Huir de los vencidos como de la peste. El maestro de la película 'Pa Negre' (Pan negro) instruía a sus alumnos en la segregación y ajusticiamiento social de todos aquellos que pertenecían al bando demócrata tras la Guerra Civil explicándoles cuál era el proceder del nuevo tiempo nacionalcatólico con esa escueta frase. El adoctrinamiento sobre los buenos españoles incluía de manera necesaria señalar cuáles eran los malos. Quiénes eran la antiespaña. Un mundo maniqueo que elimina cualquier tipo de matiz e impide la convivencia. Nadie quiere convivir con la peste, nadie quiere convivir con quien la porta, nadie quiere convivir con los malos. Solo su erradicación. Exterminarlos.
Los buenos y los malos. Una manera de comprender el mundo que justifica moralmente cualquier actuación contra esos seres que no son más que alimañas. Ese comportamiento heredado de la cultura política franquista continúa en nuestro tiempo de forma discursiva y más cerca de lo que creemos. "El mal no descansa: ley de 'seguridad’ ciudadana, ley Celaá, Ley de 'Memoria' Histórica… Todo contra la libertad, la calidad educativa y la unidad de los españoles".
Lo escribió Isabel Díaz Ayuso en las redes sociales. Un mensaje de apoyo a Pablo Casado en el que dice claro a los suyos que son los buenos, y que hay que combatir a los malos. Cómo hacerlo ya depende de la radicalidad de quien reciba el mensaje, alguno lo hará insultando en redes sociales, otro simplemente guardando su odio dentro, pero otros actuarán de forma violenta contra quienes consideren portadores del mal. Ayer destrozaron el altar en recuerdo de Samuel.
Para combatir a los malos vale todo. No lo olvidemos. Todo es todo. No es algo que escondan los socios fascistas de Ayuso, lo han dejado negro sobre blanco a través del General Agustín Rosety Fernández de Castro y diputado de Vox: "Que no. Que no fue un golpe militar. Que fue media España que se alzó contra la otra media porque estaba siendo agredida. Igual que estáis haciendo ahora, ¡sectarios!". La victimización de los buenos contra los malos para justificar un golpe de Estado, una Guerra Civil, un democidio y la exterminación de todo aquel que portara el gen rojo. Esa es la dinámica de la reacción española incardinada en el PP de Casado y Ayuso y sus socios fascistas de Vox.
Señalar a los malos implica que alguien se vea legitimado para exterminarlos. Los malos son los que reforman la ley de Educación para intentar garantizar la igualdad de oportunidades, los que intentan aportar algo de dignidad a las víctimas del franquismo; son los rojos. Un mensaje claro y diáfano para los suyos: si los ves por la calle y sabes identificarlos haz lo que debas como buen español. Pero también lo son los homosexuales, los que más están recibiendo el odio en la calle después de que el mensaje de odio de la derecha se concrete. Los malos son todos aquellos que quieren vivir en libertad de una manera amplia y no como se concibe el ideario anarcolibertario de Ayuso. Los malos son un amenaza para España, y a las amenazas se las trata como al enemigo. Sé patriota, defiende tu país de los malos, del enemigo interior.
Esos malos pueden ser Pablo Iglesias y Pedro Sánchez. Pero también lo es Samuel. Se pueden enviar unas balas en una carta, apostarse durante un año en la puerta de una vivienda particular, justificar un golpe contra un gobierno "ilegítimo" o matar a golpes por maricón a la salida de una discoteca. Todo forma parte de la misma dinámica deshumanizadora que justifica moralmente la exterminación de los malos por los buenos. Es la lógica histórica de los vencedores de nuestro país.