La democracia se pierde en el momento en que se coloca en lo más alto de una pendiente resbaladiza. Es un proceso que hemos visto en Turquía con Erdogán y en Hungría con Viktor Orban. En España hay muestras preocupantes de que eso está produciéndose y de que la figura más peligrosa para la democracia se llama Isabel Díaz Ayuso. El periodista David Frum escribió: "Si los conservadores (estadounidenses) se convencen de que no pueden ganar democráticamente, no van a abandonar el conservadurismo. Van a rechazar la democracia". No solo eso ocurre con los estadounidenses, es una premisa fundamental del funcionamiento del pensamiento reaccionario en el mundo de crecimiento de los posfascismos.
La aparición de VOX en el panorama español hacía pensar que sería el mayor peligro para el sistema democrático, pero no ha conseguido llegar tan lejos como la presidenta de la Comunidad de Madrid, que enlos actos del 2 de mayo cruzó otra línea roja al mandatar que se evitara incluso usando la fuerza física que un ministro del gobierno pasara a una tribuna de invitados. Eso no es una polémica vacía más, por mucho que el gobierno sí tendría que saber que si quiere competir con alguien que no sigue las normas va a salir perdiendo.
La periodista Ece Telkumeran describe en 'Cómo perder un país', su libro sobre el proceso de deterioro democrático en la Turquía de Erdogan, una analogía para explicar lo poco que sirve intentar debatir o participar en igualdad de condiciones en un proceso político de cualquier forma con personas de la moral de Isabel Díaz Ayuso. Telkumeran explica que es como intentar jugar al ajedrez con una paloma: "La paloma derribará todas las piezas, se cagará en el tablero, y luego saldrá volando, atribuyéndose orgullosa la victoria y dejándote a ti la tarea de tener que limpiar la mierda". Ayuso es la paloma que caga en el tablero. Lo hace porque existe una masa social reaccionaria que lo valida.
Los cónclaves que se dan en los reservados y en los domicilios de la gente bien de Madrid son precursores de actuaciones contra la democracia. No por nada el artículo de Emilio Romero que advertía a la masa civil del golpe del 23F se llamaba 'Las tertulias de Madrid' y versaba sobre los conciliábulos en los que se hablaba de lo insostenible de la situación política. El País informaba de una de esas reuniones secretas entre fiscales con Núñez Feijóo preocupados por tener un gobierno de izquierdas que le pedían que derogara de manera inmediata, en bloque, las leyes que emanan del gobierno de Pedro Sánchez. La noticia es tan grave que ha dejado un detalle sustancial, quizás el más importante, sin la debida atención.
Antonio Narváez, exmagistrado del Tribunal Constitucional en el cargo hace hasta hace apenas unos meses, puso bajo sospecha los procesos electorales en los que interviene la empresa Indra. La sospecha es habitual entre los círculos conspiranoides de extrema derecha, no se diferencia de las alteraciones trumpistas de dicha conspiración de los seguidores de QAnon. En España es una teoría de la conspiración difundida por los círculos más extremos de VOX y va en contra de todos los hechos asociados al proceso electoral, porque Indra no tiene ninguna relación con él ni con el conteo de votos. Pero estas teorías tienen como fin último allanar el camino para un proceso de deslegitimación del resultado electoral para poder justificar una intervención al margen de las urnas. Es el mismo proceso que fue llevado a cabo en EEUU por los seguidores de Trump antes del asalto al capitolio. Aquí el que está difundiendo esa sospecha es un exmagistrado del Tribunal Constitucional ante Alberto Nuñez Feijóo en una reunión secreta con altos cargos de la fiscalía. Los mismos que bloquean la renovación del poder judicial tramando en despachos contra un gobierno legítimo con conspiraciones. La democracia sigue deslizándose por la pendiente.
El acto de Ayuso de no dejar pasar al ministro de Presidencia a una tribuna en el 2 de Mayo no es un acto más ni insustancial. Es traspasar otra línea roja, es un mensaje diáfano hacia los suyos. Es un por aquí no, un golpe en la mesa, es la negación absoluta de la legitimidad del gobierno de la nación. Un aquí mando yo por encima de la ley. Ayuso escribió ayer 'Las tertulias de Madrid'. Un acto que busca demostrar a sus seguidores de manera visual que llegado el momento no habrá ley, orden ni Constitución que separe a los suyos del poder si ella tiene el mando. Ayuso no es en sí misma nada. No es más que una creación de Miguel Ángel Rodríguez, un significante vacío que recoge la pulsión golpista de la reacción para hacerla posible y concreta, alguien que sí transmite entre los suyos la sensación de que se atreverá. De que llegado el caso hará lo que haga falta, como Orban o Erdogán, para garantizar que el poder no se les vuelva a escapar de las manos. La democracia está cerca del final de la pendiente, solo hace falta que pierdan las elecciones a final de año y veremos de qué son capaces. Y son capaces de todo.