En el año 1944 llega a la llamada Guinea española una expedición enviada por Franco. La productora se llama Hermic Films y está capitaneada por Segismundo Pérez de Pedro, Luis Torreblanca y Manuel Hernández San Juan.
Un tesoro oculto
Su cometido era pasar dos años en el golfo de Guinea documentando con su cámara el corazón de África. "Lo hacían con un espíritu de que les estamos llevando la civilización, de que ellos no saben nada y nosotros les estamos llevando la luz, la religión... Todo esto que hacía el proceso colonial", relata el periodista Pere Ortín.
Fruto de una investigación, Ortín fue tirando del hilo de esta expedición cinematográfica hasta dar con el único de sus integrantes que seguía vivo. Decidió acudir a puerta fría, sin avisar, y cuando le menciona la historia, Manolo (como él le llama) le dice sorprendido: "¿y usted por qué sabe todo esto?". Desde ese momento se fragua una relación entre ambos. "Él me adopta un poco como su nieto cinematográfico. Él había filmado allí, y yo también pero con 70 años de diferencia", cuenta Ortín.
Y cuando Manolo estaba a punto de morir sucedió lo que durante tanto tiempo estaba esperando: "Saca una maleta de madera de los años 40, con 5.500 tiras de negativos estabuladas, de la expedición a Guinea, y me la da. Me la regala y me dice: 'quiero que lo tengas'. Fue de esas cosas que sabes que no te van a pasar muchas veces en la vida ¿no?", confiesa Ortín.
Diez mil elefantes
Tenía ante sí ese documental que el régimen franquista había escondido. La memoria no memorizada de aquella colonización española. Y ese tesoro compuesto por las cartas, fotografías y fotogramas que contenía la maleta se ha convertido en la novela gráfica 'Diez mil elefantes', creada junto al artista guineano Ramón Esono y en la que cada trazo cuenta.
"Está hecho a boli, quise introducir en la línea de dibujo artística mi infancia, mis carencias de lo material, que el boli era lo único que tenía", nos cuenta Ramón, que ha hecho de su bolígrafo un arma y de sus dibujos un artefacto de protesta política. El régimen de Guinea llegó a encarcelarle por una tira satírica del gobierno. "Estuve en la cárcel por dibujar, y he seguido dibujando hasta hoy. Con el dibujo he conseguido que la gente preste atención a ciertos aspectos", asegura.
"Estuve en la cárcel por dibujar, y he seguido dibujando hasta hoy"
Ahora su bolígrafo pone el foco en ese abismo entre dos culturas, y llega a redibujar los colores de la piel para introducirnos en la jungla de ese relato que no entiende de blancos ni negros. Una expedición por ese pasado no memorizado narrado por un guineano. "Cuando la leí por primera me emocioné, porque esa forma de narrar una historia colonial desde un protagonista negro que además no existió porque no pudo hablar en la época, me pareció que me traía a la época de verdad. Podría ser por ejemplo la visión de mi padre, que nació en los 40 y vivió lo que jamás yo podría imaginarme", relata emocionado Esono.
La colonización, 'un parto doloroso'
Las fotografías, reales e imaginadas, y los collages que ha creado junto con Pere Ortín ilustran ese relato poliédrico de la colonización que comparan con un parto doloroso con esta frase demoledora: «El dolor por la llegada de los blancos es demasiado grande como para que no queramos ahora al hijo que nació de ella». Y a través de las páginas ofrecen la dura crónica de lo que supuso aquel proceso de dominación: "Hubo abusos sexuales, hubo pederastia... prácticamente eran dioses. Ese es el parto doloroso del cual hablamos, del que salió una Guinea Ecuatorial que habla español, que defiende el español en África", describe Esono.
"Hubo abusos sexuales, pederastia... prácticamente eran dioses"
Ambos han afrontado con absoluta delicadeza el reto de rescatar este capítulo de nuestra historia para hacernos reflexionar. "También se establece una especie de diálogo, porque los españoles, los blancos que llegan a Guinea a filmar todo aquello después de dos años, salen diferentes a como llegaron, y eso es muy interesante también. Básicamente ven cómo esos procesos supremacistas y racistas que se daban en aquella época estaban basados en la ignorancia", dice Ortín. "
"Hay cosas que están por encima de toda cultura, de todamelanina de la piel, de toda religión, de toda comida, que es el hecho de que podemos entendernos entre seres humanos", asegura el periodista.
Pere Ortín y Ramón Esono nos invitan a buscar esos 'diez mil elefantes', igual que lo hicieron nuestros antepasados, en un intento de rescatar y crear esa memoria viva de nuestra historia reciente.