El cáncer de próstata es el tumor más frecuente en los hombres y su edad media de diagnóstico suele ser alrededor de los 70 años. De este modo, en este tumor existen factores de riesgo como son edad, la raza, los antecedentes familiares, el estilo de vida o los cambios genéticos que han demostrado científicamente asociarse al cáncer de próstata. Pero, ¿y la obesidad?
Entre estos determinantes, los hábitos de alimentación y peso cobran especial importancia para los investigadores de MD Anderson Cancer Center Madrid, quienes han impulsado un estudio nutricional que arroja que la obesidad está estrechamente relacionada con esta patología.
Según este estudio, el 87% de pacientes que acudía a la consulta de Urología por diagnóstico de cáncer de próstata eran obesos. "La función exacta que desempeña la alimentación en el desarrollo del cáncer de próstata no está clara, aunque se han investigado varios factores", sostienen los expertos.
Durante este estudio nutricional que se llevó a cabo durante 4 meses sobre 103 pacientes varones con una edad promedio de 62 años y que consistió en conocer cuál era su estado nutricional al diagnóstico, se observó que además del 87% de pacientes que acudía a la consulta de Urología por diagnóstico de cáncer de próstata eran obesos, el 13% de ellos tenía una obesidad sarcopénica con una relación de Índice de Masa Corporal (IMC) superior a 31 kg/m2. Además, un 23% tenía un diagnóstico previo de diabetes tipo 2 y, de estos, un 9% se encontraba en tratamiento con metformina y el 8,5% por dislipidemia.
"Diferentes estudios aportan información sobre localización de grasa abdominal y enfermedad tumoral, además de otros factores de riesgo asociados como diabetes tipo 2 y dislipidemia, que es la alteración en los niveles de lípidos en sangre. Todo ello se traduce en un estado de inflamación celular continua que genera cambios en la estructura celular y genética produciendo mecanismos de proliferación tumoral", explica Pedro Robledo, responsable de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética de MD Anderson Madrid, y uno de los impulsores del estudio, junto al Dr. Carlos Núñez, jefe del servicio de Cirugía Urológica del mismo centro.
Es por ello que el objetivo de este estudio era el de evaluar la prevalencia de estos eventos y determinar cuál era la situación nutricional de los pacientes de nuevo diagnóstico, antes del inicio del tratamiento y de cualquier intervención médica, para corroborar la posible relación entre grasa abdominal y tumores prostáticos.
Cómo se realizó el estudio
Para ello, se utilizaron procedimientos antropométricos que incluyeron la evaluación de la relación peso/talla, mediciones del perímetro abdominal, pliegues cutáneos y parámetros de imagen que señalan la presencia de grasa abdominal y masa muscular, utilizando tomografía computarizada (TAC) bajo la supervisión diagnóstica del servicio de Urología. También, se registró por otro lado, el consumo alimentario habitual de cada uno de los pacientes y medicación.
Con todos los datos, "se determinó que el consumo medio calórico de este grupo de pacientes era superior a 2.200 kcal cuando sus necesidades no superaban las 1.700 Kcal con una dieta elevada en grasas saturadas y azúcares. Asimismo, más del 80% de los pacientes consumía alcohol de manera habitual: incluían alguna bebida con alta graduación alcohólica en prácticamente todas las comidas. Además, un porcentaje elevado era fumador", explica Robledo.
"Con este estudio, hemos querido poner en valor la importancia de la evaluación nutricional dentro de los protocolos. Un aspecto que, en muchas ocasiones, queda apartado a situaciones posteriores al diagnóstico o cuando se hace más difícil el soporte", añade el experto.
Es por ello que es clave -continúa- "conocer cómo se alimenta, qué hábitos son malos y cuales saludables para mejorar el resultado del tratamiento, porque normalmente el paciente se asocia a la inversa y se tiene la percepción de que el paciente oncológico pierde peso y es todo lo contrario: los pacientes que engordan son los que corren más riesgos".
De este modo, la segunda fase del estudio será comprender cómo responden los pacientes obesos a los tratamientos, determinando si la respuesta empeora en pacientes con obesidad, ya que después de la cirugía la tendencia es ganar más peso por el bloqueo hormonal que induce a la ganancia de peso.
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"Así como en el cáncer de mama y en el cáncer de ovario, incrementar de peso dentro del tratamiento supone un riesgo de recaída, no sabemos si esto es así también en próstata. Esto es lo que trataremos de averiguar en la segunda parte del estudio, aunque realmente lo que hemos hecho previamente ha sido estudiar una situación que era conocida, pero no evaluada hasta el momento en nuestro centro. Ahora contamos con los datos que nos indican que es similar a otros estudios y trataremos de dar una solución", concluye el especialista en nutrición.