El 22 de noviembre de 1963, el hasta entonces presidente más carismático de Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, es asesinado en Dallas. Un acontecimiento histórico que, sin embargo, no llegó a ver uno de los grandes cronistas del siglo XX, el inglés Aldous Huxley. Porque casi a la misma hora, a 2.400 kilómetros de Dallas, en la ciudad de Los Ángeles, moría en su último viaje de LSD.
Hijo de una familia ilustre
Las últimas palabras del autor de 'Un mundo feliz' no las dijo. Las escribió. Apuntó en una nota a su mujer la dosis de droga que debía suministrarle. Fue letal. Tenía 69 años.
Huxley nació en una de las familias más doctas de la Inglaterra de la época. Su abuelo, zoólogo, su padre escritor y sus hermanos, uno fue premio Nobel de Medicina y el otro el primer director de la UNESCO. Con ese panorama, sí o sí estaba obligado a triunfar... y eso hizo. Pero a costa de criticar, precisamente, el entorno en el que había crecido.
Huxley y las drogas
Casado, afincado en la Toscana, publicó su primera novela, 'Los escándalos de Crome': una sátira afilada contra el snobismo de la época. Tanto daño hizo, que se ganó el apodo de enfant terrible de la literatura inglesa.
Gracias al éxito de su libro, Huxley empezó a viajar por todo el planeta... descubriendo el mundo de la parapsicología y el misticismo a través de las drogas. Las probó prácticamente todas, y de todo tipo. De hecho, se refugió en ellas cuando en 1960 le detectaron un cáncer en la lengua.
Un hombre del renacimiento
Fue ensayista, guionista, periodista, filósofo y uno de los pensadores más influyentes de su época gracias a la defensa de la paz, la ciencia y el medio ambiente. Facetas que han quedado ensombrecidas por el éxito de su gran obra, 'Un mundo feliz', queahora se publica en España en versión novela gráfica.