Existen muchas situaciones de acoso sexual que en ocasiones no sabemos identificar. Muchas veces no saben que eso que les puede estar pasando a ellas o a sus amigas pueda ser un acoso. Un acoso sexual. Sí, según las expertas, es importante llamar a las cosas por su nombre.
"Cuando es un acoso sexual es un acoso sexual y no podemos llamarlo de otra manera", afirma a laSexta.com Mayca Sánchez, psicóloga experta en igualdad y violencia de género, miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Extremadura (COPEX).
"Es importante que las adolescentes y las mujeres en generalsepamos poner nombres a situaciones de acoso que, por desgracia, muchas están aún muy normalizadas en nuestra sociedad. Tenemos que dejar de normalizar ciertas conductas. Es cierto que las cosas han cambiado mucho desde hace algunos años gracias al trabajo del feminismo y a movimientos como el #MeToo o el 'Yo sí te creo' (del caso de La Manada) y cada vez más mujeres y hombres saben identificar situaciones de acoso sexual", añade la psicóloga.
Y es que "cuando llamamos a las cosas por su nombre es cuando realmente podemos saber qué nos ha pasado y podemos entonces empezar a trabajar en ello", asegura Bárbara Zorrilla, psicóloga experta en intervención con mujeres víctimas de violencia de género y miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COP). "Cuando la mujer pone nombre a ese malestar que tiene y sabe de dónde viene, es cuando se empieza a reparar el año". Es decir, lo primero de todo es identificarlo.
Después, hay que reparar en dos sentidos. Tal como explica Zorrilla, cuando una mujer ha sufrido (de niña, de adolescente, incluso ya de adulta) una situación de violencia sexual (bien un acoso sexual o bien un abuso o agresión sexual) y acude a terapia para reparar ese daño, lo primero es quitar la culpa que siente la víctima.
"Y esta culpa que siente la víctima es porque la sociedad o mucha parte de la sociedad sigue pensando que si la víctima ha sufrido acoso (vale también para otras formas de violencia sexual como el abuso sexual o la agresión sexual) es porque algo ha hecho ella: si no hubiera ido así vestida, si no se hubiera ido sola a casa, si no hubiera hablado con... Esto crea mucha culpa en la víctima y no, no podemos revictimizarla. Y en segundo lugar, en su propia reparación personal del daño: es importante relacionar que ese daño o ese malestar o sintomatología que siente la víctima, tiene que ver con ese acoso sexual", explica.
Cuando llamamos a las cosas por su nombre es cuando realmente podemos saber qué nos ha pasado y podremos entonces empezar a trabajar en la recuperación
"Debemos tener claro que las víctimas están exentas de toda culpa. Es decir, 'no, no te ha pasado esto porque tú hayas hecho nada malo. No has hecho absolutamente nada'. Y esto ya es en sí terapéutico para la víctima. Y ahí es cuando empieza a colocarse en el camino de su recuperación. Por ello, son importantes las palabras y el lenguaje", asegura la experta.
Porque "es importante identificar o poner nombre a cualquier tipo de violencia sexual: acoso sexual, abuso sexual y agresión sexual o violación", añade la experta. A efectos legales, según la nueva Ley de Libertad Sexual aprobada el 6 de julio de 2021 ya no existe distinción entre abuso y agresión sexual ('Sólo sí es sí').
¿Qué es el acoso sexual?
Puede que ciertas situaciones de acoso sean más difíciles de identificar porque "este tipo de violencia sexual ha estado muy naturalizada, casi legitimada", afirma Zorrilla.
Sin embargo -como comentábamos antes- "no ha sido hasta hace algunos unos años que las cosas han empezado a cambiar algo más: el trabajo de las asociaciones feministas y el ya nombrado movimiento #MeToo (que puso voz a muchas mujeres que estaban silenciadas) ha ayudado a identificar que esto también es violencia sexual".
¿A qué llamamos realmente acoso? ¿Cómo podemos ayudar a nuestras adolescentes -también a otras mujeres- a identificar el acoso sexual? Tal como refiere Sánchez, según la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, define acoso sexual a "cualquier comportamiento verbal o físico de naturaleza sexual que tenga el propósito o produzca el efecto de atentar contra la dignidad de una persona, en particular cuando se crea un entorno intimidado, degradante u ofensivo".
Con relación a las adolescentes y chicas jóvenes, según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2019, del Ministerio de Igualdad, el 60,5% de las mujeres de 16 a 24 años han sufrido acoso sexual. Lo han sufrido por parte de un hombre (98,2% de los casos) y en el 34,6% de los casos el acoso se produjo por parte de amigos o conocidos; en el 17% por alguien del trabajo.
Algunas situaciones de acoso sexual -según explica este informe- serían "miradas insistentes o lascivas, contacto físico no deseado, exhibicionismo, envío de imágenes o fotos sexualmente explícitas que le hayan hecho sentirse ofendida, humillada, o intimidada a la mujer" Además, "en ocasiones, existe chantaje emocional a la víctima. Por ejemplo, tengo esta foto tuya, así que tienes que hacer esto", explica Sánchez.
El 60,5% de las mujeres de 16 a 24 años han sufrido acoso sexual y en el 34, 6% de los casos el acoso se ejerció por amigos y conocidos
Por otro lado, está el llamado acoso sexual reiterado (stalking), esto es "cuando el acoso es realizado por una misma persona y de forma repetida. De tal forma que causan a la víctima miedo, ansiedad o angustia. Algunos ejemplos serían "llamadas telefónicas obscenas, amenazantes, molestas, silenciosas, que a la mujer le hayan seguido o espiado, que le hayan dañado intencionalmente cosas suyas o le hayan hecho propuestas inapropiadas en internet o en redes sociales", según refiere esta encuesta.
Importante destacar el peso que tiene en la actualidad, más aún para los adolescentes el mundo online. No podemos obviar que "los adolescentes interactúan, se hablan, relacionan y ligan a través de internet, por tanto las situaciones de acoso también se pueden dar (y de hecho se dan) en Internet", explica Zorrilla.
Tanto es así que según el estudio'La situación de la violencia contra las mujeres en la adolescencia en España'publicado en febrero de 2021, el acoso sexual online hacia las adolescentes había aumentado en estos últimos años.
Por ejemplo, y según datos de este estudio -citados también en la revista Infocop- "cerca de la mitad de las chicas entre 14 y 20 años afirma haber sido presionadas para mostrar fotografías sexuales" o "un 14% de las chicas afirma haberse sentido presionada para actividades de tipo sexual, siendo los solicitantes hombres en la mayor parte de los casos (la mitad de ellos sus propias parejas)".
Los viejos mitos del amor romántico también tienen aún mucha culpa en esto: "Es importante educar y derribar de una vez por todas esos viejos mitos que tanto daño hacen. Debemos formar y sensibilizar a las mujeres y adolescentes para que tengan relaciones sanas", sostiene Sánchez.
Enseñar desde la infancia educación afectivo-sexual
La adolescencia es un momento muy vulnerable, un momento de cambios, donde todo está por aprender. Y por descubrir. Una etapa en la que hay muchos miedos e inseguridades y el papel de los demás, del cómo me ven o del cómo piensan los demás sobre mí, tiene un papel más que decisivo en los adolescentes. Es por ello que puede costar observar e identificar conductas de acoso.
Por ello, es muy importante la educación que se realice tanto desde los colegios como sobre todo en la familia. Es cierto que también a ellas -y a ellos- les han calado los movimientos del #MeToo o del 'Yo sí te creo' del 2017 y han aprendido que no todo vale y que hay cosas que están mal, tan mal que son identificadas como abuso sexual; pero todavía queda mucho camino por andar.
"La educación afectivo-sexual es clave y más aún que se lleve a cabo desde que somos pequeños, desde la infancia", sostiene Zorilla. "Porque además, si yo no identifico eso como acoso no voy a saber poner freno a esa conducta, por ello es importante que todos -hombres y mujeres- tengamos conciencia de lo que es acoso y no lo es y de lo que son conductas inapropiadas, de lo que es una falta de respeto, lo que es una conducta agresiva, etc.". Y mejor aún si lo instauramos desde que somos pequeños, que vayamos poco a poco conociendo e interiorizando todo aquello.
Además, "es mucho más útil cuando los chavales se lo dicen entre ellos: 'oye, yo creo que te estás pasando', 'no sigas por ahí', 'yo creo que le has hecho sentirse mal'... El poder es mucho mayor cuando son los iguales quienes afean esas conductas", añade la experta.
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Es importante explicar además, que la educación afectivo-sexual no es sólo una educación enfocada únicamente a evitar embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual sino que también implica toda la parte afectiva del sexo como lenguaje, como comunicación, las emociones que se despiertan, etc. Por ello, es clave que desde las familias y también desde los colegios se aborde este tipo de educación. Hay que hablar para poder aumentar nuestro conocimiento", concluye.