Noviembre de 2019. Casi un mes navegando en submarino. A bordo, más de 3.000 kilos de cocaína y tres personas en un espacio minúsculo. "Hablamos de un habitáculo que podría ser, más o menos, de un metro y medio cuadrado, con el puente de mando y dos tablas al lado para sentarse", cuenta el periodista Javier Romero.
Una travesía suicida
El plan era perfecto. Transportar 153 fardos de coca de Brasil a Europa sin ser detectados. Pero nada salió según lo planeado. "Ellos tuvieron la posibilidad de la muerte muy presente prácticamente desde la segunda semana de viaje, por las condiciones adversas, por el riesgo de morir ahogados...".
Al llegar a la Península Ibérica, unos problemas técnicos frustran la entrega de la droga y el capitán se desvía hacia un lugar que conocía bien, Galicia. "El considerado patrón es Agustín, un chico de Vigo, de 30 años, que fue una promesa del boxeo español", dice Romero.
Una hazaña criminal frustrada
Pero Agustín no consiguió completar esta hazaña criminal, nunca antes vista en Europa. "El narcosubmarino sin gasolina, la tripulación exhausta, agotada física y mentalmente... Entonces, deciden hundir el narcosubmarino, el problema que tienen es que la Guardia Civil les estaba esperando".
Y adiós a las jugosas recompensas prometidas. "En el caso de los dos ecuatorianos, 55.000 dólares por cabeza. La recompensa del piloto se estima en torno a los 400.000 - 500.000 euros".
Ahora su historia la cuenta Javier Romero en 'Operación Marea Negra'. Y ellos se enfrentan a la sentencia de un juicio en el que ya se han declarado culpables.