La historia de María Jiménez Díaz bien podría ser la de cualquier mujer corriente a la que siendo tan solo una niña sorprendió la guerra.
"Recuerdo cómo venían los obuses porque en mi calle había una comisaría de la Guardia Civil y claro, todos iban hacia allí, pero antes pasaban por mi tejado. Teníamos mucho miedo. Había días que nos quedábamos escondidos en el sótano. Y había una señora, porque siempre hay una alma caritativa, que nos traía comida para los niños: pan, fruta…", cuenta esta extremeña de 91 años.
Rescatar el pasado
Es una de las diez protagonistas de 'Nietas de la memoria' (Bala perdida, 2020), un libro en el que diez periodistas rescatan del pasado la vida y las experiencias de sus abuelas, bisabuelas y, en alguna ocasión, madres para visibilizar el coste personal que tuvo la guerra y la dictadura franquista para todas ellas.
Supervivientes que tienden a dulcificar lo que vivieron para evitar el sufrimiento a sus familiares. Sara Plaza, nieta de María cuenta que su abuela habla de la guerra con un optimismo que uno puede llegar a pensar que no fue tan dura.
Pero la realidad fue muy diferente porque estas mujeres vivieron en una España en blanco y negro en la que casi todo era pecado. No pudieron elegir cómo querían vivir: muchas no pudieron estudiar, tuvieron que cuidar de sus hermanos y pasaron de depender de sus padres a hacerlo de su marido.
Víctimas de una guerra declarada por hombres
Silenciadas por el tiempo, fueron víctimas de una guerra que declararon los hombres y que, como cuenta María, padecieron las mujeres: "Nosotras no nos metíamos en esos jaleos de la guerra ni de los obuses... Nosotras teníamos miedo, mucho miedo. Mi madre luchaba con todo. A ver, tenía que sacar a tres hijos adelante y sólo con las flores porque a ella, después de perder a su marido, no le quedó nada, ni pensión ni nada”.
Vicenta, la madre de María era una experta en hacer flores de papel. De noche, para pasar desapercibida ante el férreo control de la Guardia Civil, salía a venderlas. Su caso es solo un ejemplo de cómo muchas mujeres no solo trabajan en el hogar en aquella época. Sara recuerda cómo la manipulación de flores de papel siempre estuvo presente en su familia. Le sorprende, dice, escuchar aquello de "cuando la mujer se incorporó al mundo laboral" porque en su familia las mujeres siempre estuvieron en él.
"Mi madre era muy valiente, pero si tenía penas nadie se enteraba"
El papel de las mujeres fue fundamental para la unión familiar, pero ellas siempre estuvieron en un segundo plano. María cuenta que aunque pasaron miedo, hambre y frío, estas mujeres nunca se quejaron. "Mi madre era muy valiente, pero si tenía penas nadie se enteraba. Ella se lo tragaba y nadie se enteraba de nada. Todo, siempre, estaba bien".
La periodista Noemí San Juan, otras de las autoras de 'Nietas de la memoria', lamenta que la pandemia se esté llevando a una generación única: hombres y mujeres que fueron testigos de uno de los peores episodios de nuestra historia reciente. "Uno de los mensajes de este libro es que tenemos que escuchar a nuestros abuelos y abuelas, quienes todavía los tengan. Sobre todo ahora que, con todo lo que está ocurriendo, estamos perdiendo a una generación increíble, a esta generación. Y yo me pregunto: ¿cuántas historias se habrán quedado en las residencias o en los hospitales?".