Una sección que se llama 'Todo está en Bourdieu' no podía dejar pasar la oportunidad de escribir de los emprendedores de los jets privados que esta semana se han hecho conocidos por un artículo en el suplemento 'Fuera de serie'. Es que me provocan, y claro, yo soy de mecha corta cuando se trata de rebotar ese desprecio de clase que sufrimos a cada segundo. Es muy sano devolvérselo para que se den cuenta de que no somos de bajar la testuz y que siempre es buen momento para pintar una línea de tiza en el suelo y que se den cuenta de que en los barrios marcamos territorio y nos mordemos la lengua hasta hacernos sangre. No se nos engaña tan fácilmente.

Borja Barrilero Maestre, Enrique Gutiérrez-Herrero Álvarez de Estrada y Tadeo Aznar Pan de Soraluce son amigos. Por sus apellidos ya podrán imaginar que no han salido de Orcasitas ni las 3000 viviendas, ni se conocieron en el patio de un colegio público. De hecho se conocieron en un grupo de verano en Sotogrande. Es muy identificativo de su clase el cambio de nombre hasta en las cosas más insustanciales. Los tres amigos han montado una empresa de alquiler de jets privados y yates de lujo.

Son los emprendedores tipo que ponen de ejemplo a incautos miembros de la clase trabajadora a la hora de inculcar el individualismo y la cultura del esfuerzo. Pero su éxito tiene una clave que nunca te darán en esos reportajes para no desanimarte, el dinero que sus familias amasaron durante el franquismo en una economía de colaboracionistas y amiguismo. Ni la importancia del dinero del abuelo, ni de la seguridad que da no necesitar acertar en un negocio para ganarse la vida, ni el capital social necesario para emprender cualquier apuesta empresarial de ese tipo. Tienen éxito porque se atrevieron y salieron de su zona de confort para arriesgarse. Filfas, lo relevante es el dinero del abuelo franquista.

Uno de esos magníficos reportajes de los suplementos de nuestros medios que nos ayudan a mantener viva y coleando nuestra conciencia de clase nos mostró el nuevo juguete entrepreneur, una empresa llamada 'The Yûgen group' destinada a gestionar el 'lifestyle' de sus clientes. Es importante diferenciar por estratos, para la clase trabajadora esa palabra se llama vivir, o a veces, las más, sobrevivir, no se pueden permitir tener un estilo de vida, y menos aún un 'lifestyle' como el que tienen los ricos. La cultura del esfuerzo exportada de EEUU a España en nuestro país tiene unas características especiales que siempre aparece cuando hurgas en la historia de cada individuo y que a veces, las más, es tan evidente que aparece en los apellidos en forma de ristra cuasimedieval.

Borja Barrilero Maestre es el primero de los socios de Yûgen. Es nieto de Tomás Maestre, el creador de La Manga del Mar Menor y destructor del enclave natural que esa zona era hasta su llegada. El hombre más rico y poderoso de toda Murcia, que no fue tampoco el primero, de hecho el origen de la fortuna de los Maestre (murcianos), sálveme la homonimia, data de mucho antes. José Maestre Pérez fue el origen de la fortuna, ministro con Alfonso XIII y Gobernador del Banco de España llegó a un acuerdo con Miguel Zapata 'El tío Lobo', un ganadero que se convirtió en empresario minero haciéndose el hombre más rico de Portmán (Cartagena) a principios de siglo. Los Maestre se quedaron con todo el patrimonio a la muerte de Zapata y continuarían siendo los patriarcas de Murcia hasta nuestros días. La familia Maestre tenía al final de la guerra prácticamente la totalidad de los terrenos de la Manga del Mar Menor y su cercanía al franquismo y la red de contactos, pidiendo a las élites del régimen favores por carta, hicieron el resto. Convirtieron una rica zona natural en lo que hoy conocemos. Borja, ahora, es un emprendedor hecho a sí mismo.

Enrique Gutiérrez-Herrero Álvarez de Estrada es el segundo de los socios de Yûgen. Nieto de Luis Álvarez de Estrada y Despujol, barón de las Torres, presidente de la Unión y el Fénix durante el franquismo, consejero del Banco de Crédito y además uno de los miembros que introdujeron la Coca-Cola gracias al favor de Franco al concederles la exclusiva de la patente. Esa familia es heredera de Luis Álvarez de Estrada y Luque, un embajador que durante el golpe de Estado se puso del lado de los fascistas para organizar la misión diplomática y que fue el que transcribió la reunión en Hendaya entre Hitler y Franco bajo la que se construyó el mito de que España no entró en la Segunda Guerra Mundial gracias a Francisco Franco. Enrique, ahora, es un emprendedor hecho a sí mismo.

Tadeo Aznar Pan de Soraluce es el tercero de los socios de Yûgen. Su familia es socia de las bodegas de Marques de Riscal y fue propietaria de la Naviera Aznar. La naviera de los Aznar fue favorecida por el régimen de Franco por su apoyo al golpe de Estado. El abuelo de Tadeo fue nombrado presidente de la compañía en 1938 y fue el encargado de administrar los bienes expoliados a la naviera de Ramón de la Sota, que por ser afín al PNV fue despojado de su patrimonio en beneficio de los Aznar. Tadeo no es el único entrepreneur de la familia en su última generación. Los Aznar, a través de los Aznar-Sáinz están emparentados con la familia Franco mediante casamiento. El pequeño de esa saga, Jaime Martínez-Bordiú Aznar, consiguió un contrato del ministerio de Defensa para limpiar las dependencias de la Guardia Real en Zarzuela y El Pardo. Pero la empresa fracasó a pesar de esos empujones en forma de contrato público, no importa, como buen emprendedor se levantó y ahora se dedica a vender licores pijos con sabor a piruleta por los locales de la calle Ponzano. Tadeo, ahora, es un emprendedor hecho a sí mismo.

Nadie tiene culpa por ser un privilegiado que ha tenido la suerte de nacer en una familia rica que hizo su fortuna al calor del franquismo y de la represión, de lo que sí tienen culpa es no de expiar las culpas de sus fortunas y al menos usar ese privilegio para mitigar en parte el dolor que causó la creación de esas riquezas. Y sobre todo, son culpables de perpetuar un modelo ideológico falso que consolida las desigualdades y que quiere inculcar una falsaria cultura del esfuerzo en quien no tiene nadapara transmitir que la responsabilidad de su situación es solo suya. Sois ricos, pero no por vuestro esfuerzo, sino por el nuestro, el de toda una nación que no ha sabido cobrar la cuenta del expolio. Pero lo haremos.