Los errores se pueden cometer en política. Tras cometer un error cabe la posibilidad de enmendar el error o regodearse en él. También se pueden hacer las cosas de manera intencionada sin considerar que es un error y con el fin de marcar paquete ideológico. Eso es lo que suele hacer la derecha, tomar decisiones que se regodean en el dolor de las víctimas que consideran suyas o que han provocado en su pasado. La reacción de Bildu al anunciar que sus candidatos con delitos de sangre finalmente no tomarán posesión de su cargo para no añadir más dolor a las víctimas del terrorismo va en la línea de reconocer el error cometido e intentar enmendarlo. Un movimiento esencial, justo y necesario.
Los siete miembros de Bildu han lanzado un comunicado en el que incluían este párrafo: "Con esta decisión nos queremos dirigir en primer lugar a las víctimas de ETA y, en general, a todas las personas que han sufrido en este conflicto, para mostrar así nuestro compromiso para que ni nuestras palabras ni nuestras acciones añadan jamás el más mínimo padecimiento al ya habido". ¿Conocen ustedes algún comunicado de la derecha pidiendo perdón a las víctimas del franquismo o de la violencia del Estado?
La realidad escuece. Pero Bildu ha dado otra lección moral a la derecha. Ellos jamás han pedido disculpas a las víctimas que causaron. Ni han pedido perdón por mantener como presidente de honor a quien asesinaba a comunistas en una dictadura, ni por ascender a miembros de la Guardia Civil y la Policía Nacional condenados por torturas o implicados en la desaparición y muerte de un conductor de autobuses vasco llamado Mikel Zabalza. No piden perdón, ni se arrepienten y se muestran orgullosos.
No se crean ustedes que a la reacción les bastará con el hecho de que los siete terroristas con delitos de sangre hayan afirmado que no tomarán posesión de sus cargos. Pedirán que se retiren de las listas o que lo hagan el resto de miembros condenados por pertenencia a banda armada que siguen en sus listas, a pesar de que entre esos nombres se incluyan el de periodistas como Teresa Toda, que fue encarcelada por ser subdirectora de Egin. Recordemos que este es un país que dice respetar la libertad de prensa y metía a periodistas en la cárcel por tener una ideología abertzale. La excusa del entorno de ETA sirvió para realizar verdaderas tropelías democráticas. Teresa Toda tiene que ir en las listas. Se lo merece.
Lacampaña del PP utilizando el error de Bildu de incluir a siete exterroristas con delitos de sangre ha quedado desactivada porque ha perdido su razón de ser. Insistirán, no dejarán de roer el hueso, pero la estrategia estaba resultando efectiva porque era imposible de defender que quien estuviera implicado en asesinar a un conciudadano fuera en unas listas municipales. Eso ya no se produce y su campaña dejará de ser efectiva. Es momento del contraataque y recordarles que Bildu es más íntegro moralmente que el PP y de aquellos que siguen defendiendo que es legítimo llamar padre de la Constitución y tienen como líder supremo a quien participó en la ejecución sumaria de comunistas. Su moral sí que está manchada.
No les servirá nada de lo que haga Bildu para restituir el dolor a las víctimas de ETA porque nada les sirve. Ni siquiera que se renunciara a la violencia. No les sirve porque necesitan hurgar en el dolor ajeno para poder ganar unos votos fuera de Euskadi que los ciudadanos vascos les niegan. José Manuel García Margallo expresó de manera diáfana por qué siempre seguirán usando en campaña a las víctimas del terrorismo: "Desde que no nos matan no tenemos proyecto". La derecha necesita mantener a ETA viva, ningún gesto les valdrá nunca porque entonces perderán lo único que les mantiene vivos.