Una toalla áspera es sinónimo de mal lavado. La clave para evitar que el salir de la ducha sea un momento desagradable es cuidar el lavado de las toallas, pues estos elementos de felpa pueden resultar muy suaves si se cuidan correctamente. Es decir, si se meten en las lavadora en buenas condiciones, puesto que hay veces que el agua con mucha zona puede contener mucha cal y ésta se acumula en el rizo de las toallas. Dado que hay pocas cosas comprables con una toalla suave tras una agradable ducha es importante conocer cómo se puede lavar una toalla en la lavadora para que queden suaves y limpias.
Lo primero que cabe destacar es que el objetivo principal de este lavado es eliminar las bacterias. La ajetreada rutina del día a día puede provocar que nos olvidemos de cuándo fue la última vez que levamos las toallas de casa. Esto es algo muy importante a recordar dado que cuando nos duchamos parte de las bacterias del cuerpo se quedan en la toalla. Además, este hecho unido al factor de la humedad que las caracteriza facilita la proliferación de microorganismo que, aunque invisibles, pueden ser dañinos para la salud de los humanos. Por este motivo, es muy importante lavar estos elementos de felpa de forma habitual: una vez por semana, como mínimo.
Dado que se trata de prendas susceptibles de infección por bacterias y hongos, es recomendable lavarlas por separado sin juntaras con otras prendas de ropa. Así, también es recomendable contar con un cesto donde meter todas las toallas juntas sin que se mezclen con otras cosas. ¿Qué directrices debo seguir para tener las toallas limpias y suaves?
Cómo mantener las toallas suaves tras cada lavado
En primer lugar cabe señalar que si se trata del primer lavado de la toalla es importante no meterla en la lavadora con otros elementos ya que pueden desteñir y estropear las otras prendas. Para el resto lavados es importante conocer que algunos elementos como el vinagre, bicarbonato, un buen secado o una buena temperatura pueden marcar la diferencia en nuestras toallas y hacerlas más suaves.
Uno de los grandes fallos es meter las toallas en la lavadora con el resto de prendas sucias: esto es lo peor que puedes hacer si buscas mantener la toalla blanca y suave. En este sentido, hay un mal hábito de echar las toallas directamente a la lavadora. Lo primero que hay que hacer es inspeccionar los elementos de felpa para localizar las manchas de suciedad y tratarlas a fondo. A continuación, hay que ponerlas en remojo en una palangana con agua caliente durante unos 20 minutos aproximadamente. También es recomendable añadir un tercio de un vaso de bicarbonato junto al detergente necesario, siempre de calidad.
Una vez transcurrido el tiempo necesario, 20 minutos, hay que retirar las toallas del recipiente para enjuagarlas bien con agua fría. Después del paso del remojo, llega el momento de la lavadora. Cabe recordar que, como cualquier prensa, si se trata de una toalla blanca es importante introducirla en la lavadora con elementos del mismo color. Además, es muy importante no llenar la lavadora hasta arriba, pues las telas de las toallas necesitan de una agitación alta para que queden limpias y se eliminen completamente las manchas. Cuando se meten en una lavadora muy llena no se limpian del todo. Finalmente, solo hace falta introduce el detergente adecuado para garantizar su buena conservación. Así, los expertos tampoco recomiendan añadir suavizante, ya que provocan el efecto contrario: no hará más que apelmazar las toallas. Es importante que el agua esté muy caliente para remover las manchas.
Siete consejos claves para mantener tus toallas suaves
En todo buen lavado de toallas cabe tener en cuenta los siguientes advertencias:
1. No utilices suavizantes porque reducen la capacidad de absorción de las toallas.
2. Añade un poco de vinagre y bicarbonato directamente al tambor. Otra opción es añadirlo a la bandeja donde va el detergente para evitar que se formen depósitos de cal en el agua y en las fibras de tus toallas.
3. Es muy importante no llenar en exceso la lavadora. Las toallas deben tener espacio dentro del tambor para que se puedan limpiar bien.
4. La temperatura para lavar las toallas debe situarse en 40º para que se consigan eliminar mucho mejor las manchas, gérmenes y bacterias de las toallas. En el caso de que las toallas sean de un tejido más delicado será recomendable utilizar programas con agua fría. Sin embargo, 60° es ideal para las toallas blancas y 40° es lo mejor para las toallas más oscuras, para evitar que se decoloren.
5. La sombra es el mejor aliado de las toallas. A la hora de secas estos elementos de felpa para mantenerlos bien es importante extenderlas totalmente. Así, recuperarán su forma. Además, es preferible hacerlo un lugar aireado en el que no dé directamente el sol. Tampoco deberán estar mucho tiempo secándose para evitar que se queden acartonadas.
6. Para aquellos que tengan secadora nunca está de más meterlas para retirar el exceso de humedad.
7. Guarda las toallas por separado. Cuando se colocan las toallas unas encimas de otras o se guardan en los mismos cajones, se puede favorecer el crecimiento de las bacterias y el mal olor.
Cómo hacer que mis toallas parezcan nuevas y vuelvan a ser blancas
A todos nos gustaría que nuestras toallas mantuvieran el mismo aspecto toda la vida, como parece que ocurre con las toallas de los hoteles. En este sentido, hay dos elementos que pueden ser de gran ayuda:
1. Vinagre. Si son toallas blancas, se puede usar lejía o algún tipo blanqueante. También productos caseros cuya potencia te sorprenderá: el vinagre blanco. Este líquido puede ser una buena herramienta para conservar tus toallas esponjosas. Es decir, con su capacidad de absorción al máximo y sin de mal olor. La proporción ideal es medio vaso de vinagre por cada cuarto de vaso de detergente. Programa un ciclo con agua fría y seca al sol.
2. Bicarbonato. Este remedio casero se trata de dejar las toallas a remojo con agua con bicarbonato durante una hora. A pesar de que el bicarbonato no blanquea directamente las toallas, ayuda en este proceso durante su lavado. El bicarbonato contribuye a evitar que la cal del agua se fije en la ropa, facilitando así que los jabones penetren con más facilidad a las fibras y tejido de la toalla. Quedarán más suaves y mantendrán el color vivo.
El secado de una toalla marca la diferencia
Por último pero no por ello menos importante, el secado. El último paso en el lavado de una toalla es muy importante ya que marca una diferencia abismal en el resultado. Cuando una toalla se queda húmeda provoca mal olor y también favorece la aparición de bacterias. Por ello, los expertos recomiendan usar toalleros o una secadora para que se sequen más rápido. Si se da el caso de que necesitas desinfectar una toalla es importante que emplees estos elementos: el amoniaco perfumado o la lejía; y el vinagre blanco con el bicarbonato. Los pasos a seguir son los siguientes: ponlos en el cajetín en un programa de agua caliente. Obtendrás toallas desinfectadas, absorbentes, perfumadas y esponjosas.