En 1995, cuando María tenía sólo 15 años tuvo un intento de suicidio. Si ahora el tema es tabú, imaginémonos hace 40 años. "Esto ocurrió un viernes y el lunes estaba ya en el colegio, como si no hubiera pasado nada. En aquel momento, no había herramientas, no se sabía nada", cuenta María de Quesada a laSexta con el fin de dar a conocer más sobre el suicidio, de informar, de saber, de descubrir más acerca de este fenómeno porque es algo que le puede, nos puede, pasar a cualquiera. A cualquiera.
Se asocia erróneamente suicidio con enfermedad mental, con trastorno mental y lo que es cierto es que esto no una condición. "La gran mayoría de pacientes psiquiátricos no se suicidan, para tener un comportamiento suicida no hace falta tener un trastorno mental", explica Luis Fernando López, psicólogo, coordinador técnico del programa 'Hablemos de… Suicidio' del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (COP)y codirector del proyecto ISNISS del programa de doctorado de la UNED.
Además, la persona que tiene ideas suicidas, que lo intenta o que desgraciadamente lo consigue, no tiene como fin dejar de vivir. "No, la gente que se suicida no quiere morir, la gran mayoría quiere dejar de lado ese gran sufrimiento y dolor que siente, el suicida en lo más profundo de su ser lo que quiere es vivir", sostiene el experto. Y así lo dicen las personas que han pasado por una situación similar: "Yo no quería morir, sólo quería dejar de sufrir".
Le puede pasar a cualquiera
María dice que ella solo quería dejar de dar problemas. Pensaba que era una carga para su familia. "Yo vivía con mis padres, no tenía problemas en el colegio ni de estudios ni nada de eso. El motivo fue un cúmulo de cosas, de vivencias y experiencias que ocurrieron durante mi infancia, y todo explotó cuando llegó la adolescencia que es una época muy vulnerable. Pero no hubo una única causa en mi intento", relata María a través del teléfono.
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"Vivía un poco arrastrada por la vida, como por inercia, me sentía siempre mal conmigo misma, pensaba que no valía para nada, no me quería. Y vivir así es muy pesado, por mucho que lo de fuera esté bien, que tuviera a mi familia, a mis amigas, que sacase buenas notas... No sé, a lo mejor otra chica lo hubiera gestionado de otra forma, yo lo hice como pude", confiesa María.
Tampoco tenía trastornos ni problemas aparentes la hija de Olga y Carlos, fallecida por suicidio en 2015, recién cumplidos los 18 años, cuando cursaba 2º Bachillerato. "En casa se hablaba de todo, sacaba buenas notas, tenía amigos en el colegio y era querida por sus compañeros. Tenía planes para después de la Selectividad. Pero todo ocurrió sólo en 3 meses. De un tiempo para acá la vimos triste y decidimos ayudarla. Fuimos a un psicólogo especialista en adolescencia, pero desgraciadamente no sirvió de nada", cuentan Olga y Carlos a laSexta, colaboradores de la Red AIPIS-FAeDS, dirigida a dar apoyo a familiares o amigos que han perdido un ser querido por suicidio y de Psicólogos Princesa 81.
"Hace falta mucha más formación, inclusive dentro de los propios profesionales de la psicología y la salud mental, porque aún es un tema que se desconoce, que ni siquiera los profesionales han estudiado en sus carreras", cuenta Carlos que da charlas de formación a médicos de atención primaria y al SUMMA. Este mismo año, Olga y Carlos contaron su historia completa en laSexta Columna para visibilizar el suicidio, para ayudar a familias que como ellos se quedaron desesperados después de la muerte de su única hija.
"Parece que todo el mundo tenemos colgado el cartel de que 'somos felices', necesitamos mostrar en las redes lo felices qué somos y lo buenas que han sido mis vacaciones, pero esto es realmente es muy engañoso y no ayuda para nada a una persona que lo está pasando mal. Y todos, todos somos agentes del cambio", cuentan Olga y Carlos. "Solo con tener sensibilidad hacia estos temas, con que se hable de ellos ya haríamos mucho. Ver los estos problemas existen, que hay que abordarlos y que no pasa por pedir ayuda profesional. Que todos formamos parte de esto, que todos podemos ayudar. Porque puede pasarle a cualquiera".
El caso de María o el de la hija Olga y Carlos, no son ni mucho menos casos aislados ni excepcionales. Según cuenta el psicólogo José Antonio Luengo, decano del COP, aludiendo a diferentes investigaciones, hasta un 25% de los adolescentes ha pensado en la muerte como una opción al menos una vez en el último mes. Es mucho más frecuente de lo que nos creemos.
Hasta un 25% de los adolescentes ha pensado en la muerte como una opción al menos una vez en el último mes. Mucho más frecuente de lo que nos creemos.
"La gente tiene que entender que las personas nos vemos sometidos a veces a presiones psicológicas muy intensas cuyo desarrollo dependerá del grado de vulnerabilidad, capacidad y adaptación de cada uno. Y los adolescentes son personas que pasan por momentos especialmente duros, por cómo viven, por los mitos y cánones sociales, por tener que agradar a todo el mundo, por esa visión de pelear por los sueños que acaba generando mucha angustia... Viven situaciones de especial vulnerabilidad", explica el psicólogo.
En España, se contabilizan unos 10 suicidios al día, el doble que por accidentes de tráfico. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el año 2019 fallecieron 3.671 personas por suicidio (2.771 hombres y 900 mujeres), un 3.7% más con respecto al año anterior. El suicidio ya es la primera muerte no natural en personas jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 29 años (307 muertes en 2019). En 2020, con la irrupción de la pandemia del COVID-19 en nuestras vidas, las ideas y tentativas de suicidio aumentaron un 250%. Inclusive claro está entre los adolescentes.
Hablemos de dolor, de sufrimiento, de suicidio
"El suicidio se ha rodeado siempre de estigma, de tabú y de silencio porque no estamos acostumbrados, no nos han educado para hablar de la muerte, del dolor y del sufrimiento, más aún en suicidio, un tema que causa tanto dolor y sufrimiento", explica Luis Fernando López. Y ese es precisamente uno de los problemas que tenemos como sociedad, "que culturalmente, no nos han enseñado a hablar de nuestros miedos, de nuestros dolores y de nuestros anhelos", añade. Y cuando esto ocurre no sabemos cómo abordar ese dolor ni cómo pedir ayuda.
También y en relación, tenemos que hablar de suicidio, no esconderlo, quitar el estigma y el silencio que le rodea. Pero debemos hablar bien. Es decir, según explica Luengo, "no hablar de cómo se suicidó uno y otra, eso es morbo. Debemos hablar bien, de prevención, de cómo ayudar a personas que están teniendo ideas o pensamientos suicidas".
Siempre se dice que “se debe hablar responsablemente y es cierto porque si no se habla con criterios preventivos, puede provocar el efecto copia e imitación”, añade López. Así es clave que aprendamos a hablar de dolor y de sufrimiento, para saber cómo acompañar a estas personas, para poder ayudar de verdad, para poder prevenir el suicidio. Es una tarea de todos. "Una de las partes más importantes de hablar de suicidio es normalizar hablar de suicidio, al igual que se han empezado a hablar de otros temas que han vivido experiencias traumáticas muy íntimas como por ejemplo la violencia de género", sostiene este experto.
María tapó su intento de suicidio durante años por culpa y vergüenza. Culpa por el daño que había hecho a su familia, vergüenza por lo que había hecho, por cómo había podido llegar hasta ese punto. Se sintió muy mal durante años hasta que por fin un día decidió hablar de ello y liberarse. Y enseñarnos a todos.
“En aquel momento, cuando todo pasó, no hice terapia ni nada. Ni siquiera pedí ayuda. Únicamente, después del intento, me recetaron unas pastillas y cuando se terminaron las cajas, seguí con mi vida como si nada. En mi familia nunca se habló de eso, era un tema tabú, se ocultaba. No se sabía cómo abordar aquello. Todo ha sido un proceso personal, largo, que he hecho con los años. Empecé a ir a terapia con 20 años. Y hace tan solo 3 -con casi 40- me atreví a verbalizarlo con mi pareja, con mis amigos de siempre... Y comprendí que ocultarlo no había servido de nada”.
Hace tan solo 3 años, me atreví a verbalizar lo que me pasó con mi pareja, con mis amigos de siempre... Y comprendí que ocultarlo durante todos estos años no había servido de nada
Todo fue gracias a o por culpa del relato de un amigo que le ocurrió algo muy parecido cuando era un chaval. "Fue entonces cuando empecé a hablarlo y a contarlo, y cuando me dije: 'Tengo que hacer algo para ayudar a los demás, a todas aquellas personas que pueden estar pasando por lo mismo'. Pero la mía era solo una historia más y decidí contar otras muchas más historias de personas que habían pasado por una conducta suicida". Y así fue cómo nació el libro ‘La niña amarilla'. Relatos suicidas desde el amor’.
"Ojalá aquella niña de 15 años hubiera sabido comunicar cómo se sentía, parece sencillo pero a veces es muy difícil. Ahora me dedico a la comunicación precisamente por eso, porque he estado toda mi infancia y adolescencia sin hablar sobre las cosas que me pasaban -y eso que era una chica muy extrovertida, pero de mí misma nunca hablaba-. Qué importante es hablar de todos los temas que hoy en día siguen siendo tabú", confiesa María.
Y es es importante que lo hagamos "porque hoy me toca a mi pero mañana te puede tocar a ti o alguien muy cercano. Es cierto que no nos gusta hablar de algunas cosas porque no es cómodo, no es agradable y tendemos siempre a evitar el sufrimiento -incluso con nuestros hijos-. Pero es importante que aprendamos a hablar de ciertos temas, porque si no hablamos será muy complicado que (nos) podamos ayudar".
Teléfonos y páginas de ayuda contra el suicidio
- Teléfono de la Esperanza (717 003 717)
- Teléfono contra el Suicidio (911 385 385)
- RedAIPIS-FAeDS, dirigida a dar apoyo a quienes han perdido un ser querido por suicidio
- Papageno, la Asociación de Profesionales de Prevención y Postvención del Suicidio
- Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.