempre es el otro, el que tiene un problema siempre es el otro, nunca nosotros. Mirarnos, aunque sea de reojo, en ese espejo nos aterra porque podríamos ser nosotros mismos.
Nadie quiere ser adicto
Ningún niño le pide a los reyes magos una adicción como el que pide un juguete relacionado con lo que quiere ser de mayor, ni escribirá jamás una redacción para clase (como el niño de Annie Hall) contando su deseo de convertirse en un yonki profesional cuando alcance la edad adulta. Ningún niño sueña con una vida de mierda. Simplemente pasa.
Nadie piensa que acabará cascándose una botella de ron para desayunar el primer día que bebe un alcohol que seguramente le dé asco, como nadie piensa que después de esa calada a escondidas detrás de la caseta municipal en las fiestas de agosto derive, treinta años después, en un enfisema pulmonar. Simplemente pasa.
Ningún niño escribirá jamás una redacción contando su deseo de ser un yonki profesional. Simplemente pasa
Allá por los años sesenta se hizo inmensamente popular Días de vino y rosas, una película dirigida por Blake Edwards (conocido por las películas de la Pantera Rosa con Peter Sellers o la inmensamente bella y especial Desayuno con diamantes) que fue pionera en Hollywood en tratar el alcoholismo como una enfermedad en la que la sociedad tenía mucho que ver y sin juzgar a los protagonistas.
"La mejor película del mejor actor que ha dado la historia, Jack Lemmon", decía mi padre, y cuando años después de su muerte (la de mi padre, no la de Lemmon, que también) me atreví a verla no pude hacer otra cosa que darle la razón. En ella hablan de cómo hay algo en nosotros que nos hace propensos a la adicción y cómo juzgamos al adicto por considerarlo débil por haber llevado más allá algo que todos hacemos sin problemas.
Vista hoy, con sus cositas, sigue siendo muy acertada en su discurso, mucho más que esa basura que vi de casualidad esperando ver una comedia que fue Otra ronda, un inesperado éxito del cine danés que todavía me tienen que explicar cómo puede ser. Una película en la que un grupo de profesores de instituto inician un experimento que consiste en estar "con el puntito" todo el día para demostrar que así se vive más feliz.
Las consecuencias de ser el adicto oficial y el exadicto las explica muy bien Jorge Matías en estas memorias.
Un relato valiente
Y más allá de la valentía del relato, lo hace de una forma extraordinaria. Se nota que Matías ha leído mucho y a los mejores. Vinagre no es solo la excelente confesión de un exalcohólico, es un excelente relato, emocionante, bien estructurado y escrito de una manera capaz de conducirnos al lado más oscuro de la vida hasta un final luminoso lleno de esperanza.
'Vinagre' es un excelente relato capaz de conducirnos al lado más oscuro de la vida
A medida que vamos conociendo las consecuencias de haber dejado el alcohol iremos descubriendo a modo de flashbacks qué le ha llevado hasta allí ofreciendo, entre medias, una maravillosa radiografía de la sociedad española de la última década a través de la bebida.
La vida a las afueras de una gran ciudad, su fauna y cómo se construyen las relaciones en torno a la bebida que podría ser casi cualquier otra sustancia, se desarrollan aquí con tal maestría que celebramos el recibimiento de este libro y su éxito, tanto literario como por los calores que genera y deseamos que, ojalá, alguien se fije en él y lo convierta en imágenes. De aquí saldría la película (o la serie, es el signo de los tiempos) de la temporada, palabra.
VÍDEO | Jorge Matías: "La fiestas populares giran en torno al alcohol, es parte de nuestra cultura"