Jaiden solo tenia nueve años cuando, el 23 de noviembre de 2013, llamaron a su casa y, al abrir la puerta, le mataron de un disparo en la cabeza. "No me lo puedo creer", decía desconsolado su hermano Jarid ante las cámaras. "¿Qué clase de persona dispara a un niño de nueve años en la cara?".
La noticia no ocupó grandes portadas porque es algo habitual en Estados Unidos. El año pasado murieron en el país más de 38.000 personas por armas de fuego, y cada día mueren de media siete niños y adolescentes.
Aquel día le tocó a Jaiden, pero también a Tyler, a Samuel y, en total, a 10 jóvenes. Vidas que acabaron demasiado pronto, que cayeron en el olvido, y que el periodista Gary Younge ha querido recordar en el libro 'Un día más en la muerte de Estados Unidos' (Libros del K.O., 2016).
El autor ha elegido al azar ese 23 de noviembre de 2013 para reflejar lo que ocurre cualquier día en el país con más armas por habitante. Un país en el que uno de los lobbies más influyentes es, precisamente, el de las armas.
Más miedo, más armas
La Asociación Nacional del Rifle impone un discurso del miedo. Busca que los ciudadanos vivan en un estado de alarma constante, y en los últimos meses se ha visto reflejado.
En marzo, debido al coronavirus, la venta de armas aumentó un 85% respecto al mismo mes del año pasado. Un sector que tiene todo el apoyo de Donald Trump. "Siempre defenderemos el derecho a la legítima defensa", decía en un mitin en agosto de 2019. "Y siempre defenderemos la Segunda Enmienda", aseguraba entre los aplausos de sus votantes.
Trump: "Siempre defenderemos el derecho a la legítima defensa"
Mientras el Presidente defiende esta ley de 1791, las armas de fuego se han convertido en la segunda causa de muerte entre los menores de edad estadounidenses, la primera para los jóvenes de raza negra.