Día Mundial de la Felicidad

Por qué es importante estar triste: "La obsesión con la felicidad puede volverse una mochila muy pesada"

Entre líneas Paradójicamente, no permitir la tristeza puede alejarnos de la posibilidad de experimentar una felicidad auténtica, explica la psicóloga Julia Lasheras.

TristezaUna chica con cara de tristezaFreePik

Seguro que uno de los objetivos más ansiados por todos es ser felices. Algo tan "sencillo" como alcanzar la felicidad. Según la primera encuesta del CIS sobre la felicidad, fechada en julio de 2024, "el 80,4% de los españoles se consideran personas felices, siendo "mejorar el estado de salud propio o del entorno" lo que más preocupa a los que dicen no serlo. Un dato curioso es que el 7,7% decía que era feliz dependiendo del momento.

"La obsesión con la felicidad puede volverse una pesada mochila que en realidad nos aleje de ella", asegura a laSexta la psicóloga Julia Lasheras, del Instituto Centta.

"Porque, la idea de que tenemos que estar siempre bien puede volverse fuente de ansiedad, frustración e infelicidad, ya que nos confrontará siempre con la sensación de fracaso", explica esta experta, precisamente, en el Día Mundial de la Felicidad (20 de marzo).

Por ello, es importante darnos cuenta -agrega esta experta- que "vivir conlleva transitar por diferentes estados emocionales, algunos agradables y otros desagradables. Es como si al mar le pidiéramos estar siempre en calma: es sencillamente imposible".

"Hay que aceptar que la tristeza es fundamental para procesar el dolor, comprendernos mejor y sanar", añade Lasheras, señalando una de las frases del escritor Rainer Maria Rilke en 'Cartas a un joven poeta': "Quizás todas las cosas terribles sean, en su esencia, algo indefenso que necesita nuestro amor".

Por qué debemos (y necesitamos) reivindicar la tristeza

Así, es importante que para estar bien también tenemos derecho a estar tristes. No podemos estar siempre presionados con la idea de "alcanzar la felicidad" o de "ser felices" o de simplemente tener que estar bien.

La tristeza es una emoción y cuando nos sentimos tristes, explica Lasheras, "nuestro cuerpo y nuestra mente nos están señalando que algo necesita, pero si negamos o reprimimos lo que nos quiere comunicar esta emoción corremos el riesgo de no descubrir aquello que también da sentido y valor a nuestra experiencia de vida, aquello que es o fue importante para nosotros. Paradójicamente, no permitir la tristeza puede alejarnos de la posibilidad de experimentar una felicidad auténtica",

Así, y aludiendo, en este caso, a la escritora Sara Ahmed en 'La promesa de la felicidad', parece que en los últimos tiempos la felicidad ha sido presentada como una promesa, pero también como una obligación, generando vergüenza y culpa cuando no se alcanza o no se siente de la manera "correcta". Y estos sentimientos, asegura Lasheras, "pueden hacer que tengamos la necesidad de esconderla, de hacer que todo va bien, incluso, para nosotros mismos".

En un mundo rápido, inmediato, que nos exige constantemente estar bien y ser productivos, permitirse estar tristes es un acto de resistencia y autocuidado. Y es que la tristeza es una emoción que requiere de un tiempo más lento y de un espacio más interior que parece que es difícil de encajar en estos tiempos de inmediatez que corren.

Sin embargo, insiste esta experta en psicología, "la tristeza es una emoción humana legítima y necesaria. No es solo un estado de malestar, sino un proceso que nos invita a la introspección y a la conexión con nosotros mismos, que nos invita a detenernos un momento y reflexionar sobre lo que es importante en nuestra vida. Además, reconocerla y expresarla en esas relaciones en las que nos sentimos seguros nos puede regalar momentos de gran conexión que fortalezcan nuestros vínculos, creando relaciones más profundas y sanas".

No sólo la tristeza, también la nostalgia o el aburrimiento

Por ello es clave que nos demos un tiempo, si así lo necesitamos, para estar tristes y no "aparentar" nada más. Nada que nos salga en este momento, nada que no necesitemos. Será útil para nuestra vida y por ende, para nuestro estado de bienestar y tranquilidad. O felicidad, como algunos los llaman... Pero no solo la tristeza, también otros estados como la nostalgia o el aburrimiento. Tenemos derecho a aburrirnos y a navegar entre nuestros recuerdos...

"Poder manejarse con emociones desagradables como la tristeza, el aburrimiento o la nostalgia resulta fundamental para nuestra supervivencia y bienestar y para vivir la vida plenamente. La felicidad como mandato o como orden nos deja sin espacio para la autenticidad, para nuestra naturaleza.

En lugar de obsesionarnos con estar felices, aconseja esta psicóloga, "es más saludable aprender a vivir con una gama completa de emociones, entendiendo que todas tienen su función y que podemos aprender a manejarnos en sus mareas y temporales. La vida no se trata solo de estar bien, sino de estar presentes en la relación con el mundo, con los demás y con nosotros mismos".

Porque "convertir la felicidad en una meta obligatoria puede ser perjudicial para nuestra salud mental, aumentando nuestra sensación de fracaso o impidiendo que desarrollemos ciertas cosas que pueden resultar positivas para nuestro crecimiento personal y bienestar. La clave está en la aceptación de todas nuestras emociones y en permitirnos sentir sin juicios", finaliza Lasheras.