Era un día festivo agradable. Un sol cálido entraba por la ventana y leía la prensa en mi balconcito con un café maravilloso que tuestan en Velilla de San Antonio y que compro a mi amigo Javier en la cafetería de mi barrio. La gente paseaba por debajo de mi casa y los ciclistas usaban el carril bici con un paseo parsimonioso. Algunos pájaros graznaban en los árboles del bulevar y se respiraba cierta tranquilidad. Entonces llegaron los patriotas. Una caravana de nacionalistas en coches y motos aceleraban y tocaban el claxon con profusión. Una anciana que daba un paseo con su bastón tuvo que parar sosteniéndolo en sus axilas para taparse los oídos por el ruido ensordecedor. Al verla un exaltado agitó la bandera a su paso mientras gritaba. Ruido, agresión y violencia. Eso representa su patria.
La bandera es para ellos un garrote con el que subyugar al débil. Así les enseñaron a amar a España, en contra de la mitad de los españoles. La portavoz de VOX en el Congreso se fotografía frente a una estatua vandalizada que dice "Rojos, no" enarbolando una enseña de España. No se puede negar que sean opacos en sus intenciones. Su país no tolera a los diferentes, por eso es preceptivo traer al maestro Pepe Rubianes para que sus palabras se muestren de nuevo ante los excluyentes: su puta España.
Mi amigo Óscar, sindicalista y anarquista de corazón amplio, en algunas conversaciones con cerveza mediante me dijo una vez que no tiene nada en contra de la bandera, pero que siempre la han usado para agredirle. Eso es lo que siente cuando la ve, un objeto con el que le hostigaron. Esa sensación que verbalizó se podía leer con cansancio en sus ojos. No es difícil encontrar ejemplos de aquellos que solo usan la bandera como una bota que pisa los cuellos de los que sienten diferente.
El patriota del 12 de octubre, de banderas en muñecas y mascarillas solo concibe la patria como una expresión contaminante que se entromete en el espacio ajeno, su modo de celebrar es tóxico e invasivo. ¡Que viva España!, pues claro que sí, decía Francisco Umbral: "Pero para que viva España, y viva en paz, lo primero que hace falta es que usted no me dé la paliza con el transistor de Escobar metido en mi plato de sopa". Porque ese es el espíritu del patriotero, no conciben su emoción de forma íntima y respetuosamente. Su único modo de expresarse es agrediendo con la palabra y el simbolismo a su adversario. Ahora les ha dado por gritarnos al oído ¡Viva el rey! Y no saben el daño que le están haciendo.
La bandera de estos patriotas es quizás la que impulsó a Braulio Ortiz Poole a escribir los versos del desamparo ante la España que cuesta decirse, aquella que niega la leche a sus bastardos. Porque eso somos, hijos de un vientre que nos repudió para azotarnos con el cordón umbilical que nos aleja de su idea de España. Sí, su puta España.