En la adolescencia todo está por descubrir. Es una de las etapas, probablemente, más vulnerables de la vida por lo que no es de extrañar que tras dos años con mascarilla, muchos adolescentes se sientan inseguros sin ella. Tal como han manifestado algunos docentes y psicólogos, incluso ellos y ellas mismas en redes sociales.
Porque la mascarilla entre otras cosas, les tapaba sus complejos y sus temores más inconfesables. Miedos o recelos que de alguna manera todos hemos tenido cuando teníamos su edad.
Por ello, ahora que deja de ser obligatoria en muchos interiores, incluidas las aulas, es importante entenderlos, en el caso de que no quieran quitársela todavía, no agobiarlos, no restar importancia a este hecho y no pensar que son tontearías. Acompañémoslos como padres/madres, hermanos/as, docentes y adultos de referencia, también en este proceso.
"Es importante validar el sentimiento de miedo o de sentirse vulnerable, porque es algo lícito y además, muy propio de la adolescencia", afirma a laSexta.com Dra. Marianna Mambié, pediatra y miembro de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) y presidenta de la Asociación de Pediatría de Atención Primaria de las Islas Baleares (APapIB).
La mascarilla tapaba complejos
Durante estos dos últimos años, la mascarilla ha hecho que los adolescentes hayan tenido una barrera que les impedía mostrarse tal cual eran, tapando sus complejos, y además mostrarse con sus iguales casi siempre con ella puesta, por ello es en el momento de eliminarla, "es cuando pueden salir o potenciarse todos esos miedos e inseguridades, propios de la adolescencia", explica la doctora.
No podemos olvidar que "la adolescencia es un momento de múltiples cambios, complejos e inseguridades. Una etapa en la que laautoestima está en su momento más frágil, por lo cual, todo tipo de evitación facilita que los adolescentes no tengan que exponerse a sus miedos", explica por su parte Jesús Delfín, miembro de la comunidad Educar es todo y psicólogo del equipo de adolescentes del Centro de Psicología Álava Reyes (Madrid). Y la mascarilla ha posibilitado esa evitación: ha hecho que parte de sus complejos pudieran taparse.
Los adolescentes han tenido una barrera (mascarilla) que les impedía mostrarse tal cual eran, tapando sus complejos, por ello en el momento de eliminarla, es cuando pueden salir o potenciarse todos esos miedos e inseguridades, propios de la adolescencia
Realmente, es difícil aún dimensionar el problema con datos contrastados. "Sobre todo hay manifestaciones en redes sociales de adolescentes y también de los padres de estos, alertando de su preocupación. Realmente no es una cosa generalizada y es probable que ocurra más en jóvenes ya predispuestos con ciertos rasgos, por ejemplo, aquellos que son excesivamente tímidos, que tengan una baja autoestima o que tengan problemas de socialización", indica la doctora Mambié.
No obstante, está claro que tras la pandemia, "hemos observado en consulta un aumento de adolescentes con cuadros de ansiedad, fobia social, depresión, trastorno obsesivo compulsivo, etc", confirma Delfín. Los problemas de salud mental son evidentes en la población general, más si cabe, en niños y adolescentes, donde los trastornos mentales se han triplicado. En el mundo y según datos de la Organización Mundial de la Salud, "la depresión, la ansiedad y los trastornos del comportamiento se encuentran entre las principales causas de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes". Es por ello entendible este momento de reticencia a la retirada de mascarillas.
Además, debemos tener en cuenta que hay adolescentes que no se conocen sin mascarilla. "Supongamos que un alumno ha entrado nuevo en un colegio en 2020. Bien, este alumno, es conocido por la mayoría de su centro con mascarilla. Quitársela ahora, supone un choque de realidad, tanto para él, como para los profesores y alumnos con los que no se relaciona de manera habitual. Tendría que afrontar, mostrarse a 'su mundo' sin ningún elemento que le 'proteja'", asegura el psicólogo.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta no sólo el factor de complejos o inseguridades, sino que la mascarilla ha formado parte de su día a día, como un elemento más de su rutina y vestimenta, en definitiva, se han habituado a ella, pero sobre todo también el miedo al contagio, no sólo a sí mismos sino sobre todo a poder contagiar a sus mayores. "Cuando aún no sabíamos bien cómo se comportaba la enfermedad, los adultos fuimos en general, muy poco cuidadosos a la hora de cargar esa responsabilidad en los jóvenes y por ello puede existir aún ese miedo de contagiar a sus seres queridos", afirma Mambié.
Todo esto, no obstante, constituye un proceso de adaptación en el que cada cual tendrá sus ritmos, y las familias y docentes han y hemos de ayudarles en esa transición. Sin agobiarlos.
5 consejos para ayudarles
Lo primero de todo, afirma la doctora Mambié, es estar vacunados. Porque ya hemos observado que la vacuna ayuda a disminuir el riesgo de contagio, evita y reduce muertes y enfermedad grave por COVID-19. Por otro lado, una de las cosas fundamentales que debemos hacer antes esta situación, cuando un adolescente tiene temor a quitarse la mascarilla es validar ese sentimiento, es decir, no quitarle importancia a eso que sienten, porque esas inseguridades son totalmente lícitas.
"La validación validación emocional es esencial. Las familias deben comprender que su sensación de miedo o vergüenza es real y les afecta, pero hay que hacerles entender que no es lo más adaptativo para la situación actual y que han de afrontarlo, dándoles la oportunidad de pedir ayuda cuando estipulen necesario", afirma Delfín.
La validación emocional es esencial. Las familias tienen que comprender que la sensación de miedo o vergüenza que sienten algunos adolescentes al quitarse la mascarilla es real y les afecta
Relacionado con lo anterior, es fundamental siempre pero más aún en la adolescencia -añade la doctora Mambié- "intentar fortalecer su autoestima y mandar el mensaje de que el físico no es lo más importante a la hora de relacionarnos con los demás, que en la diversidad es donde se asienta realmente nuestra riqueza".
Por otro lado, una de las claves fundamentales reside en ir ayudando a los adolescentes que sean reacios a quitarse la mascarilla a que lo hagan de forma progresiva. "Debemos ser pacientes, no hay que obligarles a ir un ritmo más rápido de lo que cada uno decide. Hay que esperar a que el proceso vuelva otra vez a su cauce", sostiene la doctora. Porque la clave no está en obligar sino en "ir animando o proponiendo, poco a poco, que se vaya quitando la mascarilla. Es decir, "sin forzarles, puesto que, de esta manera, ellos lo interpretarían como una obligación y se negarían con mayor vehemencia", añade Delfín.
Por último, es clave como adultos, "aportar seguridad y confianza desde la escuela y familia. Es importante para que los adolescentes logren entender que no han de llevar la mascarilla puesta de manera permanente. Debemos así "mandar un mensaje de tranquilidad y normalización por parte de los adultos, personajes influyentes y medios de información, y esto hará que, para los adolescentes, este nuevo cambio sea mucho más asequible", sostiene Delfín.
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No cabe duda de que después de estos años que hemos vivido, con todos los problemas de salud mental que han tenido los adolescentes, " es importante hacerles ver que es válido poder sentirse inseguros y hacerles ver también que uno de los aprendizajes más importantes de la juventud a la adultez es que incluso los sentimientos negativos como el miedo o la tristeza hay que transitarlos para poder superarlos: si no te enfrentas al miedo, si no lo llamas por su nombre, es muy difícil poder superarlo. Que en la vida nos vamos a enfrentar a cosas que se nos escaparán de nuestras manos", concluye la doctora Mambié.