Psicópata, manipulador y asesino, pero también amante y, sobre todo, admirado. Charles Manson siguió cautivando hasta en la cárcel. Incluso después de haber sido condenado a cadena perpetua y de haberse demostrado su papel como líder en los crímenes más escabrosos de la historia de Hollywood. Afton Star Burton fue su última novia. Le visitó en prisión durante años y estuvieron a punto de casarse.
Según la criminóloga Beatriz de Vicente, "los asesinos en serie nos causan fascinación en la misma medida que nos horrorizan. Son además objetos que han llegado a convertirse en el imaginario popular casi como anti-héroes".
Asesinos en serie reales y de ficción
Ted Bundy también se casó y tuvo una hija en la cárcel. Era un hombre aparentemente normal, pero asesinó a una treintena de mujeres. Ha sido protagonista de documentales y películas. Porque a veces la ficción y la realidad se entremezclan y nos impulsa a sumergirnos incluso en relatos como 'La sexta trampa' (Destino, 2020). Una búsqueda frenética del asesino que cierra la trilogía de 'El cuarto mono'.
"Existe todo un mercado sobre todo en el mundo anglosajón relacionado con objetos que han tenido referencia con asesinos en serie. Se vende vello púbico, uñas, la ropa...", asegura Beatriz de Vicente.
Y no hace falta irse muy lejos. José Rabadán, el asesino de la katana, fue en los 90 una especie de estrella del rock. Había matado a sus padres y a su hermana, pero recibía cientos de cartas de admiradoras, entre ellas las de dos chicas fascinadas con él. Tanto como para matar a una amiga en un descampado.
Se las llamó las brujas de San Fernando. Llenaron cientos de titulares. Porque a veces lo incomprensible resulta fascinante, porque a veces necesitamos ponerle cara al horror.